Las perspectivas para la economía global no son nada halagüeñas. Son más bien sombrías. En su momento no se hizo aquello que era óptimo y eficiente, económica y socialmente, para hacer frente a los orígenes y las causas que llevaron a la economía mundial a la actual crisis sistémica. Se prefirió ganar tiempo y defender los intereses de quienes la generaron, la élite bancaria. Por eso, a fecha de hoy, ya solo hay dos posibles escenarios, lóbregos, umbríos. El primero, una situación a la japonesa, de estancamiento prolongado. El segundo, más problemático, se derivaría del estallido de distintas burbujas y terminaría en un “crash”.
Estamos en una situación parecida a 2007, pero con algunas diferencias. Como consecuencia de la actuación de los Bancos Centrales, hay nuevas y extendidas burbujas financieras. Pero además hay un amplio abanico de señales de alarma: el endeudamiento global es mayor; los salarios se deprimen; la inversión productiva privada en capital y desarrollo ni está ni se le espera; la pobreza y las desigualdades se expanden sin control; la productividad de los factores productivos desciende; el crecimiento potencial disminuye; el volumen del comercio mundial se contrae… En definitiva, no hay demanda efectiva. Bajo este trasfondo, el sistema bancario sigue siendo tremendamente vulnerable. En realidad, no hemos solucionado nada, sólo ampliado los problemas.
Estancamiento a la japonesa
Por eso, en el mejor de los casos, estaríamos bajo un estancamiento prolongado, con un crecimiento económico débil y volátil Too slow for Too long. La inflación se mantendría baja, mientras que los niveles de deuda apenas se reducirían e incluso aumentarían. En este escenario los problemas se vuelven crónicos, requieren de una intervención constante en forma de estímulo fiscal y política monetaria acomodaticia, con tipos de interés bajos y programas de expansión cuantitativa periódicos para evitar el deterioro.
En realidad este escenario se deriva de la manera de afrontar problemas desolvencia bancaria. Existen dos modelos para hacer frente a la insolvencia de los bancos, como consecuencia de una crisis de deuda provocada por el estallido de una burbuja financiera o inmobiliaria. En el modelo sueco las pérdidas se reconocen hoy; mientras que en el modelo japonés, se reconocen conforme los bancos van generando beneficios para absorberlas.
Las élites en 2008 optaron por el modelo japonés: las pérdidas provocadas por los excesos en el sistema financiero solo se reconocen conforme los bancos generan capital para absorberlas. Ello, obvio, es bueno para los bancos y su gerencia, ya que se oculta su verdadera situación, y se persuade además el diseño de políticas para incrementar los beneficios bancarios. Sin embargo, es nefasto para la economía ya que distorsiona los precios de los activos financieros e inmobiliarios y el acceso al crédito. La crisis se prolonga.
Bajo el modelo sueco los bancos deben reconocer hoy las pérdidas derivadas de los excesos de endeudamiento en el sistema financiero, asociado a una burbuja. La deuda de cada prestatario se reduce a un nivel donde éste pueda permitirse el lujo de hacer frente a los pagos de la misma, pero a su vez el importe de las pérdidas asociadas a dichos préstamos se limita de forma que no suponga la creación de capital para el prestatario. De esta manera, cuando los bancos absorben las pérdidas por los excesos de deuda en el sistema, la carga del servicio de la misma se quita de la economía real. El capital que es necesario para elcrecimiento, la reinversión, y el soporte del contrato social ya no se dirige alservicio de la deuda, y la economía real empieza a crecer.
Obviamente el modelo sueco es malo para los bancos, particularmente para su capital en libros, y excelente para la economía, ya que evita la distorsión en los precios de los activos financieros e inmobiliarios, y permite el acceso a la financiación, frente a la ocultación de pérdidas bajo el modelo japonés.
Escenario de “crash”
Pero hay un escenario todavía más perverso, aquel en el que la propia estrategia diseñada por las élites se les va de las manos. Se trata de una posibilidad que no hay que desdeñar. La base de dicho escenario es la actual debilidad cíclica unida a la explosión de las distintas burbujas financieras generadas por los Bancos Centrales. Se producen de nuevo quiebras en el sistema financiero ya que unnúmero significativo de deudas soberanas -sólo en países sin soberanía monetaria-, corporativas y de familias no se pueden pagar. Los problemas en el sistema bancario conducen a una contracción de liquidez importante, que a su vezrepercute negativamente en la actividad económica real. Las caídas en el empleo, el consumo y la inversión convergen en una contracción severa. Los problemas serían globales y afectarían tanto a mercados desarrollados como emergentes.
Al igual que hay réplicas de un terremoto, nos encontraríamos ante el despliegue de una nueva fase de la crisis de 2008. Llama la atención, en este sentido, la excesiva complacencia de la gran mayoría de inversores que piensan que en el actual escenario de sobrevaloración de activos serán capaces de ajustar su cartera a tiempo. ¿Se lo creen ustedes? ¡Yo no!
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