Ha concedido cuatro entrevistas en las que echa toda la culpa del rescate a la actuación del Gobierno del PP en los primeros meses de 2012. De todo lo anterior, ni media palabra
La culpa fue del chachachá, sí, fue del chachachá, que me volvió un caradura por la más pura casualidad (Gabinete Caligari)
MAFO, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, fue gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012, es decir, entre el inicio de la burbuja de crédito inmobiliario y el rescate del sistema financiero tras el hundimiento de casi la mitad del mismo. Desde su salida, no había dicho esta boca es mía para dar una mínima explicación de la catástrofe que nos ha costado, según cuenta estas cosas la Comisión Europea, unos 100.000 millones de euros a todos los españoles. Ahora lo ha hecho escribiendo un libro y concediendo cuatro entrevistas (tenía muchas más concertadas pero ha suspendido todas las demás), en los que echa toda la culpa del rescate a la actuación del Gobierno del PP en los primeros meses de 2012. De todo lo anterior, ni media palabra. La culpa fue del chachachá.
MAFO (que se quitó el Ángel del nombre -el Ángel caído- para que los periódicos no pudieran titular por el acrónimo, aunque siguieron haciéndolo de todas formas) era gobernador del Banco de España cuando toda la banca se lanzó a una orgía de crédito inmobiliario que provocó la mayor burbuja que ha vivido España en su historia. Una orgía en la que bancos y cajas de ahorros daban dinero prácticamente gratis a cuanto promotor iletrado quería construir una urbanización aunque fuera en medio de un secarral toledano, en la que daban hipotecas por el 120% del valor de tasación para que toda pareja española se pagara los muebles, la tele de plasma, la boda, el viaje de novios y el BMW si era menester, independientemente de los ingresos que tuvieran; y si no llegaban a ese porcentaje, daba igual porque las tasadoras, propiedad de las entidades, decían cuál debía ser el valor de tasación en función de la hipoteca, y no al revés. MAFO podía haber limitado ese crédito, imponer mayores exigencias de capital o de provisiones, exigir tasaciones independientes, lo que fuera. El gobernador del Banco de España entonces era todopoderoso. Pero no hizo nada.
MAFO era el gobernador del Banco de España cuando esa burbuja dio pie a una corrupción masiva a cambio de recalificaciones de suelos y de licencias de la que sólo ahora empezamos a ver la punta del iceberg. Cuando en las salas de espera de las notarías circulaba alegremente el dinero negro antes de firmar las escrituras (por cierto, muchas de ellas con cláusulas suelo que no se leían o que el comprador no entendía). Cuando millones de españoles se entramparon en préstamos que nunca debieron firmar y a los que no pudieron hacer frente en cuanto les bajaron el sueldo o se quedaron en el paro. La consecuencia la conocemos bien: desahucios y pobreza para los clientes; morosidad por la nubes, adjudicados, quiebras y rescates para la banca; evasión fiscal masiva y rescate milmillonario para el erario público, que a su vez provoca recortes en servicios públicos esenciales. MAFO podía haber puesto coto a esas prácticas. Pero no hizo nada.
MAFO era el gobernador del Banco de España cuando se hundió la banca mundial tras la quiebra de Lehman Brothers. Pero, en vez de recurrir al 'manguerazo' de capital público que adoptaron EEUU y los principales países europeos -tal como recomendó el entonces presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás-, convenció a Zapatero de que teníamos "el sistema financiero más solvente del mundo" y optó por dos soluciones cañís. Por un lado, para reforzar la solvencia de las entidades, permitió que, en vez de ampliar capital (las cajas no podían hacerlo porque no tenían acciones), emitieran unos híbridos entre bonos y acciones llamados preferentes (acciones preferentes en el resto del mundo porque en caso de quiebra cobraban las penúltimas antes de las acciones ordinarias; participaciones preferentes aquí porque las cajas no tenían acciones); y como los inversores profesionales exigían unos precios altísimos, impulsó que se vendieran a los clientes minoristas que no tenían ni idea de lo que les colocaban con la connivencia de la CNMV, que miraba hacia otro lado, y con las consecuencias que todos conocemos. Y por otro, impulsó las fusiones, primero frías y luego calientes, entre entidades con gravísimos problemas como si eso fuera a solucionarlos: así nacieron Bankia, Novacaixagalicia (hoy Abanca), Banca Cívica, CatalunyaCaixa, etc. MAFO podía haberlo evitado siguiendo el ejemplo del resto del mundo. Pero no hizo nada.
MAFO era gobernador del Banco de España cuando este castillo de naipes se vino abajo y hubo que empezar a rescatar entidades quebradas. Cuando el BdE y el Gobierno regalaron CCM a Cajastur con enormes garantías públicas para evitar la primera quiebra de una caja -será muy interesante qué dice su correligionario Hernández Moltó sobre la actuación de MAFO en el juicio que comienza esta semana-. Cuando también regaló la CAM a Sabadell o Unnim a BBVA también con enormes garantías contra pérdidas, esta vez a cargo del Fondo de Garantía de Depósitos para que no computaran como déficit público, aunque el truco no coló en Europa. Cuando el Gobierno decidió sacar a bolsa la Bankia de Rato como una cuestión de Estado, de nuevo a costa del cliente minorista y con unas cuentas de ciencia ficción en las que el BdE prefirió no profundizar demasiado. Cuando hubo que nacionalizar Novacaixagalicia, CatalunyaCaixa y BMN, y rescatar también con dinero público a Liberbank, Caja3 y Ceiss. MAFO dijo que la CAM era "lo peor de lo peor" como si él no hubiera sido el responsable de supervisar la entidad y de evitar que llegara a esa situación. Pero, en efecto, no había hecho nada.
Impulsó las fusiones entre entidades con gravísimos problemas como si eso fuera a solucionarlos: así nacieron Bankia, Novacaixagalicia, Banca Cívica...
MAFO era el gobernador del Banco de España cuando los inspectores le alertaron en repetidas ocasiones de la que se avecinaba, pero él prefirió ignorarlos y guardar sus informes en un cajón a la espera, al parecer, de que los problemas se solucionaran solos. De hecho, en sus intervenciones en público se limitaba a pontificar sobre la necesidad de una reforma laboral radical -bajar salarios, indemnizaciones, etc.- mientras guardaba un escandaloso silencio sobre la catástrofe que se desarrollaba bajo su responsabilidad. Y también lo era cuando los prebostes que habían llevado las cajas a la ruina fundían alegremente sus tarjetas 'black' o se marchaban cobrando indemnizaciones y pensiones escandalosas. José Luis Pego, exdirector general de Novacaixagalicia, declaró en la Audiencia Nacional que en el Banco de España le dijeron que cogiera el dinero y se callara. MAFO podía haber evitado todo esto. Pero no hizo nada.
MAFO era el gobernador del Banco de España cuando el PP llegó al poder con el objetivo prioritario de solucionar la debacle del sector financiero, presionado por las instituciones internacionales, y adoptó medidas como los dos 'Decretos Guindos' y la nacionalización de una Bankia, el elefante en la habitación, que acabaron forzando el rescate. Es posible que, como dice MAFO, esto se pudiera haber hecho de otra forma menos costosa para el contribuyente. Pero la solución no habría sido muy diferente después de todo lo que había ocurrido durante su mandato (por cierto, el traspaso de la supervisión bancaria al BCE es consecuencia de la incapacidad demostrada de los países periféricos, notablemente España, para supervisar su banca nacional). Pero él no tuvo la culpa. La culpa fue del chachachá.
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