Buscar este blog

sábado, 12 de septiembre de 2015

Nouriel Roubini, inesperado súper héroe al rescate de China

China se ha encontrado con un inesperado aliado en su intento de tranquilizar a los inversores sobre la evolución de su economía, tanto real como financiera. Se trata del Dr. Doom, Nouriel Roubini

Foto: El economista Nouriel Roubini en la Fundación Rafael Del Pino. (Enrique Villarino)

El economista Nouriel Roubini en la Fundación Rafael Del Pino. (Enrique Villarino)

China se ha encontrado con un inesperado aliado en su intento de tranquilizar a los inversores sobre la evolución de su economía, tanto real como financiera.
Se trata del Dr. DoomNouriel Roubini.
que el gigante asiático no está en caída libre –espera un crecimiento suelo del 6’5% este año y 6% en 2016-;
que su sistema bancario está soportado por el Estado y, por tanto, no hay un riesgo de colapso de esa industria ‘a la occidental’;
que la retirada masiva de fondos de su mercado bursátil es ‘excesivo, injustificado e irracional’;
que el impacto de su desplome sobre el conjunto de la ciudadanía será limitado –el número de acciones en manos privadas apenas llega al 30% del P.I.B. frente a la realidad estadounidense en el Crash del 29 (81%) o cuando el estallido dotcom de 2000 (183%)-;
y, por último, que, al calor de lo anterior, aquellos que han deshecho precipitadamente posiciones en ese parqué responden al perfil de  ‘maníaco depresivos mal informados’.
Y añade, como guinda al pastel de sus ‘mesuradas’ palabras, que la amenaza de una devaluación de su divisa -con el consecuente impacto deflacionario global- no es tal a día de hoy pues la moneda apenas se ha depreciado un 2’2% desde que se anunciara su ‘libre’ flotación contra el dólar a mediados de agosto. Postura que refuerza aludiendo al compromiso del premier chino, Li Keqiang, de mantener estable el tipo de cambio local en el tiempo.
Fíate tú, ya verás dónde quedan sus promesas en caso de necesidad.
Sea como fuere, para el gurú estaríamos pues ante el típico caso de cuando China tose, el mundo se constipa.
El problema es que, efectivamente, es así. No hay que olvidar la contribución que China ha tenido al crecimiento mundial en los últimos años, ni cómo se ha traducido su reciente ralentización en términos de caída de la demanda de materias primas o de los volúmenes del comercio internacional, con importantes consecuencias tanto para los emergentes productores de commodities como en los países de su área más cercana de influencia.
Un fenómeno que, de momento, ha llegado para quedarse: los últimos datos de actividad manufacturera y balanza comercial no invitan al optimismo.
Pero más allá de las certezas macro, o de las implicaciones micro de un estallido bursátil como el sufrido por su mercado de acciones este verano, lo que importan son las expectativas. Puede que Roubini tenga razón y la posibilidad de un aterrizaje brusco de la economía local resulte posible pero improbable. Pero, lo relevante es a qué coste se consigue. Y es aquí donde entra en juego un miedo de los inversores mucho más racional de lo que el estratega cree.
Para mantener la pelota rodando, China tiene que generar empleo y riqueza. Respecto al primero, su gobierno lleva años sintiendo en sus propias carnes el dolor de la pérdida de competitividad, fruto de la presión salarial, la adecuación de los estándares productivos a las exigencias de los clientes del mundo desarrollado y una moneda sobrevalorada. En relación con la segunda, tras haber agotado la bala inmobiliaria, ahora ha quemado la bursátil lo que lleva todo, de nuevo, al ámbito de la economía real.
Y ese dilema de crecimiento históricamente se ha resuelto de una única manera, más aún cuando lo que está en juego es la propia estabilidad del conjunto del sistema. Actuando sobre la divisa.
No parece que haya mucha más opción.
¿Y entonces?
De momento Supermán Nouriel ha llegado al rescate del Partido Comunista chino. Pero… el salvado puede ser portador de kriptonita. 
Cuidado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario