Todo el que esté interesado por las ideas tuvo sin duda la siguiente experiencia. Tienes curiosidad por cierto tema. Empiezas con periódicos, lees un poco más profundamente, te ves atrapado más ampliamente y empiezas a comprar y comprobar un libro tras otro. Enseguida estás creando una biblioteca de buen tamaño. Hablas ese lenguaje. Conoces a los participantes. Aplicas las ideas para entender el mundo. Pero sigue habiendo huecos y profundizas para llenarlos.
Entonces un día encuentras algo diferente: un libro que no solo incorpore todo lo que aprendiste hasta ahora, pero los sobrepasa a todos en amplitud y profundidad. Te maravillas de cuánto tiempo y energía podías haberte ahorrado si lo hubieras encontrado antes. La mente detrás del libro es tan impresionante que hace que todos los demás autores parezcan menores.
Es más, el autor pone a tu disposición algo que buscabas pero nunca pudiste encontrar y no siquiera sabías que existía: una estructura teórica rigurosamente defendida que convierte trozos dispersos de conocimiento en una estructura de pensamiento a prueba de balas.
Si el tema en cuestión es la economía, el libro que aúna todo es La acción humana, de Ludwig von Mises. ¿A qué se parece encontrar el libro después de años leyendo economía? Imaginaos en una gran mansión que esta oscura, salvo por las farolas de la pared. Saltas de un interruptor a otro, tocando las paredes. Entonces llega alguien y activa un interruptor que ilumina todo el edificio, dentro y fuera, incluyendo los terrenos exteriores. Eso es lo que hace La acción humana.
Tiene todas las características de los mejores tratados que llegaron antes, como los de J.B. Say y Frank Fetter: una explicación completa que lleva al lector paso a paso, pero va mucho más allá que aquellos al proporcionar una enorme estructura metodológica que demuestra cómo pensar en economía y su relación con la ciencia social y natural. Ofrece una teoría de la teoría, una teoría en sí misma, aplicaciones para el mundo real y muchos ejemplos históricos a lo largo del camino.
Es algo maravilloso que exista el libro y solo se puede observar con asombro la mente que lo creó. Pero la maravilla es aún más emotiva cuando se considera el contexto histórico. Mises había sido un economista famoso en el primer periodo de entreguerras en Europa. En 1912 había escrito sobre dinero y cambiado la forma en la que los economistas entendían este tema.
En 1922, escribió un libro que aplastaba el socialismo como estructura teórica y empezó un debate que duró décadas. Había aunado una teoría del ciclo económico que preveía la causa y solución para la Gran Depresión.
Había habido otros libros: uno sobre reforma económica después de la Primera Guerra Mundial, uno sobre liberalismo como ideología política y otro sobre intervencionismo. Hubo ensayos metodológicos y hubo un floreciente seminario que se reunía periódicamente.
La gran libro teórico no había aparecido aún y ni siquiera los allegados de Mises sabían que estaba llegando. Pero entonces vino la tragedia. Exactamente como había anticipado Mises, los conflictos no resueltos que dejó la Gran Guerra, combinados con una mala política económica y un cambio de ideología, llevaron al auge de forma de totalitarismo en competencia. Mises era enemigo jurado de ambas y ambas amenazaban el continente.
Mises tenía que irse. Se acabó su seminario. De hecho, todo el firmamento intelectual que había creado la primera generación de misesianos estaba siendo destruida. Mises encontró un puesto, un refugio, en Ginebra, Suiza, un país que sabía que era muy probable que mantuviera la neutralidad en la inminente guerra. Mises abandonó Austria en 1934 y consiguió un puesto en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales.
Empleó su tiempo extraordinariamente bien. A pesar de todos los horrores que se estaban produciendo en Europa y en todo el mundo, su gran tratado apareció en 1940. Se llamaba Nationalokoenomie. Estaba en alemán. Pensad en lo que sabéis sobre historia e imaginad lo bien que le iría a un libro sobre ciencia económica, desde una perspectiva de libre mercado, escrito en alemán y publicado en Ginebra, si se publicara en vísperas de una de las grandes calamidades de la historia. El libro de Mises murió el mismo día en que se publicó.
Luego Mises abandonó Europa y vino a EEUU. No tenía dinero. Sus papeles en Austria fueron confiscados por el ejército alemán y su apartamento saqueado. Tenía 60 años y estaba empezando de nuevo en EEUU. Su inglés hablado no era bueno. No tenía ningún puesto en la universidad. Pero se negó a rendirse. Siguió adelante y su plan de publicación empezó de cero en EEUU, gracias a un editor amigo en la Yale University Press y algunos otros alumnos en puestos influyentes.
Yale le pidió que trabajara en una traducción de su obra de 1940. ¡Vaya tarea abrumadora! Pero se puso a trabajar. No solo la tradujo: la expandió, reforzando las secciones metodológicas y añadió secciones inspiradoras sobre el futuro de la economía. Todo el que haya leído tanto La acción humana como se predecesora alemana dice que La acción humana es incluso mejor.
El libro era inmenso: 900 páginas. Yale se resistía a aceptarlo. ¿Quién podía creer que se convertiría en una sensación editorial? Pero lo fue. ¡Leer los memorandos internos entre el personal de la editorial (expresaban sorpresa y asombro ante la ventas) es de verdad muy divertido!
El libro se convirtió en el hilo esencial que construyó la tela de economía de libre mercado en el periodo de posguerra en EEUU. Todos los que marcaron una diferencia posteriormente (Murray Rothbard, Ayn Rand, Henry Hazlitt, Hans Sennholz y cientos más) lo habían leído y habían sido influidos permanentemente por él. Tanto supone este libro en la historia de las ideas que no podemos ni siquiera imaginar cómo sería hoy sin él la estructura de las ideas.
La gente escribe a menudo acerca de la emergencia en la posguerra del “movimiento conservador” (una expresión que he llegado a odiar). Tan importante como F.A. Hayek, Richard Weaver, Russell Kirk y todos los demás, fue el libro de Mises que salvó el pensamiento de libre mercado en Estados Unidos. Pero no se quedó aquí. El libro de Mises se convirtió en uno de los que marcan una época.
Incluso sin saber nada de esta historia, un estudiante puede tomar hoy el libro de Mises y experimentar precisamente lo que han experimentado generaciones de lectores: esa abrumadora sensación de ilustración intelectual, esa sensación de haber encontrado la pieza perdida que hace que se complete de repente el rompecabezas del mundo.
Como puede atestiguar cualquiera que conozca bien el libro, este resiste dos, tres o incluso una docena de lecturas. Siempre encuentras más en él cada vez. A lo largo de los años en el Instituto Mises, hemos realizado muchos grupos de lectura sobre él. Nos ha tomado tan poco tiempo como una semana (los alumnos estaban completamente exhaustos al final) y tanto como un semestre. Pero nunca basta. El libro no es solo una educación económica completa por sí mismo, es un terreno supremamente fértil para extensiones, aplicaciones y avances en todas direcciones.
¿Cuál es la principal contribución del libro? El establecimiento de la economía como una ciencia de un tipo especial: uno que investiga las implicaciones lógicas del hecho de la acción para descubrir leyes fijas de causa y efecto. Esto es importante porque la gente tiende a cometer dos errores con respecto a la economía. Cree o que no es una ciencia porque se ocupa de seres humanos, o que es una ciencia que requiere métodos positivistas. Ninguna de ambas cosas es sostenible, pero la tercera opción no se conoce por lo general, es decir, ver que la tarea de la economía como descubrir, explicar y aplicar las leyes económicas que dictan los límites de la imaginación intelectual y política.
No continuaré aquí con mi explicación. Pero me gustaría decir algo acerca de la Edición para Investigadores del Instituto Mises de La acción humana. La idea se nos ocurrió cuando encontramos por primera vez algunos escritos de la década de 1940 en los que Mises se oponía con vigor al servicio militar obligatorio. Lo misterioso es que es conocido que La acción humana defendía el servicio militar obligatorio. Pero una investigación posterior reveló que fue solo en las ediciones de 1963 y 1966 en las que Mises añadió sus comentarios sobre el servicio militar. Buscamos otros cambios entre la edición original y las que aparecieron mucho después. Se había abandonado mucho y se había añadido mucho.
Los cambios no fueron del todo objetables y, en todo caso, expresaban actitudes de Mises en lo más alto de la Guerra Fría. Pero independientemente de lo que se piense de las ediciones posteriores, estos cambios se realizaron al calor del momento político, mientras que el gran mérito de la edición de 1949 es precisamente que escribió un libro eterno en un momento de grandes convulsiones políticas. Su libro fue luz, no calor. Indudablemente, este original tenía que imprimirse, igual que cualquiera estaría interesado en la primera edición de La riqueza de las naciones o los Principios de Say. También está el asunto de las citas: la primera edición sigue siendo la más citada de todas. Así que la Edición para Investigadores toma la primera edición, añade un maravilloso índice que se había publicado por separado en 1954, además de un largo prólogo explicando las diferencias entre todas las ediciones. Usamos los mejores materiales disponibles y no escatimamos ningún gasto en la encuadernación.
Una recomendación final. Si estás leyéndolo por primera vez y aún no tienes la paciencia para un argumento metodológico detallado, puedes empezar en la página 200 y seguir adelante, dejando el material saltado para el final.
Mises creía que las ideas son nuestra mejor arma en la lucha por la libertad. En este caso, La acción humana es nuestro armamento nuclear. Es un logro excelso y sobresaliente, un legado casi milagroso que este gran hombre dejó al mundo. No me cabe duda de que continuará siendo leído durante muchas generaciones y algún día sea generalmente considerado como uno de los grandes logros del siglo XX.
Publicado originalmente el 15 de mayo 2006. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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