Si la tecnología suprimiera puestos de trabajo… ya habrían
desaparecido todos.
En lo que tampoco falla el catedrático es en apuntarse al milenario rechazo al comercio: "Desaparece la intermediación, y con ella centenares de miles de puestos de trabajo". Cree ingenuamente que el autoservicio y el comercio electrónico atacan el empleo y, por supuesto, está en contra de la economía colaborativa. Vuelve Ludd, otra vez.
El legendario capitán Ludd, que dio nombre a los luditas,
los destructores de máquinas que pensaban hace dos siglos que la tecnología era
la causa del paro, vuelve de cuando en cuando a agitar sus dislates, que, por
cierto, ya refutó David Ricardo en la tercera edición de sus Principios
en 1821. Y así Gregorio Martin Quetglas, catedrático del
Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia, pronostica que con la
digitalización se destruirán más empleos de los que se crearán, y recomienda
"administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso".
Si la tecnología suprimiera puestos de trabajo… ya habrían
desaparecido todos. Si en vez de ello hay muchos más empleos hoy que hace dos
siglos, habiendo sido el progreso técnico incesante y generalizado, es porque
Ricardo y los clásicos acertaron cuando sostuvieron que la tecnología impulsa la
productividad, la riqueza y el empleo.
Como siempre ha sido así, los que vuelven con la jeremiada tienen que decir
que ahora no, ahora va a ser diferente. Lo dice el profesor Quetglas, pero no lo
prueba. Lo que sí prueba es su capacidad de repetir dogmas, como eso de que el
trabajo es un bien escaso, como si eso significara que el poder debiera decidir
cómo repartirlo…democráticamente, faltaba más. No parece percibir que la
creatividad humana, la fuente básica de la riqueza y el empleo, no escasea; y
tampoco percibe que precisamente la coacción política y legislativa, tantas
veces amparada en la democracia, sí puede recortar el empleo, como bien sabemos
en España. El disparate del reparto del trabajo, al que también se apunta el
profesor, no abre "un arduo debate político", sino la lúgubre posibilidad de una
intervención aún mayor el llamado mercado de trabajo,
con el consiguiente efecto negativo sobre el empleo.
En lo que tampoco falla el catedrático es en apuntarse al milenario rechazo al comercio: "Desaparece la intermediación, y con ella centenares de miles de puestos de trabajo". Cree ingenuamente que el autoservicio y el comercio electrónico atacan el empleo y, por supuesto, está en contra de la economía colaborativa. Vuelve Ludd, otra vez.
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