Las subidas fiscales que propone Atenas dificultarán el crecimiento y, además, casi un tercio de Syriza rechaza cualquier acuerdo con la troika.
Manuel Llamas
Las bolsas europeas subieron con fuerza y las primas de riesgo de los países periféricos bajaron de forma intensa ante la perspectiva de que, al fin, después de cinco meses de tensas negociaciones, se produzca un acuerdo a finales de esta semana para desbloquear el último tramo del rescate heleno, equivalente a 7.200 millones de euros, evitando así el peor de los escenarios: quiebra, corralito y posible salida del euro.
La única razón para el optimismo radica, básicamente, en que Syriza ha movido ficha en la dirección que más o menos exigía la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), después de resistirse a cumplir las condiciones mínimas para desbloquear el rescate.
Esta cesión parcial por parte del primer ministro heleno, Alexis Tsipras, constituye una "base" sobre la que poder cerrar un posible acuerdo los próximos días, según avanzó el Eurogrupo el lunes. Ahora bien, eso no significa que los ajustes propuestos por Syriza sean los correctos ni que, mucho menos, logren la aprobación del Parlamento griego y el visto bueno unánime de las tres instituciones involucradas en el rescate, especialmente del FMI.
Fuertes subidas de impuestos
Por un lado, es cierto que Tsipras ha cruzado algunas de sus famosas "líneas rojas", pero no con la intensidad ni en la línea concreta que demandaba la troika. El documento de propuestas remitido in extremis por Atenas contiene un ajuste fiscal próximo a 8.000 millones de euros entre 2015 y 2016, con el fin de alcanzar un superávit primario (descontando el pago de intereses) del 1% del PIB este año y del 2% el siguiente. Sin embargo, más del 90% de dicho ajuste consiste en nuevas y fuertes subidas de impuestos, en lugar de recortes de gasto.Entre otros aumentos fiscales, Syriza propone:
- Aplicar una tasa extraordinaria del 12% sobre las empresas que hayan obtenido beneficios superiores a 500.000 euros en 2014.
- Elevar el Impuesto de Sociedades del 26% al 29% a las cerca de 15.000 empresas con ganancias brutas superiores a los 100.000 euros al año.
- Subir el denominado "impuesto de solidaridad" a las familias que ganan más de 30.000 euros al año, así como aplicar nuevos impuestos a la publicidad en televisión, elevar del 10% al 13% el gravamen sobre bienes de lujo -incluyendo a los yates- o incrementar los ingresos derivados de la concesión de nuevas licencias de lotería, juegos online y operadores de telefonía.
- El impuesto a la propiedad inmobiliaria se mantiene intacto, pero aumenta la presión fiscal sobre el suelo agrícola.
- Los recortes de gasto, por el contrario, se concentran en una reducción de apenas 200 millones de euros en el presupuesto de Defensa y otros 360 millones vinculados al endurecimiento de las condiciones de accedo a las prejubilaciones.
Las 'líneas rojas': pensiones e IVA
Pese a ello, Tsipras ha cedido parcialmente en dos puntos que, hasta ahora, parecían intocables para el Gobierno heleno. Por un lado, Syriza propone no recortar las pensiones bajas, pero acepta retrasar la edad legal de jubilación hasta los 67 años a partir de 2025, frente a 2035 de la anterior propuesta, además de restringir las prejubilaciones, junto a un nuevo aumento de las cotizaciones sociales para reducir el agujero del sistema público.Así, mientras que la troika exigía un ajuste en pensiones equivalente al 0,5% del PIB en 2015 y del 1% en 2016, el avance radica en que Syriza ofrece ahora un 0,37% y un 1,05%, respectivamente, frente a la anterior propuesta del 0,04% en 2016 y 0,08% en 2017.
El otro punto conflictivo con los acreedores era el IVA. Syriza mantiene tres tipos diferenciados (6%, 13% y 23%), pero ahora se compromete a aplicar a la mayoría de productos el tipo general del 23%. El tipo reducido del 13% se limitaría únicamente a la energía, los alimentos básicos y los hoteles, mientras que habría un tipo superreducido del 6% para suministros médicos y libros. De este modo, según los cálculos de Atenas, se aumentaría la recaudación en 660 millones en 2015 y 1.360 millones de euros en 2016, algo menos que los casi 1.800 que pedía la troika.
Dañará el crecimiento
El gran problema de la propuesta helena es que, si bien se aproxima al ajuste fiscal solicitado para garantizar el cumplimiento de los objetivos presupuestarios, casi todas las medidas consisten en nuevas subidas de impuestos sobre las familias y las empresas, imitando así la errónea senda seguida entre 2010 y 2013 por los anteriores gobiernos helenos. Fuentes de la troika admiten que los nuevos aumentos fiscales dañarán el crecimiento potencial de Grecia a medio y largo plazo, en un momento, además, especialmente grave, ya que la economía helena ha vuelto a recaer en la recesión.Los analistas del banco de inversión Berenberg, por su parte, coinciden en que "Atenas propone casi exclusivamente subidas de impuestos en lugar de reformas estructurales para favorecer el crecimiento y recortes de gasto bien orientados". El acuerdo evitaría la quiebra y la salida del euro de Grecia, pero dañaría aún más la golpeada economía helena, restringiendo el futuro ritmo de crecimiento y retrasando la recuperación laboral.
Si las medidas de ajuste no se concentran en la aprobación de profundas reformas estructurales para mejorar la productividad de la economía griega y nuevos recortes de gasto para garantizar los superávits presupuestarios, el riesgo de incumplimiento de los objetivos y las condiciones del rescate seguirán presentes, retrasando, una vez más, la solución definitiva del problema griego.
Necesita luz verde del FMI y del Parlamento
Por otro lado, aunque los líderes europeos afirman que el documento remitido por Atenas sirve de "base" para negociar, eso no significa que no se exijan cambios ni modificaciones. Alemania se ha mostrado precavida respecto a las propuestas griegas y, en este sentido, cabe recordar que el acuerdo tiene que obtener la aprobación del Parlamento germano. Además, el apoyo del FMI, que es la institución que se ha mostrado más fría hasta el momento, es fundamental para que Berlín acabe otorgando luz verde al desbloqueo del último tramo del rescate y, de momento, no ve con buenos ojos las subidas fiscales planteadas por Syriza.Asimismo, Tsipras aún tiene que vender el acuerdo a su propios partido y a sus socios de gobierno, lo cual no será fácil. El ala más radical de Syriza rechaza cualquier extensión del rescate y la aplicación de nuevas medidas de ajuste. De hecho, esta facción, que representa a casi el 30% de la coalición de izquierdas, defiende impagar y salir del euro. Y algo similar sucede con sus socios nacionalistas en el Gobierno, contrarios a aplicar recortes en la cartera de Defensa.
A la hora de la verdad, es posible que Tsipras logre recabar el apoyo de otros partidos europeístas, como es el caso de To Potami, Nueva Democracia o el Pasok, para aprobar un pacto con la troika en el Parlamento y, así, evitar el temido default. Sin embargo, en ese caso, la posición política de Tsipras quedaría muy debilitada, obligando, posiblemente, a la convocatoria anticipada de elecciones o a la celebración de un referéndum sobre la prolongación del rescate.
Sea como fuere, la cuestión es que, incluso si se cierra un acuerdo y éste es aprobado tanto por Grecia como por sus acreedores, los graves problemas de la economía helena seguirán presentes. Sin profundas reformas estructurales para liberalizar su estructura productiva, así como para reducir y mejorar de forma sustancial la eficiencia de su enorme Administración Pública, junto al recorte de gastos -y la consiguiente reducción de impuestos- para seguir registrando superávit fiscal y, de este modo, reducir su abultado endeudamiento, Grecia no logrará salir definitivamente del atolladero.
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