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lunes, 22 de junio de 2015

Syriza difumina sus líneas rojas: romper el Gobierno o romper el euro

Todavía no se puede hablar con optimismo desbocado, pero las propuestas económicas helenas llegadas el lunes a Bruselas, aunque tardías, han parecido aplacar los miedos

Foto: Manifestantes a favor de la UE en Grecia. (Reuters)
Manifestantes a favor de la UE en Grecia. (Reuters)

 
Todavía no se puede hablar con optimismo desbocado, pero las propuestas económicas helenas llegadas el lunes a Bruselas, aunque tardías, han parecido aplacar los miedos a una salida del euro de Grecia. Suspiros de alivio en la Unión Europea, pero sobre todo en Atenas. Como hemos repetido hasta la saciedad y las encuestas muestran tozudamente, los griegos quieren quedarse en el euro, aunque rechazan frontalmente más austeridad.
El primer ministro Alexis Tsipras sabe que ahora va tener sin demasiada dilación que concretar más las propuestas, así se lo ha pedido Dijsselbloem, y con ello va tener que tomar una decisión hamletiana. Así, lo que gusta en Bruselas no agrada a parte de las filas de Syriza. Es más, es que muchos en esa facción rebelde -la llamada Plataforma de Izquierda- busca sin tapujos es la salida del euro. Al líder heleno no le va a bastar su carisma para complacer al mismo tiempo a los acreedores y a su propio Gobierno (en su coalición están además los ultranacionalistas de ANEL, que se declaran anti memorándum): va a tener que elegir.
Syriza difumina sus líneas rojas: romper el Gobierno o romper el euro


¿Villano de la izquierda y héroe del euro?
Un vendedor de Atenas le decía a la televisión francesa esta mañana: “Nadie sabe dónde vamos. Habrá seguramente nuevas elecciones. No deberíamos haber entrado en la zona euro”. Y no es una opinión aislada, se puede encontrar por toda Atenas. A pesar del optimismo que reina de manera general, teñida en ciertos momentos de reivindicación antirecortes, hay una parte no desdeñable de la sociedad que preferiría haberse ahorrado estos cinco meses y haber roto ya con la troika.
Es el caso de cerca de un 40% de los miembros de la asamblea de Syriza pueden ser considerados de la ya nombrada Plataforma de Izquierda: los más radicales con respecto a la moneda única, dispuestos a romper con la Unión Europea para volver a la política monetaria helena y, por lo tanto, al dracma, llevan presionando a Tsipras desde que ganó las elecciones.
Para aplacarlos hasta ahora ha tenido que hacer gestos como la comisión para auditar la deuda o reclamar insistentemente las reparaciones de la Segunda Guerra Mundial a Alemania. Pero si el acuerdo llega y tiene medidas de compromiso, no va a ser fácil para el líder de Syriza capear el temporal.

Manifestantes griegos envueltos en la bandera nacional. (Reuters)
Manifestantes griegos envueltos en la bandera nacional. (Reuters)
¿Pedir perdón al electorado?
Varios de los ministros del Gobierno pertenecen a esta corriente. También Yanis Miliós, el responsable de política económica durante la campaña -entrevistado por El Confidencial-, que dimitió de sus funciones al considerar que el Ejecutivo se vendía a la troika. Y el histórico Manolis Glezos, héroe de la guerra mundial, que pidió perdón a los griegos por las cesiones de su partido a los acreedores.
Otro ejemplo: el diputado y académico Costas Lapavitsas, que ha dicho y escrito por activa y por pasiva que Grecia debería volver al dracma. En resumen, pesos pesados dentro del partido que han "tragado" hasta ahora con, por ejemplo, que Syriza renunciara a una quita en este segundo rescate.
Si el primer ministro heleno hace ademán de "cruzar las líneas rojas", se arriesga a una escisión en el partido o, en el mejor de los casos, a que una parte de él no vote a favor de las reformas en el Parlamento y una parte del electorado de Syriza deje de apoyarle. La parte que en las manifestaciones antiausteridad del miércoles y del domingo (a las que acudieron miles de personas) sacó las pancartas de "no al euro".
Tsipras tendría que echarse en brazos en partidos a los que criticó duramente durante la campaña
Para colmo no es el único asidero que podría perder. La otra pata de su Gobierno, los Griegos Independientes (ANEL) tampoco están por la labor de facilitar más austeridad o reformas en la línea que le gusta a Bruselas. Ante el rumor surgido en la mañana del lunes que planteaba la posibilidad de que se armonice el IVA en las islas con el del continente (y por tanto suba en el insular) el líder de ANEL y ministro de Defensa, Panos Kammenos, ha declarado que para él sería un casus belli. Muy claro ha sido: los isleños cercanos a Turquía, ha advertido, se irán a comprar a los comercios del país vecino (pesadilla para un nacionalista griego).
Sin los diputados de ANEL y sin algunos de Syriza, Tsipras tendría que echarse en brazos en partidos a los que criticó duramente durante la campaña como el partido de la ‘casta’ Pasok o el liberal To Potami, y, si las medidas acordadas no lo rompen antes, esto último sí podría hacer implosionar el partido-coalición. Las consecuencias de un acuerdo pueden ser son unas elecciones o un referéndum Algo que, como dijo Mario Draghi, es ‘territorio inexplorado’. Lo que está claro es que Alexis Tsipras va a tener que pagar un precio llegue a un entendimiento con los acreedores o no: enemistarse con una parte del país.

La policía carga en una manifestación de pro-europeos. (Reuters)La policía carga en una manifestación de pro-europeos. (Reuters) ¿Qué es lo que Grecia está ofreciendo?
El documento general de las proposiciones de Atenas, al que ha tenido acceso El Confindencial el lunes por la tarde, apoyado por las reacciones de ligero optimismo de los líderes europeos, es un claro indicativo de que se van a cruzar unas cuantas líneas rojas.
La primera, la de las pensiones, escenario de los últimos tira y afloja de las instituciones bruselenses con el Ejecutivo heleno. La parte griega, según este documento, aceptaría limitar los retiros anticipados y aumentar las contribuciones de los trabajadores en diversos modos. En dos años (2015-2016) recortaría el equivalente a 1,42% del PIB. La Comisión Europea planteó el objetivo de reducción del 1% del PIB para hacer el sistema más eficiente.
Segunda, los impuestos. Grecia ha ofrecido, según la prensa griega, establecer tres categorías de IVA: 23% para el IVA normal -que incluiría más productos de los que ahora comprende-, el 13% para energía y comestibles básicos; y el 6% para medicinas y libros. Grecia pretende ingresar en dos años alrededor de un 1% de su PIB con este alza. Otras medidas se dirigirían a varios nuevos incrementos de impuestos sobre las grandes corporaciones -sobre beneficios- y las grandes fortunas, lo que reportaría según Atenas, alrededor de otro 1% del PIB. Además se implementarán recortes en Defensa y un impuesto a los yates de lujo.
En total Syriza espera incrementar sus ingresos en 1,51% en 2015 y un 2,87% en 2016. Mucho que trabajar, dice la UE, que ha evitado hacer declaraciones largas, todo está en un equilibrio muy precario. La prueba es que Varufakis, por primera vez en mucho tiempo, no ha hablado a la entrada del Eurogrupo.

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