Por Alberto Benegas Lynch (h)
Seguramente no hay un tema de mayor importancia que lo que ha dado en denominarse “la cuestión social”. La economía es para el hombre, si no sirve para atender el propósito de mejorar las condiciones sociales de la gente no sirve para nada. El tema del desempleo, de los salarios y de los sindicatos constituye un trípode medular.
Veamos el asunto por partes. Los recursos son escasos frente la las ilimitadas necesidades. El recurso de mayor trascendencia es el factor trabajo, no solo por tratarse de seres humanos sino porque no se concibe la prestación de ningún servicio ni la producción de bienes sin el concurso del trabajo manual e intelectual. Entonces, por el principio de no contradicción, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo bajo las mismas condiciones. En nuestro caso, el desempleo significa que sobra el factor trabajo pero hemos dicho que se trata de lo indispensable y escaso. O una cosa o la otra.
Es entonces pertinente subrayar que allí donde hay acuerdos libres y voluntarios entre las partes no hay tal cosa como sobrante de trabajo no importa la pobreza descomunal o la riqueza más exorbitante. Pongamos como ejemplo la situación de un grupo de náufragos llega a una isla deshabitada. No hay en aquí el tema de las llamadas “fuentes de trabajo”, no hay empresas ni nada que se le parezca, sin embargo nadie en su sano juicio podría sostener que no hay nada por hacer. Al contrario, hay todo por hacer, no les alcanzará a los náufragos las horas del día y de la noche para atender todas las urgentes necesidades. Cada uno se dedicará a lo que pueda, pescar, subirse a los árboles para recoger frutos, defenderse de las fieras salvajes etc. y como resultado habrán intercambios entre los náufragos y esto significa que unos se emplean en términos de otros a través de las referidas transacciones. En otros términos no hay desempleo.
Sin duda que puede colocarse una nota a pie de página para decir que estará desempleado aquel cuya condición no le permite hacer nada de nada en ninguna dirección, es decir el incapacitado total. En este caso, la benevolencia se ocupará del problema como lo ha hecho en el curso de la historia allí donde hay libertad y donde los aparatos estatales no se entrometan degradando el sistema por el que se arranca el fruto del trabajo ajeno alegando que solo los burócratas tienen corazón mientras todo el resto están imbuidos de maldad y desinterés por el prójimo (para ampliar este tema puede consultarse mi libro en colaboración con Martín Krause En defensa de los más necesitados, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1998).
En todo caso, para los casos habituales y no de inválidos absolutos, reiteramos no hay tal cosa como desempleo, mientras se permitan los aludidos arreglos libres y voluntarios. Desafortunadamente los gobiernos interfieren en los salarios y, por tanto, generan desocupación en mayor o menor medida, lo cual constituye una tragedia no solo para los desocupados sino para toda la comunidad puesto que se cuenta con una fuerza laboral menor.
La interferencia gubernamental estableciendo demagógicamente salarios superiores a los de mercado directamente o indirectamente a través de sindicatos fascistas expulsa a los que más necesitan trabajar del mercado laboral. Esta expulsión se realiza amparada en lo que ha dado en llamarse “conquistas sociales”, pero lamentablemente no resulta posible enriquecer a la gente por decreto. Si fuera así no habría que decretar incrementos tímidos sino que habría que convertir a todos en millonarios, pero las cosas no son así. No hay magias posibles.
Los salarios e ingresos en términos reales dependen única y exclusivamente de las tasas de capitalización, es decir, de las inversiones que hacen de apoyo logístico para aumentar su rendimiento. No es lo mismo pescar a cascotazos que con una red de pescar, no es lo mismo arar con un tractor que hacerlo con las uñas. Los equipos de capital elevan los rendimientos que es otro modo de referirse a los ingresos o salarios. Lo que obtienen los trabajadores en Canadá no son lo mismo que lo que obtienen los trabajadores en Uganda y el motivo no reside en el clima o en otras consideraciones como no sea el nivel de inversiones que, a su vez, dependen de la calidad de los marcos institucionales que protegen derechos. Por esto es que, por ejemplo, en lugares donde las tasas de capitalización son elevadas se dificulta encontrar servicio doméstico ya que las personas están ubicadas en tareas de mayor responsabilidad y remuneración.
Decíamos que las llamadas conquistas sociales expulsan del mercado laboral a los que más necesitan trabajar. Los gerentes de finanzas, administrativos y demás en las empresas no se enteran del problema a menos que las aludidas conquistas sobrepasaran los ingresos que obtienen, en ese caso ellos no encontrarán empleo por las razones apuntadas.
Aludimos a los sindicatos fascistas como elemento negativo en este contexto puesto que operan escudados en la figura calcada de la Carta de Lavoro de la “personería gremial” que no es la simple personería jurídica o legal. Aquella hace que los monopolios sindicales se adjudiquen por la fuerza la representación. Nuevamente, si se imponen salarios superiores a los que permiten las tasas de capitalización el resultado inevitable es el desempleo y si éste se pretende disimular con expansión monetaria se producirá una contracción en los salarios reales aunque se incrementen en términos nominales. Por otra parte imponen exacciones a los salarios de los trabajadores y manipulan reglones como las “obras sociales” en beneficio de la casta dirigente.
Las genuinas conquistas son siempre producidas por el volumen de capital disponible fruto de ahorro interno o externo. Las condiciones atractivas en países de altas tasas de capitalización en cuanto a la seguridad, el tipo de iluminación o las características de un posible retiro, no se deben a la generosidad de los empleadores sino a la mencionada inversión creciente.
Desde luego que la política impositiva afecta las tasas de capitalización cuando en lugar de establecer sistemas proporcionales a gravámenes indirectos en el contexto de tasas reducidas, se basan en voracidades fiscales para financiar siderales gastos públicos que ni siquiera contemplan brindar servicios esenciales de seguridad y justicia, áreas vitales que son abandonadas para encarar funciones crecientes que no le competen a un gobierno republicano.
No se trata entonces de la mala caricatura ilustrada con el ridículo “efecto derrame” como si los salarios se incrementaran luego que rebalsara el vaso de los ricachones para que pudieran comer los menesterosos de la tierra. Esto es no entender nada del proceso económico para burlarse del mercado de un modo bastante torpe. Como decimos, si el mercado laboral es libre todos los que desean trabajar lo hacen y en la medida en que aumenta la inversión se presiona sobre los salarios para incrementarlos en términos reales. Nuevamente esto es lo que explica que cuando un trabajador se muda de Nicaragua a Estados Unidos multiplica varias veces sus ingresos. Esto es lo que explicaba la diferencia en el nivel de vida de Alemania Occidental de la Oriental.
Se ha dicho que se debe estar atento a las mejoras tecnológicas porque generan desempleo. He aquí otra de las falacias en esta materia. La mayor productividad libera recursos humanos y materiales para asignarlos a otros campos aun no explotados debido a que estaban esterilizados en las áreas anteriores. Esto explica las mejoras en los niveles de vida cuando apareció las refrigeradoras que sustituyeron a los hombres de las barras de hielo o la sustitución de los fogoneros cuando aparecieron las modernas locomotoras y así sucesivamente en todos los rubros. Y no cabe declamar sobre períodos de transición, la vida es una transición, todos los días en todas las oficinas en el mercado los empleados están pensando en que se puede mejorar lo cual redunda en cambios en la reasignación de recursos humanos y materiales y esto beneficia al conjunto a menos que intervenga el gobierno en el sentido antes apuntado que, como también queda dicho, expulsa a trabajadores del mercado laboral con toda la tragedia que ellos significa.
En esta línea argumental cabe reiterar que la llamada redistribución de ingresos por medio de las estructuras gubernamentales significan siempre que éstas vuelven a distribuir por la fuerza lo que pacífica y voluntariamente distribuyó la gente en el supermercado y afines, situación que reduce salarios al significar una nueva asignación de los siempre escasos factores de producción que conlleva la aludida arbitrariedad estatal.
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