Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.
Independientemente de los esfuerzos que realizó Milton Friedman por caracterizar sus contribuciones con la objetividad de un científico, tanto en vida como en la actualidad, es identificado por colegas, y también por críticos, con la ideología liberal.
Friedman creía en los mercados libres y desconfiaba del estado. Compartía con los miembros de la Mont Pelerin Society —a la que pertenecía— ciertos principios básicos en favor de la libertad individual, la economía de mercado, la propiedad privada y el gobierno limitado, aunque hay que aclarar que algunos miembros de la sociedad serían críticos de este último punto, al defender el anarco-capitalismo.
Pero aun siendo un libertario, Friedman fue criticado por varios de sus colegas de la sociedad. Walter Block, sintetiza los puntos en conflicto en su defensa de los vouchers para el sistema educativo, un impuesto negativo sobre la renta, los tipos de cambio flexibles, las leyes anti-trust, la oposición al patrón oro y su crítica a la privatización de las rutas y el océano.1
En este artículo no vamos a trabajar en todos estos puntos, pero tomaremos algunas palabras de Friedman sobre su propuesta monetaria para una sociedad libre para ofrecer algunas aclaraciones sobre su pensamiento.
Friedman luchó por la libertad de elegir.2 Pensaba que la propiedad privada es la base del intercambio, la justicia y el progreso en la sociedad. Defendía el laissez faire capitalista y creía en la mano invisible de Adam Smith, en el sentido de que acciones individuales, aun cuando pueden ser egoístas, maximizan tanto el bienestar individual como el de la sociedad.3 Fue crítico de Marx y de las doctrinas marxistas de la explotación, así como de las nociones anti-capitalistas.4 Defendió el libre comercio, la política de libre-inmigración y la globalización. Luchó por la eliminación de barreras que impiden en ciertos países el ingreso de bienes y servicios, capitales y personas. Se opuso a los controles de cambio, a los controles sobre precios, rentas y salarios, incluyendo el salario mínimo. Creía en limitar al gobierno y en tal sentido propuso la privatización, la desregulación y la desnacionalización. Se opuso al Estado de Bienestar y a los privilegios especiales. Rechazó la planificación central socialista y todas las formas de totalitarismo. Reconoció que cierta desigualdad entre los habitantes del pueblo es inevitable, pero sabía que los principios de la economía de mercado podían terminar con la pobreza. Defendió la igualdad ante la ley, para el rico y para el pobre. Refutó al keynesianismo y explicó los errores de aquellos marxistas que piensan que el capitalismo es inherentemente inestable y que requiere del gobierno para estabilizar la economía. Se opuso al déficit fiscal, a los impuestos progresivos y al Estado de Bienestar y defendió las alternativas del mercado libre sobre la educación y la salud.5 Pero sobre todo, Friedman fue —tanto por sus trabajos teóricos, como empíricos— el mayor enemigo de la inflación, a la que definía como “un impuesto sin legislación”.
Un sistema monetario para una Sociedad Libre
Y es éste justamente uno de los campos principales de conflicto. Cuando a Murray Rothbard —otro importante miembro de la MPS— se le consultó respecto al pensamiento de Milton Friedman, su respuesta fue que “es excelente, excepto en moneda”.6 Rothbard, como tantos otros autores libertarios, han acusado a Friedman de pensar que el sistema de banca central es parte de un sistema monetario ideal en una sociedad libre.
Esta confusión, proviene de analizar la propuesta monetaria más conocida en Friedman “bajo un sistema de banca central”, al aplicar una regla monetaria simple, donde la cantidad de dinero aumenta en forma moderada y estable año a año, acompañando el crecimiento de la economía y manteniendo el nivel de precios estable.
Pero es aquí precisamente donde puede resultar ilustrativa la lectura de una conferencia que Friedman ofreció ante la Sociedad Mont Pelerin en 1981, en Viña del Mar.7 Allí Friedman recalcó que no existe otro aspecto importante además de la política monetaria, respecto del cual los liberales lleguen, partiendo de los mismos principios fundamentales, a conclusiones tan divergentes. Y si bien Friedman evalúa críticamente algunos de los distintos sistemas monetarios alternativos propuestos por sus colegas de la Mont Pelerin Society, no lo hace por considerarlos indeseables, sino por calificarlos de inviables.
No se trata de volver sobre el tradicional debate entre “reglas versus discrecionalidad”, sino avanzar hacia otras propuestas discutidas “entre liberales”.8
Veamos algunos extractos sobre su “crítica” a un posible retorno al patrón oro:
“El retorno a un patrón oro real bien puede ser deseable, pero actualmente es imposible. Requeriría que todos los países abandonaren el uso de la política monetaria como un instrumento para afectar el empleo o los niveles de precios internos”.
Y luego agrega:
“¿Es probable que el resultado sea un uso extensivo del oro? Mi conjetura es que no; que ello no ocurrirá a menos que la conducta monetaria de EE.UU. se haga mucho peor de lo que ha sido y produzca tasas de inflación que sean un múltiplo substancial de las que hemos estado experimentando. La ventaja de un medio de intercambio común; los costos en recursos de un verdadero patrón oro; y los problemas de transición para sobreponerse al hábito y a la inercia, serán, creo yo, suficientes para impedir el surgimiento de un patrón privado realmente significativo.
Sin embargo, me apresuro a agregar que éste es un juicio empírico, no una recomendación o una expresión de oposición a medidas privadas tendientes a promover el desarrollo de un patrón oro privado. Si alguno efectivamente se desarrolla, sería muy bienvenido”.
Algo similar ocurre con su crítica a la propuesta de monedas competitivas de Hayek:
“En resumen, en teoría hay muchas razones para aprobar las proposiciones del profesor Hayek de remover cualquier obstáculo legal al desarrollo de dinero privado competitivo. Tiene, sin embargo, poco apoyo en la experiencia esperar que surja dinero privado que se use en forma amplia en los principales países, a menos que la conducta monetaria del gobierno se haga mucho peor de lo que ha sido en el período post Segunda Guerra Mundial. Y tiene poco apoyo en la experiencia esperar tal degeneración extrema en la conducta monetaria, excepto como consecuencia de un grave conflicto militar”.9
No es el lugar aquí para dar mi opinión sobre las reflexiones de Friedman a estas y otras propuestas. Pero quiero remarcar que Friedman aclaró más tarde que estaría deseoso de “abolir la Reserva Federal”, y que las propuestas que planteara a lo largo de sus escritos, fueron siempre bajo el supuesto de que “existe la Reserva Federal”.
“La diferencia que mantengo con personas como Murray Rothbard es que, mientras yo deseo conocer cuál es mi ideal, también deseo discutir cambios que no son ideales, mientras me conduzcan en la dirección de ese ideal. Entonces aun cuando yo desearía abolir la Fed, he escrito muchas páginas sobre cómo debe manejarse la Fed, dado que existe”. 10
Y éste no fue un hecho aislado. En una carta que Friedman envió a Gregory Mankiw en agosto de 2006, también señaló su voluntad de abolir la Fed:
“He llegado a la conclusión de que los bancos centrales hicieron un trabajo maravilloso al tirar de la lana en los ojos de los economistas. Nos llevaron a todos a creer que el mantenimiento de un nivel de precios relativamente estable es un problema muy difícil que requiere el juicio de los más sabios de los banqueros con experiencia y gente de negocios. La facilidad con que Nueva Zelanda, Australia, Gran Bretaña, etc., han mantenido los precios relativamente estables y han reducido en gran medida la variabilidad de la inflación, sugiere que tal vez no sea un trabajo difícil en absoluto, que los ciclos del pasado no se atribuyen a la dificultad de lograr la estabilidad de precios, sino a los errores de los bancos centrales de no lograr la estabilidad de precios. Nada de lo que he observado en las últimas décadas me ha llevado a cambiar de opinión sobre la conveniencia de una regla monetaria que simplemente aumente la cantidad de dinero de mes en mes a una tasa fija. Esa regla corregiría los errores y eso es probablemente todo lo que podemos esperar obtener de un sistema monetario.
Pero aún mejor sería abolir la Reserva Federal y dar un mandato a la Tesorería para que mantenga el dinero de alto poder en un nivel constante”.11
El rol del académico y rol del político
¿Qué tan lejos se encuentra entonces la obra de Friedman de aquellos que han defendido un retorno al patrón oro, las monedas competitivas o las limitaciones constitucionales? Mi impresión es que lo que distingue a Friedman de otros autores como Hans Sennholz, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek,12 o incluso de Murray Rothbard, es su interés particular por la política, por cambiar el mundo hoy, y no olvidar nunca que lo viable es lo que importa.
Se trata de la distinción, no siempre clara pero importante, entre el rol del académico y el rol del político. El primero debe correr el eje de debate, imaginar nuevos mundos posibles, y no atender a si una propuesta de política pública es viable o no en el presente. El rol del político, o el de aquel encargado de asesorar al gobierno, es diferente. Inspirado en los debates académicos, debe atender necesariamente a aquello que la opinión pública puede digerir en el presente y trabajar a su vez para intentar que una propuesta que no es viable hoy, lo sea en el futuro. Si el primero sólo atiende a lo “viable”, entonces es difícil el cambio y el progreso. Si el político ignora lo “viable”, su carrera no tiene futuro.
Pero Friedman tiene otra postura: "Análogamente, aquellos de nosotros que nos hemos preocupado de la política hemos tenido que elegir no entre órdenes alternativos ideales, sino entre posibilidades alternativas realistas; realistas, me apresuro a añadir, no con respecto a su factibilidad política, que es precisamente lo que deberíamos tratar de encontrar y no eliminar de partida, sino con respecto al resultado efectivo más probable de uno y otro sistema".13
Es en este sentido que Friedman adopta en distintos trabajos un rol u otro, y no comparto la opinión de quienes lo han criticado por ello.
Es en esa “transición” entre la situación actual y “su ideal” donde Friedman acepta, en ocasiones, otorgar subsidios o aplicar políticas que jamás aceptaría en un modelo teórico. Políticas que hacen la diferencia respecto de otros académicos y que le valieron las críticas de sus colegas libertarios.
Friedman siempre tuvo un ojo en la historia económica. Aprendió por ejemplo del caso alemán, donde Ludwig Erhard suspendió controles de precios, avanzó en una reforma fiscal, terminó con la emisión de moneda, lo que no podía tener otro resultado que el “milagro alemán”. Algo similar ocurrió en Japón, con el informe Dodge. Redujo el gasto público, aumentó los impuestos, eliminó el déficit, también la impresión de moneda, suspendió los controles de precios, y el resultado fue tan exitoso como el caso anterior.
Este es el modelo de transformación que él propuso para los países en problemas. Tuvo éxito en EE.UU. o en Chile y también fue ignorado en muchos otros países. Pero nunca abandonó el esfuerzo por cambiar el mundo en el sentido que sus principios le indicaban.
Lamentablemente no recuerdo el nombre de una persona con la cual tuve el placer de conversar en la reunión anual de la Mont Pelerin Society en Guatemala en noviembre de 2006. Tuvimos una larga conversación en la cual le comenté que, en mi opinión, la mejor propuesta para terminar con la inflación y los ciclos económicos era abolir el sistema de banca central, y retornar a un sistema de banca libre, como el que alguna vez practicó Escocia o incluso EE.UU.14 Esta persona se definió como un gran amigo de Milton Friedman, con quien se juntaban a menudo a hablar de estas cuestiones. Y me dijo, “imagino que Friedman estaría de acuerdo con esta propuesta”. Prometió consultarle y escribirme con su respuesta, pero sólo un mes después Milton Friedman nos abandonó para siempre.15
Referencias:1. Véase W. Block (2006):
Milton Friedman, RIP, Mises Daily, Ludwig von Mises Institute, 16 de noviembre de 2006.
2. Véase M. Friedman (1966) [1962],
Capitalism and Freedom, University of Chicago Press, Chicago, 1962. (Versión en español por Alfredo Leuje, Rialp, Madrid, 1966). Véase también M. Y R. Friedman (1980),
Free to Choose, Harcourt Brace Jovanovich, New York.
3. Al respecto vale recordar que inició su programa televisivo con un lápiz en la mano, recordando el artículo clásico de Leonard Read,
Yo, el lápiz.
4. En este sentido debemos recordar que Friedman valoró positivamente el trabajo de Hayek,
Camino a la servidumbre, de 1944.
9. Véase también M. Friedman (1984): "Currency Competition: A Skeptical View". En Pascal Salin (comp.), Currency Competition and Monetary Union, Martinus Nijhoff, La Haya, 1984, pp. 42-46.
12. Véase el prólogo de M. Friedman al libro compilado por Fritz Machlup (1976):
Essays on Hayek, New York University Press, New York,1976.
13. Véase Milton Friedman, "Un sistema monetario para una sociedad libre", Op. Cit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario