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martes, 23 de junio de 2015

Historias imprescindibles de la bolsa: la reunión secreta para crear la Fed

 No se puede entender la creación de la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos, sin conocer a fondo el crash bursátil que desencadenó el pánico bancario de 1907
Foto: Los principales banqueros del siglo XX
 
 
“Dejadme emitir y controlar el dinero de una nación y no me importará quien dicte las leyes”.- Mayer Amschel Rothschild (1744-1812), fundador de la Casa Rothschild.
 
No se puede entender la creación de la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos, sin conocer a fondo el crash bursátil que desencadenó el pánico bancario de 1907. Aunque es mucho mas famoso el crash de 1929, el pánico bancario de 1907 sentó las bases para la creación de la Fed. Con los bancos de Nueva York cayendo uno tras otro, emergió la figura de John Pierpont Morgan “el más insigne financiero de su generación” según Liaquat Ahamed. Hay muchas fuentes que lo confirman.
 
De hecho uno de los relatos más fascinantes de la historia moderna de los mercados es la realizada en el libro “Reminiscences of an stock operator”, donde Jesse Livermore, el George Soros de la época, relata en primera persona el pánico en Wall Street y como JP Morgan salvó a inversores y bancos. El banco JPMorgan no era el de mayor tamaño, pero sí el mas respetado.
 
Los relatos, las historias, la documentación de acontecimientos históricos relacionados con los bancos centrales del libro de Liaquat Ahamed “Los señores de las finanzas” (“Lords of Finance: The Bankers Who Broke the World”), son excepcionales. Vamos a reproducir el capítulo más relevante del libro. Cómo se originó la creación de la Fed en una reunión secreta de una isla, Jeckill Island:
“En 1907, a medida que los bancos de Nueva York caían uno tras otro presa del pánico bancario, la comunidad financiera, sin banco central a quien dirigirse, acudió a John Pierpont Morgan, el más insigne financiero de su generación. Había vivido más situaciones de pánico que ningún otro banquero y, de hecho, en 1895 había sacado de apuros al mismísimo gobierno de Estados Unidos cuando este se hallaba a punto de quedarse sin oro y no poder hacer frente a sus deudas con Europa…..
A ello contribuía el hecho que no se le consideraba simplemente rico, sino sumamente rico –como los Rockefeller Vanderbilt o Andrew Carnegie-, y su penetrante y ceñuda mirada y su terrible mal humor, que intimidaban a la mayoría de gente, incluidos sus socios. El primero de sus atributos resultaría ser una exageración… se dice que cuando murió en 1913, dejando un patrimonio valorado en 80 millones de dólares, John D. Rockefeller, cuya fortuna ascendía a 1.000 millones de dólares, sacudió la cabeza y dijo: “Y pensar que ni siquiera era rico”.
 
Estados Unidos era la única potencia económica sin banco central
 
Morgan convocó rápidamente a los mejores financieros para que le ayudasen en el plan de rescate seleccionando a Davison y Strong como sus lugartenientes principales… El equipo tenía dos tareas. La primera, en la que se concentraban Davison y Strong, consistía en decidir cuales de los bancos atrapados en la crisis debían ser rescatados y a cuáles se les dejaría hundirse. La segunda, dirigida por Morgan, consistía en conseguir el dinero para el rescate. A principios de noviembre, a pesar de haber inyectado tres millones de dólares de su bolsillo, haber conseguido ocho millones de los otros bancos, haber obtenido el compromiso del secretario del Tesoro de aportar 10 millones en depósitos e, incluso, haber logrado 10 millones de John Rockefeller Sr., Morgan no había sido capaz de frenar el pánico. Los depositantes seguían retirando su dinero y uno de los principales bancos del país, con más de 100 millones de dólares en depósitos, se tambaleaba a punto de desplomarse.
Finalmente la noche del domingo 3 de noviembre (1907), Morgan convocó a los presidentes de los principales bancos de Nueva York en su nueva biblioteca, en la esquina de Madison Avenue y la calle 36. Sus suelos de mármol, techos decorados con frescos, paredes cubiertas con tapices y librerías de tres pisos de madera de nogal circasiano… Una vez reunidos los financieros, Morgan mandó cerrar las grandes y ornamentadas puertas de bronce de la biblioteca y se negó a dejar salir a nadie hasta que llegaron al acuerdo colectivo de destinar 25 millones de dólares más al fondo de rescate. El pánico de 1907 sacó a la luz lo frágil y vulnerable que era el sistema bancario del país.
Aunque finalmente la decisiva actuación de Morgan había logrado contener el pánico, Estados Unidos no podía seguir dependiendo de un hombre para garantizar su estabilidad, especialmente porque tenia setenta años, estaba casi retirado y se dedicaba fundamentalmente a acumular su insuperable colección de obras de arte y viajar en yate a climas más benignos con su grupo de amantes de mediana edad.
En aquel tiempo, Estados Unidos era el la única gran potencia económica sin banco central… El Congreso de Estados Unidos decidió actuar y creó una comisión presidida por Nelson Aldrich que elaboró un voluminoso conjunto de estudios sobre los bancos centrales de Europa y poco más.
Sólo se invitó a cinco hombres a la reunión secreta en la que se gestaría el germen de la creación de la Fed
En 1912, Davison, ahora socio de Morgan, frustrado por la falta de avances y temiendo que sin cambios el próximo pánico sería aún más catastrófico, convocó una reunión de expertos para desarrollar un plan formal para la creación de un banco central norteamericano, el tercero de la historia del país (los anteriores no tuvieron éxito). Solo fueron invitados cinco hombres. Además del propio Davison, estaban el senador Aldrich; Frank Vanderlip, de cuarenta y ocho años y presidente del National City Bank, el mayor banco del país; Paul Warburg, de cuarenta y dos años, miembro de la conocida familia de banqueros Hamburg y socio de Kuhn Loeb, que, aunque acababa de mudarse a Nueva York, era probablemente el mayor experto en banca central de Estados Unidos; A. Piatt Andrew Jr., vicesecretario del Tesoro que había sido profesor en Harvard y había acompañado a la comisión original en su viaje de trabajo por Europa, y Benjamin Strong, que en aquel entonces tenia treinta y nueve años.
Con razón, a Davison le preocupaba que cualquier plan diseñado por un grupo de Wall Street sería inmediatamente sospechoso de ser el descabellado producto de una conspiración de banqueros. Por ello decidió celebrar la reunión en secreto en una isla privada a poca distancia de la costa de Georgia, creando así, justamente, la conspiración que habría creado tanta desconfianza entre el público. Los preparativos fueron complejos. A cada invitado se le indicó que debía acudir a Hoboeken Station, en Nueva Jersey, el 22 de noviembre y subir al vagón privado de Aldrich, enganchado al tren de Florida con las cortinas corridas.. No debían comer juntos ni reunirse con antelación, sino que debían subir al tren en solitario y tan discretamente como fuera posible, todos ellos con la excusa de ir a cazar pato. Como precaución adicional, debían utilizar solamente su nombre de pila….Más adelante, los miembros del grupo se denominarían a si mismos como “el club del nombre de pila”.
 
Los miembros del grupo se denominaron a sí mismos
 
Tras apearse en Brunswick, Georgia, fueron llevados en barco hasta Jeckill Island… propiedad del Jeckill island Club, abierto desde 1888 como coto de caza y retiro invernal de norteños adinerados. El Club, descrito por una revista como “el club más rico, exclusivo e inaccesible del mundo” contaba únicamente con 50 miembros entre los que se incluían JP Morgan, William Vanderbilt, William Rockefeller y varios miembros de la familia Astor y Gould. El ingreso ya estaba cerrado y la condición de socio era hereditaria.
 
Durante los siguientes diez días, el pequeño grupo tuvo el club y su reducido personal a su disposición; había sido cerrado durante el verano y no iba a abrirse a otros socios hasta dentro de varias semanas. Trabajaban cada día desde la mañana temprano hasta medianoche, reuniéndose en la lujosa y laberíntica sede del club. Davison y Strong se levantaban al alba para montar a caballo o nadar, antes de ponerse a trabajar después de del desayuno. Comían copiosamente –bandejas de ostras frescas, jamón campestre y pato salvaje- y celebraron juntos el día de acción de gracias. Más tarde, Vanderlip escribiría que aquella había sido “la mayor exhibición de capacidad intelectual que he visto en mi vida”. El grupo se separó tras guardar el secreto, promesa que todos cumplieron celosamente. Aunque unos cuatro años más tarde se desveló la existencia de la reunión, durante veinte años ninguno de los participantes admitió públicamente haber participado en ella.
Benjamin Strong
Benjamin Strong
El plan desarrollado durante aquellos diez días, cuyos detalles finales habían sido redactados por Vanderlip y Strong, salió a la luz pública el 16 de enero de 1911. Conocido como el plan Aldrich, tenía como parte central una única institución -la National Reserve Association-, un banco central en todo menos en el nombre, que tendría sucursales por todo el país, con potestad para emitir moneda y conceder préstamos a bancos comerciales. Aunque el gobierno estaría representado en la junta directiva de la asociación, esta sería propiedad de los bancos y estaría controlada por ellos, formando así una especie de cooperativa de banqueros.
Tal vez Aldrich fuera el miembro del Senado más entendido en finanzas, pero la causa a favor del banco central en Estados Unidos no podía haber tenido un peor defensor. En un Senado repleto de hombres ricos, el era uno de los más ricos… En pocas palabras, era la personificación de todo lo que más temían quienes se oponían al banco central. Durante los meses siguientes, para consternación de Strong, los progresistas y republicanos del Medio Oeste unieron sus fuerzas para acabar con el plan; sin embargo, a principios de 1913, los demócratas del Congreso, presididos por el senador Carter Glass, recuperaron la idea modificándola. En lugar de crear un único banco central, cosa que implicaría una excesiva concentración de poder, el Plan Glass proponía una serie de instituciones regionales autónomas que se denominarían bancos de la Reserva Federal.
Aunque el sistema es descentralizado, la Fed de Nueva York, de más tamaño, se hizo con el control
El proyecto de Glass copiaba muchos de los puntos básicos del Plan Aldrich, no obstante Strong hizo campaña activamente en su contra por su estructura excesivamente descentralizada. Finalmente los banqueros de Nueva York –tan pragmáticos como siempre reconociendo que el Plan Glass ofrecía al menos algo mejor que el statu quo- se dejaron convencer y el plan adquirió el rango de Ley el 23 de diciembre de 1913 con la firma del Federal Reserve Act por parte de Woodrow Wilson.
Aquel mes de agosto, a Strong le propusieron por primera vez el cargo de gobernador del recientemente creado Banco de la Reserva Federal de Nueva York, con una junta directiva en Washington. De los doce bancos regionales de la reserva creados por la nueva ley, el de Nueva York sería el más grande. El New York Fed era dos veces y media más grande que su rival más próximo, Chicago, y unas diez veces mayor que el mas pequeño de Minneapolis. Davison y Vanderlip preveían acertadamente que, en virtud de su tamaño y de su especialización, muy probablemente el New York Fed acabaría dominando el sistema.”

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