En la jornada de hoy estamos ante 'la reunión más decisiva' para Grecia, que suena a exageración mediática pero que esta vez es verdad: ahora o nunca
Poco más de tres horas es lo que dura el viaje en avión entre Atenas-Bruselas sin escalas. Alexis Tsipras lo ha hecho ya muchas veces, aunque seguramente no podrá dormir demasiado en esta ocasión, en la que se encontrará con el resto de líderes de la zona euro: tendrá demasiadas cosas en las que pensar pues podría convertirse en el líder de una Grecia muy distinta: la del corralito, el impago, la vuelta del dracma... Aunque también podría salir como el hombre que 'salvó' al país y arrancó a los acreedores algunas concesiones.
Se ha dicho en tantas ocasiones en los últimos meses que estamos ante "la reunión más decisiva" que suena a exageración mediática. Pero esta vez es verdad. Es ahora o nunca.
Para empezar porque la cumbre extraordinaria convocada por Donald Tusk, presidente del Consejo, viene trenzada con unos mimbres de urgencia que casi suenan a ultimátum. Algo ha debido chirriar en los engranajes del poder ejecutivo de la unión cuando el siempre correcto (y soso) político polaco, hace apenas una semana, le decía a Grecia que era hora "de dejar de jugar" y amenazaba: "el tiempo se acaba".
Después vino un Eurogrupo el jueves, en el que no se conseguía cerrar un pacto con Atenas para liberar los 7.200 millones de euros del último tramo del rescate… por enésima vez. Esto hubiera permitido, por el momento, salir del atolladero al Estado heleno. La prórroga autoconcedida por Atenas para pagar el FMI los alrededor de 1.300 millones de euros que debe abonar este junio termina el día 30.
No pagar no significaría un default automático. No obstante hay serias dudas de que Grecia pueda salir adelante sin el dinero europeo de todos modos. El propio Euclides Tsakalotos, ministro y negociador jefe con la troika -siempre bajo la autoridad de Tsipras-, alertó la semana pasada de que no queda dinero en las arcas para hacer frente al ingreso.
Escenarios extremos
Entre los papeles que Tsipras revisará hoy durante el vuelo se encuentran seguramente los detalles de las propuestas que comunicó ayer a sus socios. Tratará de convencer, primero, a los ministros de Finanzas del Eurogrupo. Una reunión que será alrededor de mediodía. Los puntos que separan a los acreedores de Grecia son tres: pensiones, el IVA y el superávit.
Primero, los socios europeos quieren un recorte sustancial del gasto en pensiones y que el sistema sea más sostenible, empezando por reformar los retiros anticipados. Atenas mantiene oficialmente que usar la tijera es imposible porque los jubilados ya han sufrido suficientes bajadas de su salario.
Segundo, se exige que Grecia armonice el IVA de las islas para hacerlo equivalente al del resto del territorio. Pero el Gobierno ha dicho siempre que eso estrangularía a los negocios locales en plena temporada turística y que sería un desastre para el único sector nacional con verdadero crecimiento.
En lo que Bruselas y el Gobierno heleno parecen estar más cercanos es en el tercer aspecto, el superávit primario, que podría establecerse en torno al 1%. Grecia le ha propuesto al Eurogrupo en anteriores ocasiones una reforma del sistema fiscal que empujaría la recaudación y otro tipo de medidas que relanzarían la economía según Atenas. Grecia ha perdido en estos años de crisis un 25% de su PIB.
Miedo al corralito
La posibilidad de un corralito -el control de salida de capitales de los bancos- se ha instalado firmemente en las predicciones más pesimistas. La salida de ahorros de los bancos helenos suma entre 30.000 y 40.000 millones de euros desde que Syriza ganó las elecciones, y si no fuera por el mecanismo de emergencia del Banco Central Europeo -que en su última reunión proveyó con 1.750 millones de euros- hace tiempo que hubieran colapsado.
De momento el BCE no ha cerrado el grifo. Si no hubiera acuerdo este lunes las tornas cambiarían y el organismo con sede en Fráncfort podría forzar con el corte de fondos el temido corralito. Y Tsipras no quiere ser el primer ministro que decretó un corralito. Aunque ni esta medida detendría el camino de los bancos al abismo, solamente lo ralentizaría… a menos que Grecia cambiara de moneda.
Solo en el caso de la vuelta al dracma la impresora de Atenas podría detener el desastre. Algunos miembros del partido gobernante quieren volver a la antigua moneda. No así la mayoría de los griegos, que en repetidas encuestas han expresado sus deseos de quedarse en el euro. Tsipras y tampoco Varufakis quieren figurar en los libros como los que regresaron al dracma. A buen seguro quieren volver a Atenas con una victoria o con algo que puedan presentar como tal.
De momento los griegos no se asustan. Algunos analistas aseguran que es porque llevan años sintiendo la inminencia de un desastre que nunca llega, y otros porque muchos no tienen ya ahorros en el banco que sacar. Tras pasear por las calles de Atenas no se ven colas en los cajeros más allá de un viernes ordinario, a pesar de la imagen que se ha hecho viral en las redes sociales. En realidad, las colas habituales han sido tomadas por señales de pánico por observadores poco familiarizados con el país.
Es obvio que, aun con su callo formado, los griegos no son del todo indiferentes a lo que pasa: algunos han sacado algo de dinero 'por si acaso’, entre incrédulos y previsores, para resistir unos días el corralito. La lección dolorosa de los corralitos de Chipre e Islandia es que raramente es de ‘unos días’. Chipre lo acaba de levantar tras dos años e Islandia después de siete.
Manifestaciones antiausteridad
Tsipras no tiene únicamente motivos para la intranquilidad, ya que el electorado respalda mayoritariamente su pulso. Así lo muestran los sondeos: el apoyo a Syriza sigue intacto. Pero estos también desvelan que no quieren salir del euro. De hecho prefieren un mal acuerdo a un ‘no acuerdo’.
La multitudinaria manifestación del miércoles en Syntagma atrajo a elementos antiausteridad, incluso anti-euro, y mostró un apoyo incondicional al Gobierno. El jueves otra de igual tamaño -y con postulados quizá más borrosos- tuvo lemas desde pro-euro a anti-Gobierno, y acudieron personajes tan estridentes como Adonis Georgiadis, exministro de Sanidad y gritón portavoz de Nueva Democracia cuando ser de ND es sinónimo de haber apoyado a Samarás en sus planes de austeridad.
Las dos caras de la moneda muestran el complejo estado de ánimo de la sociedad en esta hora decisiva. Quizás Tsipas si eche finalmente una cabezada en el avión. Va a ser un lunes muy largo.
El calendario (definitivo) de Grecia
- 22 de junio
Reunión del Eurogrupo y después de los líderes de la UE (Bruselas). Abren los bancos griegos a la espera de noticias.
- 23 de junio
Grecia anuncia si recibe el dinero, aplica un corralito o sale del euro (o convoca un referéndum).
- 30 de junio
Límite para pagar al FMI. Aunque no pague no habría default. Pero sin el rescate se entra en "territorio inexplorado", como dice Mario Draghi.
- 20 de julio
Pago de casi 3.500 millones de euros al BCE. Si no hay pago, hay default.
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