El problema de la economía no era de pérdida de competitividad, como nos han querido hacer creer, ni tampoco de deuda pública, sino de deuda externa
La recuperación está basada solo en la colocación de deuda a inversores especulativos extranjeros
En esta columna ya he denunciado en multitud de ocasiones la debilidad extrema en que se basa la recuperación económica española, y cómo el discurso del Gobierno de que se han hecho dolorosos ajustes y que esta es la recompensa es radicalmente falso. Todo parte de una incorrecta interpretación de las causas de la crisis, que persiste a pesar de los años transcurridos. Continúa el discurso de que lo vivido entre desde 1995 hasta 2007 es lo normal y que solo circunstancias ajenas a nosotros nos han impedido volver a esa normalidad, cuando la realidad es que durante esos doce años vivimos de prestado y para ello hipotecamos nuestro futuro. Todo impulsado por un entramado de bancos, políticos y empresas de la construcción que se estaban lucrando hasta extremos impensables con la burbuja inmobiliaria. Y cuando se ha vivido de prestado y a uno le dejan de prestar, lo que queda es mucho peor que lo de antes, porque encima hay que pagar la deuda. A no ser que se declare la quiebra, pero eso será tema para otra columna.
No ha habido tampoco una pérdida de competitividad sustancial, ya que las exportaciones antes de la crisis se comportaron muy bien, aumentando siempre más o menos al ritmo de las alemanas, y mucho mejor que las francesas o italianas. Por lo tanto, el problema no era de pérdida de competitividad, como nos han querido hacer creer, ni tampoco de deuda pública, sino de deuda externa. De hecho, este era el único parámetro de las finanzas de la economía española que se había ido totalmente de madre cuando se hundió primero la actividad económica en 2008.
¿Y qué es lo que estamos viendo ahora? Pues exactamente la misma tendencia. Como destaca el Mº de Economía en una reciente publicación, la deuda exterior del país se incrementó en nada menos que 85.500 millones en 2014, después de que en 2013 lo hiciera en 50.600 millones. En 2012, 2011 y 2010 asistimos a una reducción de la deuda, solo ligera, en porcentaje del PIB. En estos momentos la deuda externa ha superado en porcentaje del PIB el récord de Zapatero, llegando a 31 de diciembre al 106,3% del PIB. Este es el parámetro crítico, ya que no pasaría nada si se aumentara la deuda externa pero mucho más el PIB, ya que significaría que el dinero que se pide prestado se gasta correctamente. Pero cuando sucede lo contrario, que es lo que vimos durante la burbuja y lo que vemos ahora, es que el dinero que se pide se gasta o invierte de forma no productiva. En 2014 hemos aumentado en 9.300 millones el PIB, es decir, que para cada euro de PIB adicional generado hemos tenido que endeudarnos con el exterior en nueve. Este es el camino seguro al desastre.
Podría pensarse, como hacen algunos, que se está invirtiendo mucho pero que estas inversiones aún no están teniendo el retorno esperado. Sin embargo, hay dos datos que desmienten esta pretensión. El primero es la evolución de las exportaciones, que según publicó hace poco Eurostat nos sitúa, en cuanto a su crecimiento, en el furgón de cola en el primer trimestre del año y muy por detrás de Alemania, Francia e Italia.
El segundo es que, si así fuera, deberíamos ver un enorme incremento en la inversión en equipo, y no es así, como se puede observar en el gráfico. Se ha producido un cierto aumento, pero sumamente modesto. Es decir, solo una pequeñísima proporción de esa deuda externa está yendo a inversiones productivas.
Y, yendo a lo concreto, ¿de dónde está saliendo ese dinero? La respuesta nos la da el Tesoro Público, que en su última estadística de abril sitúa la deuda del Tesoro en manos de extranjeros en récords históricos tanto en valores absolutos como en porcentaje. El incremento en los últimos doce meses ha sido de 109.589 millones. El año 2014 cerró con un aumento de 64.356 millones, lo que da cuenta del grueso del incremento de la deuda externa. El aumento de la velocidad en la colocación de deuda a extranjeros (en la que a todas luces no deben estar incluidas las compras del BCE, ya que quedan en el balance del Banco de España), nos está indicando también una incremento en la velocidad del endeudamiento exterior global y explica la mejora de la demanda interna en la primera parte del año.
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