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sábado, 2 de mayo de 2015

Aclarando el término capitalismo

PUBLICADO POR NICOLÁS CACHANOSKY


El cuidado uso de las palabras importa en ciencias sociales. Las palabras que se utilizan, y el cómo se utilizan pueden transmitir connotaciones asociadas a dichas palabras enviando un mensaje equivocado o impreciso. En economía, la palabra “capitalismo” sufre de este tipo de distorsiones, especialmente en el uso que se le da en otras ramas como la sociología. En parte esto se debe a una divergencia con su origen histórico y su uso técnico. El término capitalismo surge con Marx para referirse a un sistema social donde existe capital. No es del todo inusual escuchar opiniones de izquierda que califican a paises como Venezuela de capitalista. En economía, sin embargo, el término hace referencia no a la presencia de bienes de capital, sino al marco institucional presente. Claramente el “capitalismo Suizo o Inglés” es distinto al “Capitalismo Venezolano o Argentino.” No todos los capitalismos ofrecen el mismo resultado y por ello es importante distinguirlos cuidadosamente. Ciertas palabras como “capitalismo” o “liberal” han visto su significado alterado a lo largo de la historia e incluso geográficamente.

¿Qué significa, más precisamente capitalismo y que cuidado hay que tener la momento de usar esta palabra para referirse a distintos países?

Voy a entender por capitalismo el poner en práctica los principios del liberalismo clásico. Es decir, tanto ciudadanos, como empresas y hasta el mismo gobierno se encuentran en igualdad de condiciones ante una ley que protege la libertad individual y la propiedad privada. No hay privilegios ni para “capitalistas,” ni para la “clase obrera,” ni para el “gobierno”. No creo que esta sea una interpretación torcida del término capitalismo, es lo que tienen en mente los filósofos y pensadores que más han contribuido a esta tradición como John Locke, Wilhelm von Humboldt, Adam Smith, Ludwig von Mises, Friedrich A. von Hayek, Milton Friedman, James Buchanan, Karl Popper y Robert Nozick entre muchos otros. Es decir, una cosa es la existencia de “bienes de capital” y otra cosa es el “marco institucional” bajo el cual se organiza la sociedad. El término “capitalismo” hace referencia al libre uso de bienes de capital bajo instituciones de libre mercado, no a la mera presencia de bienes de capital cuyo uso es determinado por un gobierno central. Las instituciones son importantes porque definen los incentivos de los agente económicos. Los incentivos pueden llevar a tener crecimiento y desarrollo de largo plazo o a sufrir crisis recurrentes. Corea del Norte y Corea del Sur poseen la misma historia, lenguaje y cultura pero se diferencian en sus instituciones. Si las instituciones no fuesen importantes la calidad de vida en ambos países no habría tanto contraste en la calidad de vida de estos países. Bajo esta concepción no toda sociedad donde hay capitalistas es “capitalismo.” Reconozco que puede no ser la única definición del término capitalismo, pero una crítica al capitalismo como liberalismo económico tiene que hacer uso de esta definición.

Mi interpretación del uso que se suele hacer desde la izquierda y sectores socialistas es que el término capitalismo hace referencia a que una sociedad es capitalista siempre y cuando haya capitalistas y bienes de capital independientemente del marco institucional. El capitalismo para el liberalismo clásico, sin embargo, no es sólo la presencia de jure de propiedad privada, es también la presencia de facto (marco institucional.) No alcanza con ser dueño en los papeles de los factores de producción si uno no es libre de usarlos. Aquella sociedad donde el empresario es “dueño” de su empresa pero su proyecto es dirigido por el gobierno a través de leyes y regulaciones es “capitalismo intervenido (o un tipo de socialismo)”, no un “capitalismo como aplicación de los principios del libre mercado”.
Hay, entonces, por lo menos dos capitalismos, el de libre mercado por un lado y el intervenido como el capitalismo de amigos o capitalismo corrupto (crony capitalism) por el otro. Podemos llamarlos “Capitalismo tipo I” y “Capitalismo tipo II” respectivamente para evitar las connotaciones asociadas a las palabras liberalismo o socialismo. Si aun así no podemos dejar de lado todas las connotaciones asociadas al término capitalismo, entonces podemos pensar en “Orden socio-económico I” y “Orden socio-económico II”. Coincido con la izquierda y el socialismo que el Capitalismo tipo II (crony capitalism) es un problema, pero no por ello concluyo que el Capitalismo tipo I es también un problema.

Cuando desde la izquierda se critica que el crecimiento del estado se debe a la “relación capitalista” entre empresarios y gobierno se describe el problema del Capitalismo tipo II, donde el empresariado busca el favor del gobierno para no tener que ganarse el peso del consumidor en libre competencia, pero se encuentra en directa oposición con el Capitalismo tipo I, donde el rol del estado es justamente evitar estos privilegios. Es un non sequitur criticar aquello a lo que el Capitalismo tipo I se opone por los vicios presentes en el Capitalismo tipo II. Entiendo cómo se pueden asociar al populismo (un tipo de Capitalismo tipo II) con déficit fiscales, pero asociarlo al capitalismo de libre mercado es el resultado de una confusión terminológica por usar un término sin definir como herramienta de crítica a un marco institucional específico. Nada impide que uno entienda por capitalismo la presencia de capitalistas y bienes de capital indistintamente del marco institucional, pero entonces ya no es válido utilizar el término capitalismo como herramienta de crítica hacia el liberalismo clásico. El argumento se resume a lo siguiente: el mercado intervenido (Capitalismo tipo II) no funciona, por lo tanto el libre mercado (Capitalismo tipo I) no funciona.

Se podrá decir que se encuentra en la lógica de la dinámica de un sistema capitalista que las clases obreras sean oprimidas frente al capital y que el estado termina siendo cómplice del capital en este proceso. O algún argumento similar por el cual la distinción entre estos dos capitalismos es ficticia. ¿Pero no es acaso esta colusión entre capitalistas y gobierno a lo que los liberales (Capitalistas tipo I) tanto se oponen? ¿Y si es legítimo considerar que el socialismo y la izquierda se opongan a este tipo de corrupción, por qué deja de ser legítimo cuando con el mismo énfasis se oponen los liberales clásicos? El crítico de izquierda podrá considerar que la postura liberal clásica es inconsistente, o errónea, pero eso no le quita legitmidad a la crítica en contra del capitalismo de amigos.

No hace falta buscar pasajes escondidos sobre la crítica del liberalismo clásico a los acuerdos entre gobierno y empresas en busca de beneficio mutuo a expensas del consumidor, los autores arriba mencionados y tantos otros han escrito ríos de tinta al respecto. El mismo Adam Smith es conocido por advertir sobre el peligro que empresarios y capitalistas imponían sobre la sociedad al buscar el favor del gobierno para operar bajo un Capitalismo tipo II (proteccionismo) y poner en riesgo el libre mercado. El liberalismo nada tiene que ver con el favoritismo empresarial.

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