En los últimos meses somos partícipes de un hecho insólito. Algunos países se están financiando en el mercado a tipos de interés negativos. No tienen problemas en encontrar prestamistas y, encima, éstos les tienen que pagar por hacerlo. Cuando en España laPrima de Riesgo (no ha perdido el respeto que le dan las mayúsculas) era un familiar molesto, en Alemania se estaban financiando a corto plazo a tipos de interés negativos. Algo inusual que muy pocos entendían. ¿Quién coño va a querer prestar dinero y encima tener que pagar por hacerlo?
Recientemente, España se ha unido al club de los que cobran por endeudarse. Ya son nueve países en la Unión Europea los que lo hacen. Los tipos de interés negativos se dan sobre todo en el corto plazo aunque en Alemania se están viendo incluso en el bono a 5 años. Es más, el bund alemán (bono a 10 años) ha llegado a caminar muy cerca de la línea del 0%. Desde que Mario Draghi anunció que haría todo lo necesario para salvar el euro, el mercado de deuda pública está experimentando una especie de calma chicha que esperemos que no sea el preludio de una nueva tempestad.
Alemania financia el 63,2% de sus emisiones en negativo. España, el 17,3%. Incluso Portugal emite el 6,3% de su deuda a tipos negativos. La inestabilidad política no parece pesar demasiado. De los despectivamente llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) tres se financian a tipos de interés negativos. Cuatro sobre cinco si añadimos a los irlandeses al club.
Las causas de la deuda a tipos negativos
La ley de la oferta y la demanda es la que marca los movimientos en el mercado. La demanda de letras y bonos ha aumentado en los últimos meses. En consecuencia, el precio de los mismos aumenta y el tipo de interés desciende. Aire fresco. Como subraya Eduardo Martínez Abascal en alguna subasta de letras “la demanda ha sido 5 veces la oferta”. Ahora bien, todo cambio tiene su causa y la política del Banco Central Europeo es clave para explicar la consecuencia. El BCE se ha tomado en serio la recompra de bonos públicos y privados (QE). De las palabras de Mario Draghi nacieron hechos y son los que han introducido liquidez en el sistema. Adicionalmente, existe alta aversión al riesgo y como el colchón no suele ser una buena opción: algo hay que hacer con el dinero. La baja rentabilidad se compensa con el escaso riesgo de invertir en una Estado.
Una única causa puede explicar unos tipos de interés cercanos a cero pero no que estén con el signo menos delante. Juan Ramón Rallo añade otros dos factores explicativos: el empleo de deuda pública como sustituto de la tesorería y la especulación alcista. Los bancos pueden depositar sus fondos en el BCE (al -0,2%) o en la caja fuerte del mismo banco (con sus gastos de mantenimiento y aseguramiento). Dichas opciones, unidas a la incertidumbre, le hacen apuntar a que “la deuda pública de países solventes como Alemania o Suiza puede ser una alternativa barata con la que minimizar el coste de conservación del exceso de liquidez, sobre todo si existe la más mínima desconfianza de que el euro vaya a sobrevivir a largo plazo”. El segundo punto es mucho más entendible: hay inversores que no esperan a que el vencimiento de los títulos llegue y se deshacen de ellos mediante la venta en el mercado secundario. ¿Es racional pensar que el precio de los títulos vaya a seguir subiendo? Rallo sostiene que “sí, si se espera que los bancos centrales vayan a seguir añadiendo nuevas rondas de liquidez en el mercado o a incrementar los tipos de interés negativos que cobran a los bancos por permitirles depositar su dinero”.
Además, es importante, estamos hablando de tipos de interés nominales. En España la inflación interanual (datos de Octubre de 2015) se sitúa en el -0,7. Las perspectivas son que sigamos hablando de cifras cercanas al 0% (los carburante tienen buena parte de la culpa) y por tanto, aunque estemos viendo tipos de interés nominales negativos, los tipos de interés reales pueden seguir siendo positivos en valores a corto plazo.
¿Hasta cuándo?
Aunque los economistas están divididos sobre cuánto tiempo viviremos por debajo del 0%, la mayoría reconoce la excepcionalidad de la situación. Diego Mendoza, de Analistas Financieros Internacionales, apostó en El País que la situación se prolongará, al menos hasta marzo del 2016. Jaco Rouw, de NN Investment Partners, declaró en el mismo medio que la situación se mantendrá a lo largo del 2016 porque “la demanda de activos de bajo riesgo es alta”.
La rentabilidad parece que no está ligada al montante de la deuda. La deuda representa en España el 99,4% del PIB. Aunque el cien sea un número redondo nos deberíamos tapar los oídos ante sus cantos de sirena. Con los intereses cercanos al 0% corremos el riesgo de descorchar el champán antes de que la música suene. Hay elecciones y, por experiencia, conocemos lo que sucede en año electoral. Y luego llegan las promesas. Y menos mal que muchas (disparatadas) se incumplen. A veces las promesas incumplidas son las que nos mantienen con vida. Que los intereses estén cercanos a cero no significa que no tengamos que pagar la deuda. No hay que olvidarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario