Hasta hace no demasiado tiempo, las opciones de inversión pasaban por invertir en valores de forma individual (conformando así la cartera que nosotros deseásemos, pero teniendo que encargarnos de seleccionar y gestionar los valores uno a uno) o bien invertir en un fondo en el que otros hacían la gestión por nosotros con la idea de ofrecernos una determinada realidad.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte han surgido unos instrumentos de inversión diferentes y más flexibles. Se trata de los ETF o fondos cotizados (el acrónimo responde a Exchange Traded Funds). Son productos cuya cotización está formada directamente por una suma ponderada de las cotizaciones de una determinada selección de valores.
Así, por ejemplo, podemos tener ETF’s vinculados a un índice determinado (cuya cotización estará formada por las cotizaciones de los valores considerados en ese índice, de acuerdo a los pesos relativos que tengan en la realidad), o también tener ETF’s creados ad hoc para reflejar la evolución de un sector determinado (ponderando las cotizaciones de empresas de dicho sector), o de un país o zona geográfica.
Así, por ejemplo, podemos tener ETF’s vinculados a un índice determinado (cuya cotización estará formada por las cotizaciones de los valores considerados en ese índice, de acuerdo a los pesos relativos que tengan en la realidad), o también tener ETF’s creados ad hoc para reflejar la evolución de un sector determinado (ponderando las cotizaciones de empresas de dicho sector), o de un país o zona geográfica.
¿Queremos invertir en valores chinos? Compremos un ETF formado por valores chinos. ¿Queremos invertir en la industria de energías renovables? Compremos un ETF formado por cotizaciones de empresas del sector.
De esta forma, a través de un ETF, se puede realizar una gestión diversificada de la cartera de inversión sin tener que gestionar los valores individualmente. Los ETF aportan una serie de ventajas respecto a los fondos tradicionales: son una réplica real y transparente de una cesta de valores (es decir, no hay una “gestión activa” por detrás), se puede operar con unas comisiones más reducidas y permite una mayor flexibilidad en la operativa (la misma que tendríamos comprando acciones individuales).
Cuentan en Fondoscotizados.com que los ETF están tardando en llegar al gran público por el desinterés mostrado por las entidades financieras (que al final son los que mueven la voluntad del pequeño inversor) en comercializarlos, ya que son productos menos rentables para ellos (en realidad, vienen a “canibalizar” la comercialización de fondos y encima con comisiones más reducidas). Lo cual no debe ser obstáculo para que los pequeños inversores con más interés puedan buscar fórmulas para operar con estos productos.
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