La sede del Banco Central Europeo en Francfort. Bloomberg News
El Banco Central Europeo apenas ha comenzado su programa de compra de bonos por 1 billón de euros y algunos ya están hablando de que igual podría tener que retirar el estímulo antes de tiempo.
Hay señales de una fuerte recuperación de la economía de la eurozona, y los sólidos datos de producción industrial y la optimista encuesta de gestores de compras sugieren más de lo mismo para los próximos meses. Al mismo tiempo, los datos de precios y las encuestas sugieren que las presiones deflacionistas podrían tocar fondo en la región.
A esto sumamos que los bancos están concediendo cada vez más préstamos al volverse más optimistas respecto a sus perspectivas, y todo parece dispuesto para que se produzca un ciclo virtuoso. En algunas economías preocupa que pueda haber demasiada virtud: el Bundesbank ha empezado a temer que una política monetaria del BCE excesivamente laxa pueda alentar la creación de burbujas de activos en algunos centros urbanos.
En el otro lado de la ecuación hay claras distorsiones del mercado. Las rentabilidades de la deuda de un conjunto aún mayor de países de la eurozona han caído hasta el punto de que ahora son negativas. La caída de la rentabilidad se ha extendido hasta la deuda basura, donde la recompensa por asumir deuda de riesgo es escasa y cada vez menor. Y ahora se está hablando de que los bancos tendrán que pagar intereses a los titulares de hipotecas y no al revés.
El presidente del BCE, Mario Draghi, podría ahuyentar estos temores el miércoles durante su rueda de prensa. Lo más probable es que el BCE diga que está dispuesto a mantener su programa mensual de compra de activos de 60.000 millones de euros hasta septiembre de 2016. No, la eurozona no se quedará sin deuda que comprar. Y los reguladores podrán hacer frente a cualquier distorsión del mercado que conlleve riesgos financieros sistemáticamente peligrosos.
Es probable que Draghi diga que sólo una clara caída del exceso de capacidad económica de la región --o el desempleo-- y el regreso de las expectativas de inflación hacia el objetivo del BCE de un crecimiento de los precios de consumo de casi el 2% a medio plazo podría llevar al banco central a reconsiderar su política. Y no se prevé ninguna de estas dos situaciones.
Dado que la política fiscal sigue siendo estricta en buena parte de la región, Draghi y el resto de miembros del banco central temerán que una retirada prematura del programa de relajación cuantitativa pueda arrastrar a la economía de la región en dirección contraria. La recuperación podrá estar fortaleciéndose, pero no es probable que el crecimiento sea autosostenido mientras la economía siga siendo lenta --hay claras señales de ralentización en China mientras que los datos económicos de Estados Unidos han decepcionado recientemente-- y la demanda interna de la eurozona aún es floja.
Lo que no es probable que Draghi mencione es que la otra cara de la política del BCE --que ha provocado una depreciación del euro, aumentando así la inflación importada y mejorando la competitividad de las compañías de la región-- ha sido una apreciación del dólar y una ralentización de la economía de Estados Unidos. Cuanto más tiempo mantenga el BCE su política, mayor será la probabilidad de que obligue a la Reserva Federal a aplazar su primer incremento de los tipos de interés. Esto, a su vez, acabará debilitando al dólar y eliminará la ventaja de la eurozona. Y esto es una razón más para que el BCE continúe con su política monetaria, pese a algunas recientes noticias positivas.
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