Luis Pazos es Profesor de Economía Política y autor de varios libros de temas económicos.
Una empresa quiebra cuando sus pasivos son mayores a sus activos y no cuenta con flujos para pagar a proveedores, pasivos laborales, pensiones, vencimientos de deuda ni nuevas exploraciones. Aritmética y contablemente Pemex está quebrada, aunque no lo acepte su dueño, el gobierno, no el pueblo de México, como por años le hicieron creer.
La baja del precio del petróleo le afectó, como a casi todas las compañías petroleras, pero no es la principal causa de su quiebra, tampoco la entrega de impuestos y derechos al gobierno, parecidos a los que pagan Exxon, Shell y otras petroleras. Esos factores solo destaparon sus ineficiencias y los abusos de contratistas y proveedores que, asociados con funcionarios corruptos y líderes sindicales, saquearon impunemente a Pemex mediante exceso de personal, de prestaciones, sobreprecios y obras fantasmas.
Los gobiernos priístas permitieron el saqueo del sindicato porque ha sido una fuente de recursos humanos y financieros para el PRI. En el 2001, el nuevo gobierno panista descubrió un desvió de Pemex a través del sindicato a la campaña del candidato priísta a la presidencia por 1.500 millones de pesos (PEMEXGATE). Se presentó denuncia a la Procuradoría General de la República, pero por medio de argucias legales y todo el apoyo del PRI, los acusados, un director de Pemex y dos líderes sindicales, no pisaron la cárcel. El PRI le dio a un líder una “pluri” (plurinominal) de senador y al otro una de diputado, para que tuvieran fuero y no los detuvieran. Se documentó el desvío, pero la justicia se inclinó hacia el PRI. En todas las elecciones del siglo pasado se repetía esa historia, pero nunca se documentó, tampoco los millones que daban en efectivo al PRI para las elecciones, proveedores y contratistas, quienes recibían millones en sobreprecios y obras simuladas, que compartían con funcionarios, líderes sindicales y el PRI.
Los robos de gasolinas y materiales, de los más altos del mundo en el sector petrolero, han sido buen negocio para corruptos, pero influyeron en encarecer gas y gasolinas a consumidores, más caras que en EE.UU., para compensar los robos.
Que les paguen sus liquidaciones a sindicalizados con lo que queda de Pemex o con acciones, que pueden emitir, pero que no tomen más dinero de impuestos para revivir un muerto podrido, al que los zopilotes se lo siguen comiendo.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 11 de febrero de 2016.
La baja del precio del petróleo le afectó, como a casi todas las compañías petroleras, pero no es la principal causa de su quiebra, tampoco la entrega de impuestos y derechos al gobierno, parecidos a los que pagan Exxon, Shell y otras petroleras. Esos factores solo destaparon sus ineficiencias y los abusos de contratistas y proveedores que, asociados con funcionarios corruptos y líderes sindicales, saquearon impunemente a Pemex mediante exceso de personal, de prestaciones, sobreprecios y obras fantasmas.
Los gobiernos priístas permitieron el saqueo del sindicato porque ha sido una fuente de recursos humanos y financieros para el PRI. En el 2001, el nuevo gobierno panista descubrió un desvió de Pemex a través del sindicato a la campaña del candidato priísta a la presidencia por 1.500 millones de pesos (PEMEXGATE). Se presentó denuncia a la Procuradoría General de la República, pero por medio de argucias legales y todo el apoyo del PRI, los acusados, un director de Pemex y dos líderes sindicales, no pisaron la cárcel. El PRI le dio a un líder una “pluri” (plurinominal) de senador y al otro una de diputado, para que tuvieran fuero y no los detuvieran. Se documentó el desvío, pero la justicia se inclinó hacia el PRI. En todas las elecciones del siglo pasado se repetía esa historia, pero nunca se documentó, tampoco los millones que daban en efectivo al PRI para las elecciones, proveedores y contratistas, quienes recibían millones en sobreprecios y obras simuladas, que compartían con funcionarios, líderes sindicales y el PRI.
Los robos de gasolinas y materiales, de los más altos del mundo en el sector petrolero, han sido buen negocio para corruptos, pero influyeron en encarecer gas y gasolinas a consumidores, más caras que en EE.UU., para compensar los robos.
Que les paguen sus liquidaciones a sindicalizados con lo que queda de Pemex o con acciones, que pueden emitir, pero que no tomen más dinero de impuestos para revivir un muerto podrido, al que los zopilotes se lo siguen comiendo.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 11 de febrero de 2016.
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