Buscar este blog

domingo, 7 de junio de 2015

Nuevamente Draghi en estado puro

 Draghi-negro-rojo-Euro.jpg -
 
 Desde luego la de esta semana no era el tipo de reunión del BCE que aparece marcada en todos los calendarios, quizás por ello ha pasado más desapercibida y no ha levantado tanta expectación entre los medios no especializados. Esta vez no se trataba de defender el euro para que no se rompiese; menos aún de tomar medidas históricas y que llevarán a grandes análisis. Por no ser, ni tan siquiera era momento de propinar un manotazo encima de la mesa por parte del presidente, Mario Draghi, para dejar constancia de quién manda en la institución europea. Ésta era una reunión técnica, de aparente menor interés general, pero solo aparente pues tres puntos centraban la agenda: evolución de las variables económicas, grado de confortabilidad con las medidas no ortodoxas como el quantitative easing -QE por su acrónimo inglés- y por último, cómo no, Grecia.

Empezaré por el último. Como es lógico Grecia no puede dejar de estar en el radar del BCE. El presidente, a preguntas de los periodistas, respondía tajante que cree que habrá acuerdo, y que no quiere que Grecia salga del euro. Pero detrás de esos deseos un llamamiento claro y conciso: el BCE no permitirá a Grecia emitir letras ni cualquier otro activo financiero hasta que no se desembolse el rescate. Por si no queda claro los griegos no van a tener financiación hasta que no haya acuerdo con el FMI y los países europeos, salvo que abandonen el euro y puedan emitir libremente después de una tremenda devaluación. En estos momentos se negocia un crédito puente o prórroga para que Grecia no tenga que recurrir a un impago de sus compromisos. Pero esa ayuda no va a ser gratuita: Draghi, al igual que muchos otros, está cansado del enquistamiento. Grecia necesita el dinero, pero también un modelo de Estado sostenible que no llega a proponer Syriza. Grecia necesita aprovechar el superávit primario para apuntalar el crecimiento, pero también necesita reformas en materia de recaudación y en el costoso sistema de pensiones. Tsipras necesita un acuerdo, pero el presidente griego sabe que su partido se está partiendo peligrosamente, aún cuando la oposición ni siquiera está en este momento. El griego anunció querer luchar contra la evasión fiscal pero los datos de financiación retroceden. Además las previsiones sobre crecimiento se recortan y los bancos están al borde del impago. Ya veremos qué ocurre, pero el BCE dejó claro que el tiempo se acaba y que Europa quiere un acuerdo plausible y duradero en el tiempo, lo que define como "acuerdo sólido". Frente a todos los que defienden dar dinero a Grecia con condiciones bajas, el presidente prefiere un acuerdo realista. Un realismo que no ha hecho acto de presencia anteriormente y por lo que hoy nos vemos condenados al enésimo episodio cansino de Grecia. Eso sí, el primer ministro se olvida de que no cuenta con oposición en su país, posiblemente por eso se lo toma con la actual calma y parsimonia. Por cierto ¿dónde está la estrella Varoufakis?
 
Fue también momento de repasar la evolución de las variables económicas, quizá de mirar al presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, aunque fuera de soslayo. Para aquellos que no confían en el QE lo dejó claro: las perspectivas sobre el crecimiento de precios, el punto esencial de la existencia del BCE, se han incrementado, aún cuando sigue siendo un aumento muy bajo. También las perspectivas de crecimiento se fortalecen, pero es necesario más impulso. Draghi parece dispuesto a mantener las medidas nada ortodoxas llevadas a cabo, pero pide reformas. El italiano no reclama nada nuevo, las medidas de reformas son necesarias. Mientras, en Europa, los tecnócratas de Bruselas toman medidas, regurgitan las mismas, vuelven a ingerirlas y vuelta a empezar; la gente se cansa. Las medidas implementadas por el banco central son de política monetaria; sin una política fiscal y presupuestaria que las afiance, y sin profundas reformas las misma son ineficientes.
 
Pero si hasta el momento todo era predecible, llegamos a lo que para algunos era el plato fuerte: la volatilidad o erraticidad de los mercados financieros, especialmente los de renta fija con los de deuda pública a la cabeza. Muchos esperaban que Draghi , al menos con su palabra, apoyara una estabilidad de los tipos a largo. Quizás a algunos se les olvide que el BCE vigila e instrumenta su política a través de tipos a corto, el precio del dinero. Un banco central no puede ni debe entrar en los tipos a largo, aun cuando los condicione. Y aquí nuevamente Draghi apareció con todo su esplendor: "Los mercados tendrÁn que acostumbrarse a periodos de una mayor volatilidad". Pero habrá que ver si las perspectivas sobre inflación mejoran, si también lo hacen las de crecimiento económico, si el BCE va a mantener el QE hasta el final programado (septiembre 2016), y si además la Fed deberá mover ficha. Existen problemas técnicos de iliquidez y profundidad de los mercados financieros: ¿alguien pensaba que Draghi se iba a dejar presionar en este sentido? Para aquellos que pusieron como excusa la problemática de las compañías de seguros y de los bajos tipos, lo dejó muy claro: ¡reformen!
 
Lo dicho: Draghi o el BCE en estado puro. Recordemos que es tan solo política monetaria.



No hay comentarios:

Publicar un comentario