por Rafael Pampillón
Escrito el 31 mayo 2015
Ayer, el Banco de España publicó la balanza de pagos de los tres primeros meses de este año. Se confirma que la economía española sigue ganando competitividad. En el primer trimestre las exportaciones de bienes y servicios crecieron (+6,5%) más rápidamente que las importaciones (+4,6%). Este buen comportamiento del sector exterior ha ayudado a que los datos de la Contabilidad Nacional del primer trimestre, publicados el jueves, hayan sido muy positivos. La producción española de bienes y servicios (PIB) aumentó un 0,9% en el primer trimestre del año con respecto al trimestre anterior, continuando así una tendencia creciente que comenzó en el tercer trimestre del año 2013. En términos anualizados (multiplicando el dato trimestral por cuatro, tal como se hace en EEUU) el PIB aumentó un 3,6% que es el ritmo de crecimiento más rápido desde que comenzó la crisis.
PERSPECTIVAS DE FUTURO
¿Cuáles son las previsiones de crecimiento económico para lo que queda de año y el año que viene? El futuro está por escribir. Los resultados electorales del domingo pasado confirman que en España se ha producido un cambio político de dimensiones desconocidas. Una pérdida de poder de los partidos tradicionales (Partido Popular, el Partido Socialista e Izquierda Unida) y un aumento significativo de los partidos emergentes (Ciudadanos y Podemos). Se trata de un nuevo mapa político que va a exigir que en muchos municipios y comunidades autónomas (CCAA) se tenga que llegar a pactos para poder gobernar.
No estamos, por tanto, ante un escenario de ingobernabilidad. Se trata de un panorama nuevo y sugerente, en el que los partidos políticos deberán formar gobiernos estables en las CCAA y en los ayuntamientos ¿Qué política económica deberían aplicar estos gobiernos? Aquella que aumente el bienestar de sus ciudadanos o lo que es lo mismo aquella que permita mejorar la buena marcha de la economía en su ámbito territorial. Medidas que infundan confianza en los ciudadanos y en las empresas que desarrollan su actividad en ese territorio. Mayor confianza que se traducirá en un mayor optimismo que permitirá aumentar el consumo, la inversión y como consecuencia el empleo. Políticas que consigan que la economía continúe por la senda de la recuperación.
A nivel nacional, y desde hace dos años, se está yendo por ese camino. Se está reforzando ese círculo virtuoso de altos niveles de confianza, buenos resultados económicos y aumentos en el bienestar de la población. Por ejemplo, el elevado crecimiento del PIB que se ha producido en el último año ha venido de la mano de la mejora del empleo, crecimiento del consumo y aumento en la compra viviendas.
Según informó el INE, en el primer trimestre de este año las familias consumieron un 0,7% más que en el trimestre anterior. Esta tendencia positiva en el bienestar de los ciudadanos ha continuado en el mes de abril. Así, el Índice del Comercio minorista creció en abril un espectacular 1,3% con respecto al mes de marzo (corregido de efectos estacionales y de calendario).
También el sector de la vivienda se recupera. Esta semana se ha publicado que el aumento del número de hipotecas en marzo fue de 19.806, un 20% más que en el mismo mes de 2014. Además, en el primer trimestre de 2015 se promovieron 10.681 viviendas, un 23% más que en el mismo trimestre de 2014.
EL AUMENTO DE LA OCUPACIÓN
En el futuro, ¿seguirá aumentando el consumo y la compra de vivienda? La respuesta está, en parte, en la capacidad que tengan los nuevos gobiernos municipales y autonómicos para atraer y retener actividad empresarial y, como consecuencia generar más empleo. Es decir, si los nuevos gobiernos serán capaces o no de crear ese marco de confianza necesario para que aumente la actividad económica. Los datos de Contabilidad Nacional que venimos comentando señalan que en el conjunto de España el empleo avanza y acumula cinco trimestres de crecimiento. En los doce últimos meses se ha producido el mayor crecimiento en casi ocho años: 460.000 ocupados más (medido en puestos de trabajo equivalente a tiempo completo). Y en ese marco de confianza en el que se desenvuelven las empresas hay que incluir el que puedan aumentar la competitividad de los bienes y servicios que producen.
Los datos publicados van en esa dirección de mejora de la competitividad. Efectivamente, las empresas siguen aumentando sus exportaciones y la inversión en bienes de equipo. Es una señal de que están mejorando las expectativas empresariales y de que el crecimiento económico seguirá aumentando en el futuro.
Y es en el camino del aumento de la competitividad donde las CCAA tienen un margen muy importante de actuación. En manos de las CCAA está casi toda la competencia en la educación reglada de los españoles y con ella la capacidad de aumentar la calidad del capital humano y su productividad. Más empleo de calidad solo es posible si se produce un reajuste en la formación profesional y universitaria que orienten sus contenidos (más de lo que lo hacen ahora) a lo que demanda el mercado. No menos importante es la labor investigadora que se realiza desde los departamentos universitarios. El crecimiento de la productividad supone apoyar programas de investigación y desarrollo (I+D), procurando que muchos de dichos programas de investigación terminen por convertirse en proyectos empresariales generadores de empleo.
Afortunadamente, hasta ahora se ha podido consolidar un modelo productivo basado en las exportaciones que comenzó con éxito hace seis años y que asegura un crecimiento económico duradero a largo plazo. De hecho, los datos de balanza de pagos conocidos ayer confirman esa tendencia. En resumen, se trata de mantener la buena trayectoria de crecimiento de nuestra economía mejorando la competitividad. Y para ello es necesario que en todos los niveles de gobierno, también los de las CCAA y municipios se continúe facilitando la actividad empresarial y la creación de empresas en sectores y actividades que generen valor añadido.
De ahí que sería un error que los nuevos gobiernos que se formen en las próximas semanas cayesen en la tentación de ir hacia atrás, como los cangrejos, y nacionalizasen ciertos servicios públicos que están prestando empresas privadas de forma eficiente. La experiencia española, en los últimos años, ha demostrado de forma efectiva que el sector público no tiene porqué tener bancos (cajas de ahorros), ni debe dedicarse a la generación y distribución de la energía eléctrica, ni a gestionar compañías de transporte, aeropuertos, hipódromos, cadenas hoteleras, suministro de agua, recogidas de basura, etc.
En definitiva se abre un periodo en el que se van a formar nuevos gobiernos municipales y autonómicos. Gobiernos que deben dar prioridad a la generación de empleo duradero a largo plazo para lo cual deben asegurar un marco de estabilidad a las empresas, también a las de capital extranjero. Un marco de confianza donde se acreciente la unidad de mercado y se afiance la seguridad jurídica. Solo así el fantasma de la incertidumbre desaparecerá, el riesgo político de España se reducirá y la recuperación económica, iniciada hace dos años, seguirá adelante. Un crecimiento más rápido significa también ingresos fiscales más elevados lo que permitirá reducir la elevada deuda pública autonómica y municipal.
Fuente: Rafael Pampillón . “Estabilidad política para aumentar la competitividad”. Expansión, 30 de mayo de 2015. Pagina 43.
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