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jueves, 4 de junio de 2015

El gráfico de moda: Europa 2015 vs Japón 2003, ¿mito o realidad?

No cabe calificar como simple excentricidad carente de 

fundamento el paralelismo entre lo que está sucediendo 

con el bono alemán y lo que aconteció con el soberano

 japonés en 2003


Foto: La bandera nacional de Japón en un edificio de Tokio. (Reuters)

Este es el gráfico que más está circulando estos días por los corrillos financieros internacionales. Compara lo sucedido con el bono soberano japonés en 2003 y lo que está ocurriendo en estas últimas semanas con el alemán.


Como pueden apreciar, la similitud es asombrosa.

Más después del brusco desplome ayer del bund, que pasó en una sola sesión del 0,714% de rentabilidad al 0,86% por el que transitaba a la hora de escribir este post. Un aumento del 20% que, sin duda, hace dañito a las carteras –por más que el cambio en precio no sea tan significativo (alrededor del 1,5%, aun así una barbaridad para renta fija)– y no está recogido en el chart anterior.

Incluyan ese movimiento, extrapolen lo que está por venir (que doble el rendimiento hasta el 1,60%, eje de la izquierda) y échense a temblar.

No los son los fondos de deuda pública los mejores para estar invertidos en 2015 como ya advertimos al inicio de ese cambio de tendencia allá por finales de abril (Valor Añadido, “Por qué la llaman renta fija cuando quieren decir pánico”, 04-05-2015).

Sell in May… recomendamos premonitoriamente entonces tras las plusvalías acumuladas en este tipo de activo en los últimos ejercicios.

Pero no nos vayamos por las ramas.

Sigamos.

Tomado en frío, se podría argumentar que la comparativa no es sino una frikada de aquellos deseosos de buscar correlaciones donde solo hay casualidades.

De hecho, si uno va a lo publicado por el Banco Internacional de Pagos de Basilea en septiembre de hace doce años sobre la abrupta recuperación del rendimiento de mercado del bono nipón en aquel entonces, se encuentra con algunas cositas interesantes. La primera y principal que se trató de un sell-off generalizado que afectó también a Estados Unidos y Alemania.

Esto, per se, limitaría la validez de la analogía.

Vale.

Pero es que no es el  caso. Al menos, no solo.

Cuando se bucea en el mismo documento en las causas específicas de lo sucedido en su día con el soberano japonés, asoman similitudes interesantes tales como que:

- El catalizador inicial fue la falta de demanda de una subasta de su 20 años (igual que ahora con el 5 germano);


- que ocasionó una elevada volatilidad –factor al que hizo mención el propio Draghi en su comparecencia de ayer– que afectó a los modelos de riesgo exacerbando la venta (igual que ahora cuando la falta de liquidez por la ausencia de contrapartidas bancarias es uno de los temas que más preocupa a los inversores);

- y cuyo origen hay que buscarlo en unas perspectivas económicas mejores de lo esperado para el país del Sol Naciente, lo mismo que está sucediendo ahora con la incipiente recuperación europea y el alejamiento del fantasma de la deflación tras el último dato que se ha dado a conocer esta semana.


Por tanto, no cabe calificar como simple excentricidad carente de fundamento el paralelismo entre ambos movimientos.

Hay causa.

A partir de aquí está por ver si se completa o no la vuelta del bund alemán hasta los niveles que llegó el japonés en 2003, con el consiguiente impacto para los porfolios de los ahorradores más tradicionales, las posiciones de carry de los bancos, la financiación de peor calidad y emergente y el comportamiento de las bolsas que, si compran el argumento del growth, tampoco tendrían por qué sufrir, especialmente teniendo en cuenta la mejora que se ha producido durante la crisis en el apalancamiento operativo de las empresas que las integran (a poco incremento de ventas, mucha repercusión en beneficio).

Sin embargo, aun siendo importantes sus efectos, lo más relevante es lo que viene después. Esperemos que la equiparación sirva únicamente como divertimento a corto plazo porque, de ir más allá, de continuar en el tiempo, lo que nos espera a los sufridos europeos es más ralentización, mayor presión en precios, menor eficacia de la política fiscal, continuidad de una inútil expansión monetaria que llevará a la deuda europea de nuevo a mínimos y así sucesivamente. Es lo que aconteció en Japón 'el día después' de tanta fanfarria.

Un desenlace que la propia fragmentación de la idea comunitaria y la difícil unidad de acción en su seno –más allá de lo que hace el BCE– convierten en plausible.

O no.

Ya saben, el miedo es irracional porque anticipa un desenlace incierto. Pero, precisamente por eso, hay mercado: donde unos ven un riesgo, otros aprecian la oportunidad.

¿Cuál de los escenarios se completará finalmente: mejora estructural o espejismo?

Nuestra opinión es la que menos importa.

Su turno.





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