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miércoles, 17 de febrero de 2016

Crédito y estrés financiero



Como todos habrán notado, la semana pasada los mercados financieros estuvieron más movidos de lo que ya lo han estado desde que comenzó el año, una semana en la que además hubo interpelación a la presidenta de la Reserva Federal americana por parte de los representantes de los votantes estadounidenses. Por ello, hoy daremos un repaso a las estadísticas monetarias y crediticias en Estados Unidos a ver qué nos dicen.

Fin de la fiesta monetaria

Desde su nacimiento, en este blog hemos hecho un especial seguimiento a la política monetaria de los principales bancos centrales del mundo y lo cierto es que la valoración de quienes los gobiernan, sobre todo si se les compara con sus colegas anteriores a Greenspan, es bastante mala; padecemos una generación de gestores financieros en las más altas esferas que pareciera no hubieran aprendido ninguna de las duras lecciones del pasado, siendo difícil decidir cuál es el peor de todos. 

Cuando Estados Unidos inició el camino de la normalidad monetaria con el tupper, allá por febrero de 2014, ya adelantamos algunas de sus consecuencias, y cuando se acabó el QE, en octubre de 2014, también analizamos las implicaciones de volver a la “normalidad” monetaria. Faltaba pues ver qué pasaría cuando hubiera novedades, cosa que lleva su tiempo; pues bien, ya las ha habido.



Tal vez alguno pensaría que se detendría el crecimiento de la cantidad de dinero, pues no, eso no ha ocurrido; se ha ralentizado un poco, pero sigue creciendo a una tasa próxima al 6% anual, que con un PIB nominal creciendo (cada vez menos) cerca del 4%, es más que suficiente. Hay varias razones que lo explican, pero solo trataré dos: la primera, que los bancos están utilizando parte de las enormes reservas excedentarias (adicionales a las legales), casi la mitad de los QE, reduciéndolas casi un 16% desde que alcanzaron su máximo en septiembre de 2014, destinándolas al crédito.

El otro elemento es el crédito, pues cuando una institución aprueba un préstamo deposita ese dinero en una cuenta, generándose un complejo proceso que crea dinero; dicho proceso se revierte en un “credit crunch” y, seguramente, pensando en eso, las instituciones americanas acumularon esas enormes reservas excedentarias. Se supone que los bancos centrales saben eso y cuidan que los balances del sistema estén sanos; se supone.


Como se puede ver en la gráfica anterior, tras un proceso de desapalancamiento, el crédito vivo se ha recuperado con fuerza, llegando el concedido a la construcción a superar al máximo anterior, que venía de la burbuja y crisis sub-prime, un dato que no tranquiliza, máxime cuando el balance del sistema ha perdido liquidez por la reducción de reservas. Es cierto que hoy no hay la locura de entonces, aunque los productos sub-prime persisten y conveniente que ver “La gran apuesta”, hoy en los cines, para recordar el origen del desastre, la corrupción bancaria y de los supervisores públicos y privados, o que otros tengamos que hacerles el trabajo y sufrir las consecuencias de hacerlo. 

Estrés financiero.

Hay un estrés que padecen los deudores, corporaciones o particulares, producto de un endeudamiento incorrecto, pero eso es microeconomía y hoy no hablamos de eso sino del estrés sistémico. Lo que ha ocurrido es que, al verse obligado el sistema bancario a utilizar sus reservas excedentarias, han tenido que re-evaluar sus asignaciones de fondos y eso, lógicamente, crea tensiones sistémicas, que empezaron hacia octubre de 2014 y así lo registra el indicador de la Reserva Federal de San Luis, en el que cero es el nivel normal de estrés (tiene matices, pero no entraremos)


Por supuesto que ese cambio en las prioridades crediticias ha tenido efectos globales que, como comentamos más arriba, advertimos en su momento. A los efectos acumulados de los mismos se sumó a primeros de año la estacional re-evaluación de las inversiones que siempre ocurre por esas fechas en los mercados de capitales. El resultado de esos efectos acumulativos es que el indicador se parece bastante a los previos de la anterior crisis, allá por finales de 2007.

El lío Europeo

Con esa tensión financiera de fondo aparece el cisne negro europeo, algo que nadie esperaba puesto que tenemos nuestro QE a pleno rendimiento y un perfil cíclico que, aun siendo mediocre en crecimiento, es mejor que el de otras áreas económicas, algo que todos sabemos desde septiembre del año pasado. Así, mientras la opinión pública mundial estaba a lo rutinario: la burbuja China, petróleo, Japón, el Baltic Dry Index, Brexit, etc., de repente aparece el cabreo de los inversores con el tema del bail in europeo, ese en que los depositantes pagaran con las culpas de los malos supervisores públicos.

La verdad es que, en Europa y en España ya no cabe en “lo público” un amateur más, y claro, todos quieren más deuda pública, una parte de la cual meterán a la banca, haciéndole más daño. Es difícil pues no pensar que padecemos una pandilla de delincuentes que le tiene cogida la medida al sistema electoral para seguir con el expolio de los españoles y mantener su negocio. De guinda, algún torpe del IBEX35 que, en su ignorancia sobre su índice rector, contribuye a construir un escenario a la portuguesa y encima con el programa ruinoso de Sánchez; luego le echamos la culpa al “capitalismo”, claro.

En este ambiente tan viciado para los inversores vuelven los avisos sobre el Deutsche Bank, siempre en todos los “saraos”, y sobre la banca italiana, dos casos de casta y reformas para proteger a malos gestores hechas en países con gobiernos no representativos y sin división de poderes y unos bancos. Lo peor es que es justamente el ahorro de las familias, a las que expolian, el que, bien intermediado, será el que nos saque del agujero en que nos han metido estos tipejos.

Así las cosas, las esperanzas hoy están puestas en que vuelva cierta tranquilidad, al menos hasta abril, donde comienza la corrección estacional que podría largarse hasta septiembre cuando se aclare más el panorama electoral americano. Ese es el horizonte de inestabilidad que nos espera a corto plazo.

Lo que sigue pendiente, no solo en la UE, es un sector bancario sin estrategia para la caída de margen total, por el desapalancamiento y los malos créditos, y del margen medio, por la caída de tipos. Lo típico de la deflación pero con unos gestores que no han hecho sus deberes y por ello habrá más estrés.

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