Un vistazo a la historia monetaria muestra que la gente, cuando se le dio libertad de elegir, optó por los metales preciosos como dinero. Esto no resulta una sorpresa. Los metales preciosos tienen las propiedades físicas que debe tener un medio para servir como dinero de curso legal: Son escasos, homogéneos, duraderos, divisibles, acuñables y transportables. Están muy estimados y presentan un valor considerable por unidad de peso. El oro cumple estos requisitos por excelencia y por eso siempre ha sido la primera elección de la gente en términos de dinero. El oro ha demostrado sus méritos como dinero durante milenios: es el medio definitivo de pago.
Más recientemente, el oro se ha remplazado por el dinero fiduciario irredimible del estado, por razones bastante más políticas que económicas. El estado prefiere un dinero cuyo valor pueda ser alterado a voluntad, por ejemplo, para influir en la demanda general, redistribuir la renta y beneficiar a algunos a costa de muchos. El oro como dinero se interpone en el camino de esas maquinaciones. El dinero fiduciario, no. Por el contrario, el dinero fiduciario puede sencillamente imprimirse, puede crearse de la nada.
El dinero fiduciario tiene sin embargo graves inconvenientes económicos y éticos. Es crónicamente inflacionista, amplia las diferencias entre pobres y ricos, dispara ciclos de auge y declive y agrava la carga de la deuda de la economía. Lo más importante es que un régimen de dinero fiduciario permite al estado expandirse en realidad sin límites, transformando potencialmente con el tiempo incluso un estado mínimo en un estado máximo a costa de las libertades individuales.
Tras la más reciente crisis económica y financiera de 2007-2008, mucha gente se ha preocupado por que sus ahorros, en su mayoría invertidos en cuentas bancarias y bonos denominados en moneda fiduciaria, puedan devaluarse. Esto ha impulsado una búsqueda de dinero “bueno”.
Algo nuevo en la mezcla son la divisas digitales, la más famosa de las cuales es la unidad virtual “bitcoin”. Es una moneda digital generada por computadoras descentralizadas y basada en Internet, en lugar en una autoridad central.
Las transacciones por medio de divisas digitales como el bitcoin se confirman o validan por un sistema de consenso descentralizado que usa una “blockchain”. Esto último es esencialmente un libro de contabilidad digital público, una declaración de apuntes contables para transacciones entre computadoras. La blockchain se guarda en muchas computadoras, de forma que es prácticamente imposible de manipular. En el caso concreto de bitcoin, la blockchain asegura que solo el dueño de la bitcoin puede hacer una transacción con su bitcoin, que la misma bitcoin no puede crearse múltiples veces.
En este artículo, usaré bitcoin como ejemplo principal, aunque esta tecnología puede aplicarse a cualquier divisa digital similar.
Sin embargo, esta tecnología ahora se usa para proporcionar nuevos medios para transferir activos entre personas: el “bitcoin coloreado”. Un bitcoin coloreado (o algo comparable usando tecnología blockchain) representa cierto activo. Por ejemplo, el oro físico puede estar disponible para transacciones cotidianas (compras y ventas en supermercados y en Internet) simplemente transfiriendo un bitcoin coloreado respaldado por oro de la cartera bitcoin del comprador a la cartera bitcoin del vendedor.
¿Cómo podría obtenerse ese bitcoin respaldado por oro? Se podría comprar, por ejemplo, oro físico en una tienda de oro. Este último emite a continuación un bitcoin coloreado, que representa la propiedad del oro físico. El bitcoin coloreado es, económicamente hablando, un sustitutivo del oro (un sustitutivo del dinero, completamente respaldado por el oro físico). Puede usarse para hacer compras y, a voluntad del consumidor, puede redimirse en oro físico en la tienda de oro en cualquier momento.
Un bitcoin coloreado representa una cosa o activo físico que existe fuera de la red bitcoin. Por tanto conlleva un riesgo de que emisor incumpla su promesa. Sin embargo, hay soluciones de mercado para este problema. Por ejemplo, el oro puede almacenarse por un tercero particularmente fiable. O la gente puede poseer bitcoin coloreados de diversos emisores. Si esto último se viera como de igual riesgo, cotizarían ambos a la par (después del margen por posibles costes de almacenamiento y manejo).
Dicho esto, la tecnología de oro en la blockchain parece tener un gran potencial en lo que se refiere a hacer posible un mundo de transacciones digitales con divisa oro. Hasta ahora, los gobiernos usan regulación e impuestos para inhibir e incluso prohibir competencia sin carga entre monedas. Sin embargo, la evolución de la blockchain elude en buena parte los obstáculos que los gobiernos imponen en el camino a un mercado libre en el dinero. A dónde lleve esto, por supuesto, es imposible de predecir con certidumbre.
En todo, caso, cuando las comparamos con el dinero fiduciario público, las divisas digitales pueden ofrecer alternativas atractivas. Lo mismo para con los amantes del oro, que pueden ver la tecnología blockchain como medio para expresar oro físico y al final el dinero oro digitalizado podría convertirse en una opción práctica.
Publicado originalmente el 1 de febrero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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