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miércoles, 17 de junio de 2015

Uy, uy, uy: estas dos noticias de ayer son muy, muy importantes

Buena parte de las esperanzas futuras de la economía mundial se basan en la aparición de una amplia clase media en los países emergentes, un fenómeno que va con peligroso retraso

Foto: Imagen de la sede de Nestlé en Suiza. (Reuters)
Imagen de la sede de Nestlé en Suiza. (Reuters)

 
Hoy no les voy a robar mucho tiempo.
 
Saben que buena parte de las esperanzas futuras de la economía mundial se basan en la aparición de una amplia clase media en los países emergentes que tome el relevo del envejecido mundo desarrollado.
 
La importancia de su surgimiento no es baladí.
 
No en vano, el entorno actual se caracteriza porque la mayoría de las naciones del primer mundo están funcionando por debajo de su potencial, diferencial conocido como output gap. Nace de un exceso de factores de producción –trabajo, tierra, capital– que es, por naturaleza, desinflacionario, cuando no directamente deflacionario.
 
En ausencia de un conflicto bélico que solucione por las bravas ese desequilibrio, como ocurrió desgraciadamente tantas y tantas veces en el pasado, su corrección no puede quedar sino en manos de un fenómeno disruptivo por el lado de la demanda.
 
Pues bien, entre las apuestas de los analistas, la originación y consolidación de grandes bolsas de nuevos consumidores en el segundo y tercer mundo era de las favoritas.
 
Pero va a ser que no.
O, al menos, no de momento.
Vaya.
 
Vean, si no, estas dos preocupantes noticias publicadas ayer en las ediciones impresas tanto de Financial Times como de The Wall Street Journal.
 
La compañía suiza lleva más de 100 años en el continente, donde ha invertido cerca de 1.000 millones de dólares en la última década. Pues bien, ha decidido recortar su plantilla en un 15%, reducir su cartera de productos en la región a la mitad y cerrar varias de las oficinas locales de representación para intentar minimizar las pérdidas. Sigue así los pasos de otros damnificados anteriores como Coca-Cola o Cadbury.
Y lo hace tras constatar que “pensábamos que África iba a ser la siguiente Asia, pero nos hemos dado cuenta de que su clase media no sólo es pequeña, sino que no crece”. Sirva como muestra un botón, menos de un millón de keniatas pertenecen a esa categoría de un total de 44 millones de habitantes en esa nación. El tamaño del chasco es tal que sus proyecciones han pasado de apostar por doblar tamaño a contentarse con un 10% de crecimiento anual en el futuro.
 
 

El caso africano se podía considerar como más marginal, pero no así el indio.
 
Pues bien, según informa el diario de Murdoch, la gran mayoría de los 300 centros comerciales con los que cuenta la India –250 de ellos desarrollados en la última década– se encuentran al borde de la ruina debido a la falta de compradores y, por tanto, de inquilinos. Apenas un mall por gran ciudad se salva de la quema.
 
Pese a su ingente población, “apenas diez millones de indios son, por nivel de renta, clientes potenciales de este tipo de establecimientos”. La realidad ha quedado muy por debajo de las proyecciones que se barajaban en el momento de su masiva construcción a lo largo y ancho del país.
 
Algo similar ha sucedido también en Brasil o Turquía.
 
 
Más allá, por tanto, de la particularidades que rodean a ambas informaciones, de problemas de exceso de capacidad o de falta de adaptación a los gustos del consumidor local, lo cierto es que en ambos territorios lo que ha fallado es la clientela.
 
Ojito.
Y es que es levantar la cabeza y no encontrar un respiro, oigan.
Cada vez quedan menos clavos a los que aferrarse.

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