"Ya hemos visto algunos efectos positivos de nuestras medidas". Quien firma estas palabras es el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Las pronunció este miércoles en el Parlamento Europeo, Con ellas se refiere a que, desde su punto de vista, la masiva impresión de euros que la entidad llevará a cabo desde marzo a través de su esperado programa de expansión cuantitativa (QE) ya está surtiendo efecto desde antes incluso de ponerse en marcha. Si el banquero italiano entiende por "efectos positivos" desatar un carrusel de compras de deuda pública, con los inversores lanzándose a adquirir cualquier bono antes de que lo haga el BCE, con los rendimientos en mínimos históricos y con países financiándose en negativos a plazos de incluso cinco años, está en lo cierto.
Porque justo eso, todo eso, es lo que está ocurriendo. Una auténtica fiebre compradora atraviesa los mercados de deuda pública en la Eurozona. De principio a fin, además, como se pudo apreciar el miércoles y como se ha seguido viendo este jueves.
El miércoles por la mañana, Alemania salió al mercado para financiarse mediante una emisión de bonos a cinco años. La operación reportó 3.281 millones de euros para las arcas públicas germanas. Y lo mejor es que tendrá que devolver menos, ya que, por primera vez en su historia, se financió con intereses negativos para un plazo tan largo. En concreto, del -0,08%. Y no es que los bajos rendimientos vigentes ahuyentaran a los inversores, precisamente, porque las peticiones ascendieron a casi 6.500 millones de euros.
En paralelo, el Tesoro Público español, consciente del históricamente favorable entorno actual, puso en marcha la maquinaria para lanzar obligaciones a 15 años mediante una colocación sindicada. Esto es, no a través de las subastas abiertas que lleva a cabo periódicamente, sino con una operación mediante la que encarga a un grupo de bancos que venda directamente la deuda a inversores institucionales y entidades financieras.
Alemania recibe dinero por financiarse a cinco años; España paga menos de un 2% a 15 años; el bono irlandés está bajo el 1%... Es la huella del QE
En mitad del frenesí comprador, España se encontró con una demanda abundante –20.151 millones de euros– que le permitió conseguir 7.000 millones de euros a cambio del rendimiento más bajo jamás pagado por el Tesoro para un plazo así: 1,98%, con cupón del 1,95%. En este caso, las comparaciones no son odiosas. La anterior ocasión en la que el Tesoro había llevado a cabo una sindicada a 15 años fue en julio de 2013 y la rentabilidad ascendió al 5,19% y el cupón del 5,15%.
Pero las consecuencias de la fiebre no se quedaron ahí. Las compras situaron los rendimientos de varios países en mínimos históricos –hay que tener en cuenta que la rentabilidad cae cuando el precio de los títulos sube–. Sobresalen dos casos, los de Irlanda y Portugal, porque se trata de dos de los países que recibieron un rescate total. Irlanda lo pidió en 2010, el rendimiento de sus bonos a 10 años llegó a tocar el 14% en 2011 y ayer marcó un mínimo histórico por debajo del 1%. Portugal levantó la mano para solicitar ayuda financiera en 2011, la rentabilidad de sus títulos a una década superó el 17% en 2012 y ayer bajaron hasta donde nunca antes lo habían hecho y se quedaron a nada de situarse por debajo del 2%. También ayer, el Tesoro luso logró 1.500 millones de euros con la venta de deuda a 10 años al menor interés de siempre, el 2,04%.
Pero es que estos movimientos se han quedado ahí. Este jueves incluso han ganado velocidad. La lista de países con rendimientos a 10 años en mínimos históricos -en términos nominales- ha continuado engordado. España se ha sumado a ella, porque el interés ha descendido al 1,27%. Y a partir de ahí, todo lo demás: el bono italiano ha bajado al 1,34%; el portugués, al 1,85%; y el irlandés, al 0,88%. Tampoco encuentra suelo el bund germano, cuya rentabilidad ha descendido al 0,298%.
Cuenta atrás en un mundo sin rendimientos
¿A qué se debe ese comportamiento? ¿Qué buscan los inversores? Unos, ser más rápidos que el BCE. Es decir, como la institución se lanzará a comprar deuda pública desde el próximo mes, ellos se adelantan y luego se llevarán la diferencia entre el precio pagado ahora y el que abonará el banco central. Otros, capturar para sus carteras los rendimientos adicionales que aún ofrece la deuda periférica. Con la red de seguridad ofrecida por la lluvia de euros del BCE, con la rentabilidad de la deuda de otros países aún más baja y con la inflación en términos negativos –y por tanto incrementando los rendimientos reales de los bonos españoles o portugueses– el 1,5% o el 2% que todavía se puede encontrar en la deuda lusa o española no es algo que se quiera desaprovechar en las actuales condiciones de mercado.
Al mismo tiempo, esa actitud pone de relieve que el mercado descuenta una larga temporada de condiciones monetarias extraordinariamente laxas en la Eurozona. Por el momento, el QE podría prolongarse de marzo de 2015 a septiembre de 2016 y en cada uno de esos meses el BCE –acompañado por los bancos centrales nacionales del euro– dedicará 60.000 millones de euros a la compra de deuda pública y privada. Y como refuerzo los tipos de interés oficiales se encuentran en el mínimo histórico del 0,05% y todo indica que seguirán ahí al menos hasta 2017.
"El BCE ha adoptado medidas sin precedentes", añadió Draghi ayer para constatar esta realidad. Y a pesar de que las actas de la reunión del 22 de enero, en la que el BCE lanzó el QE, recogieron que algunos miembros del Consejo de Gobierno de la entidad no las tienen todas consigo, Draghi no es uno de ellos. "El QE tiene un elevado potencial para transmitirse a la economía", aseguró en el Parlamento.
Empujados al riesgo
Por ahora, y sin que el BCE haya comenzado a disparar, ya está abaratando los costes de financiación de los países. Y no solo eso, sino que su efecto efervescente se proyecta también a la renta variable. "La expansión de múltiplos generada por los bancos centrales al abaratar tanto el coste del dinero -e incluso ponerlos en negativo- hace que sea muy poco probable que los inversores dejen caer a los índices de renta variable", explica Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio.
La efervescencia se contagia a la renta variable; los principales índices europeos ya lucen subidas de doble dígito en 2015
Es decir, del mismo modo que en la deuda se ve una carrera por anticiparse al QE, en la renta variable el fenómeno ha sido similar en las últimas semanas –así lo reflejan las subidas de doble dígito que reflejan la mayoría de los índices europeos– porque el dinero fresco del BCE también buscará encontrar en la bolsa los rendimientos que ya no ofrecerá la deuda. Este es precisamente uno de los objetivos pretendidos por la represión financiera inducida por la actual política de los bancos centrales: que el dinero de los inversores se canalice hacia los activos de riesgo. "Los bancos centrales están obligando a los inversores de forma sistemática y consciente a asumir más riesgo, y eso es un juego peligroso", advierte Lucas Mojardín, de CapitalatWork.
El QE aún no ha empezado. Pero Draghi tiene razón. Ya está aquí. Y lo está modificando todo. Es lo que tiene que la mano visible de los bancos centrales.
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