Querido contribuyente: Si no fuera por ti no podríamos hacer esta campaña tan buenista y melodramática. Como dice mi propaganda estacional, si no fuera por cada uno de vosotros, ni Jorge tendría pensión ni Sonia colegio ni Luis carreteras ni María sanidad… ni saldría el sol por Antequera ni llovería café en el campo ni existiría el oxígeno mismo que respiras. Lo has adivinado: todo, absolutamente todo es obra del Estado, ese semidiós benefactor que te provee y te cuida gracias al sacrificio de sus abnegados agentes. ¿Qué digo agentes? ¡Ángeles que cada día salvan a la patria y a los necesitados!
Se necesitaría ser vil y abyecto para no reconocer la magnificencia estatal y negarse a contribuir a sus trillones de milagros cotidianos. Se necesitaría ser un trozo de carne con ojos, un humanoide desprovisto de empatía, para no entender que ocultarle tu propiedad es robar a los demás, pues lo tuyo no es realmente tuyo, sino de todos. Y, naturalmente, aquello que es de todos puede y debe tomarlo, administrarlo y repartirlo la élite ungida que tanto se desvela por ti.
El Estado es tu pastor, nada te falta. Y tú, ¿vas a negarle lo que te pide? ¡Si apenas es la mitad de la riqueza que produces!
Es que, querido siervo, si no fuera por esa élite y por mí mismo en concreto, ¿qué sería de ti, insensato, botarate, alma de cántaro, torpe contribuyente que te crees dueño del producto de tu esfuerzo? ¿Dueño tú? Mira a tu alrededor, a ver si descubres un milímetro cúbico de realidad donde no resplandezca la presencia salvífica del Estado. Si no fueras tan soberbio, querido contribuyente, te reconocerías parte de algo mucho más grande que tu insignificante y pedestre existencia, al comprender que tienes la suerte de ser propiedad del Estado. Eres uno con el semidiós, eres su productivo músculo laborioso mientras nosotros, la élite político-administrativa, somos la mente que piensa por ti y por todos, porque para eso nos hemos sacado unas oposiciones o unos votos, según el caso, y habrás de reconocer que pensamos mucho mejor que tú, dónde va a parar. Sabemos lo que te conviene y te guiamos por el recto camino hacia los verdes pastos. El Estado es tu pastor, nada te falta. Y tú, ¿vas a negarle lo que te pide? ¡Si apenas es la mitad de la riqueza que produces! ¡Si sólo te hace trabajar para él desde Año Nuevo hasta el verano! Por ahora.
De manera que vuelve al redil y desecha los malos pensamientos, esos cantos de sirena que te invitan a deducirte no sé qué cosa en las fronteras mismas de la normativa, o a olvidarte de ese pequeño ingreso adicional esperando que no nos enteremos. Nos enteraremos, que para eso espiamos tus cuentas bancarias y tus comunicaciones, y sabemos todo lo que ostentas en las redes sociales. Anda que no tenemos gente surfeando las más diversas plataformas, siempre con cargo a tus ingresos, por supuesto. Ese coche nuevo que publicaste en el Libro de Caras, con la tuya sonriente… a ver de dónde ha salido, majo, que el año pasado declaraste poquito. A ver si este año te estiras más, que el Estado tiene muchos gastos. ¿No querrás que te saquemos para público escarnio en alguna lista negra de malos ciudadanos, de pérfidos evasores secuaces de Satanás? Mira que te arriesgas a ser señalado por todos como lo peor que se puede ser en la neolengua que hemos implantado: un “insolidario”. A ver luego cómo te quitas el sambenito. Y pobre de ti como refugies parte de tu riqueza en el exterior, aunque seas un simple inmigrante que haya ido ahorrando mediante la compra de inmuebles en el país de origen.
Aquí se tributa por rentas universales, que quiere decir que lo que tengas fuera nos tiene que producir ingresos a nosotros, así, by the face
No, no… aquí se tributa por rentas universales, que quiere decir que lo que tengas fuera nos tiene que producir ingresos a nosotros, así, by the face. Ten en cuenta que eso de tener dinero fuera está reservado a la estirpe estatal, y no nos gusta nada que acuda a Panamá cualquier pelado, cualquier nouveau riche, cualquier advenedizo que haya hecho su patrimonio simplemente trabajando o emprendiendo. En realidad, las fortunas deberían hacerse trepando por el escalafón de la estatocracia. ¿Qué se habrán creído esos empresarios que, a pesar de nuestros impuestos y de nuestras trabas, han levantado imperios y han conseguido llevarse el correspondiente beneficio? En el fondo, aunque no lo podamos decir en público, no está mal lo que proponen algunos de Podemos, eso de quitarles el 95%. Y luego le damos una renta básica a todo el mundo y ya está: todos súbditos, todos dependientes del Estado, y todos marcando el paso que les indiquemos. Ah, y todos al comedor estatal, ¿qué es eso de que la alimentación aún sea privada? Todo se andará.
Si no fuera por ti, la dictadura con piel de socialdemocracia no sería posible
Recuerda el mantra: “contribuimos para recibir”, así que ve bajándote los pantalones como todos los años e inclinándote ante Hacienda, en posición de recibir. Ya me encargo yo de que recibas. Y mientras recibes, piensa que, si no fuera por ti, los oropeles del Estado se agrietarían revelando la podredumbre moral que ocultan. Si no fuera por ti, yo no podría utilizar a mi antojo la información fiscal. Si no fuera por ti, la gente produciría bienes y servicios y los intercambiaría libremente sin sobreprecio, en el marco de un orden espontáneo de la sociedad civil y de su vertiente económica, llamada mercado. Si no fuera por ti, no habríamos podido perfeccionar todo este sofisticado aparato de control social, dirigismo cultural y planificación económica totales, que cada día incrementa tu alienación y cosificación señalando el camino hacia las pesadillas de Orwell y Huxley. Si no fuera por ti, la dictadura con piel de socialdemocracia no sería posible, y yo no habría podido subirte los impuestos más de cincuenta veces en cuatro años. Si no fuera por ti, que en junio volverás a votarme a mí o a otro estatista similar, las cosas podrían cambiar. Así que gracias, contribuyente, y por favor sigue pagando de buen grado y sin rechistar, como ciudadano solidario que eres. Firmado, tu simpático parásito, tu amigo Cris (para los evasores, Vlad Dracul).
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