El círculo virtuoso del euro
La economía española puede entrar en los próximos meses en una especie de circulo virtuoso, que impulse su crecimiento más allá de lo esperado. Hace unos meses se pronosticaba que el dólar alcanzaría la paridad con el euro a lo largo de este año, probablemente en la segunda mitad. Lo que casi nadie esperaba es que se consiguiera en semanas o que la caída pudiera ahondar hasta los 0,80 euros por dólar, como pronostica Goldman Sachs. El abaratamiento de la moneda única elevará en algo más de un punto adicional el crecimiento y permitirá crear unos 300.000 empleos por sí solo.
Si a finales del año pasado, el principal temor era que Alemania se estancara o incluso entrara en recesión, lo que arrastraría al pozo a la eurozona, ahora se prevé todo lo contrario. Berlín es el principal beneficiario no sólo como gran exportador, alrededor de la mitad de su producción, también como primer receptor de las compras de deuda, que esta semana puso en marcha el BCE.
Francia e Italia, que se tambalean, volverán a crecer, y España se sumará al festín, ya que casi el 70 por ciento de sus ventas va a Europa, sobre todo a Francia y Alemania.
El segundo elemento positivo es el petróleo barato, que representa el 80 por ciento de las compras energéticas. La caída del euro amortigua su recorte. Pero incluso esta circunstancia nos favorece, porque contribuye a espantar el fantasma de la deflación, como se vio en febrero, en que los precios rompieron la racha bajista. Si a ello se une el proceso de adelgazamiento de costes al que se sometieron las empresas españolas, es comprensible el optimismo de la mayoría de los gurús sobre el futuro inmediato.
Es una pena, dicho sea de paso, que la Administración abandone la senda de austeridad. Los últimos datos sobre endeudamiento, en los que 15 autonomías rompen el techo fijado por Hacienda con subidas del 13 por ciento de su deuda, es una prueba de cómo comenzaron a cebar la maquinaria del gasto ante la proximidad de las elecciones.
También Podemos y los independentistas catalanes, las dos grandes incertidumbres para la economía, comienzan a defraudar a sus seguidores. El respaldo dado por Pablo Iglesias a las brutalidades del dirigente venezolano, Nicolás Maduro, es una evidencia más de cómo el régimen bolivariano subvenciona el activismo de Podemos.
Las redes sociales hirvieron esta semana con la posibilidad de que la financiación venezolana de la formación de Pablo Iglesias esté detrás de la intervención del Banco Madrid.
No ganamos para sustos. Es difícil de creer que personajes de la talla de José Pérez, exdirector general del Banco de España y expresidente de Intermoney, o Soledad Núñez, exdirectora general del Tesoro, consintieran las actuaciones que provocaron la intervención de la entidad. Pero el cese del consejo de administración con Pérez a la cabeza apunta a que, al menos, toleraron operaciones poco transparentes sobre las que miraban para otro lado en lugar de inquirir por ellas.
Los anteriores dueños de Banco Madrid, La Kutxa de San Sebastián ahora integrada en Kutxabank, pusieron a la venta la entidad financiera cuando conocieron que había clientes especiales, que escapaban al control de la dirección del banco. Al parecer, el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez conocía la existencia de estas operaciones y por eso puso al mando a José Pérez, uno de sus hombres de confianza en el Banco de España. Pero si es así, por qué durante tanto tiempo se guardó silencio. ¿Por qué fueron las autoridades americanas y no los directivos los que destaparon el pastel? La reputación de Pérez queda por los suelos, aunque todavía no hay pruebas de que el Banco de Madrid fuera utilizado por su dueños andorranos.
Otra institución que intenta limpiar su imagen a marchas forzadas es el Círculo de Empresarios, que esta semana sustituyó a su presidenta Mónica de Oriol por Javier Vega de Seaone. Oriol no sólo metió la pata por sus declaraciones contra las mujeres en edad de tener hijos, sino que la cúpula de la empresa que preside, Seguriber, fue imputada por el fallecimiento de cuatro jóvenes en el siniestro del Madrid Arena. Oriol jamás entendió que la presidencia de un círculo tan prestigioso exige un comportamiento intachable del que ella hace meses que carecía.
Otro que debería haberse marchado hace años es el secretario general de la UGT, Cándido Méndez. La utilización de las tarjetas negras por miembros de su sindicato para abonar gastos corrientes, como la cartelería, con su consentimiento es injustificable. Si lo sabía, porque permitió la comisión de un delito, y si no se enteró, por incompetente. Lo peor es que esta condición es aplicable a otros políticos como Esperanza Aguirre, que encabeza el cartel de los comicios en Madrid. Si quiere ganar la Alcaldía, debería comenzar por dar explicaciones sobre el comportamiento de sus colaboradores.
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