Las escaramuzas no cesan. La última la protagoniza
nada más y nada menos que China, con una rebaja de
los tipos que se estaba mascando y que genera la
sensación de que habrá más medidas
PEDRO CALVO
La drástica caída del petróleo y la disposición del Banco Central Europeo (BCE) de poner más de un billón de euros nuevos en circulación en los próximos 18 meses están causando un terremoto con continuas réplicas en la economía mundial. Con el primero de esos motivos tirando a la baja de los precios y alentando los temores deflacionistas y con el segundo reactivando la llamada guerra de las divisas, las ganas de actuar para contener ambos efectos se multiplican. Y las decisiones se suceden. Este fin de semana le ha tocado responder a China, que ha anunciado una rebaja de los tipos de interés del 5,6 al 5,35%.
Se estaba mascando que Pekín quería hacer algo. Ya venía frenando a su divisa, el yuan, hasta el punto de que este viernes lo condujo hasta su cambio más bajo contra el dólar desde 2012. Pero se esperaba algo más. Y ha constatado esa impresión con este recorte del precio del dinero, que da continuidad al que ya ejecutó en noviembre, cuando el banco central chino -llamado Banco Popular de China- lo rebajó del 6 al 5,6%. Además, y con la intención de estimular el crédito, China decidió a comienzos de febrero rebajar del 20 al 19,5% el coeficiente de reservas para los bancos chinos, que cuentan así con un margen mayor para prestar.
El gigante asiático aplica este nuevo tijeretazo a los tipos en un contexto muy concreto. Aunque la intención de Pekín es ir conteniendo la marcha de la economía, le preocupa que se produzca un frenazo mayor de lo previsto. En 2014, el crecimiento se limitó al 7,4%, ligeramente por debajo del 7,5% previsto y el ritmo más lento en 24 años. En paralelo, la inflación se ha moderado hasta situarse por debajo del 1%, la tasa más reducida desde 2009. Este enfriamiento de los precios ha resultado clave para el paso emprendido este fin de semana por las autoridades asiáticas, que temen que la desinflación actual vaya a más y degenere en un escenario deflacionista.
...Y van 21 países
Pero China tampoco es ajena a otro motivo: el mundo sigue librando una guerra de las divisas, con países o regiones adoptando medidas monetarias expansivas que debilitan el valor de su divisa. El que ha ido más lejos en 2015 es el BCE, que en enero anunció la puesta en marcha de un programa de expansión cuantitativa (QE) que se activará ya en marzo y con el que pretende inyectar en la economía 60.000 millones de euros al mes hasta septiembre de 2016.
Aunque no ha sido el único. Otros países, como Suecia, Canadá, Israel, Australia, Dinamarca o India -y así hasta una lista que China alarga hasta 21 en 2015- también han reducido los tipos en 2015.
Estas medidas están produciendo que sus divisas se estén debilitando contra las de aquellos países que ya piensan en caminar en sentido contrario. Esto es, en subir los tipos. El caso más claro es el de Estados Unidos, con su banco central, la Reserva Federal (Fed), preparando el terreno para el primer aumento de los intereses desde 2006.
Y eso mete en problemas a China, que mantiene ligado el cambio de su divisa al dólar. Es decir, el yuan sigue los pasos del dólar; si este sube, el yuan también lo hace contra las divisas con las que lo haga el billete verde; y al contrario si baja. Como ahora el dólar está fortaleciéndose por los planes de la Fed, está ejerciendo un efecto arrastre alcista sobre el yuan, que se está revaluando contra todas las divisas que caen contra el dólar, como el euro, la corona sueca o el dólar austrialiano.
Marzo arranca caliente con el inicio del QE por parte del BCE y con la rebaja de los tipos de China. Pero habrá más réplicas. Seguro
Este entorno está poniendo a prueba la paciencia de China. Aunque, por un lado, desea tener una divisa más fuerte para estimular el consumo interno y no depender tanto del sector expotador, por otro le inquieta que una moneda más poderosa frene el crecimiento más de lo deseable y genere mayores presiones deflacionistas.
Por el momento, Pekín encara esta disyuntiva aplicando rebajas de los tipos y debilitando el yuan. Tiene margen para actuar en ambos sentidos, pero el mercado también contempla una opción más directa: la de romper su vinculación con el dólar. Y eso sí que sería lanzar un mísil en plena guerra de las divisas.
Sin necesidad de llegar tan lejos, marzo arranca con el conflicto cambiario en plena efervescencia. El nuevo mes llegará con el inicio de las compras de deuda por parte del BCE y con la rebaja de los tipos de China. Pero no parece que vayan a ser los únicos en actuar. El fuego cruzado continúa. Y habrá más réplicas. Seguro.
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