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miércoles, 11 de febrero de 2015

LA DEFLACIÓN ESPAÑOLA, "DE LA BUENA"


El IPC se adentra en terreno negativo pero las ventas en los comercios se disparan


La última fase de la crisis ha convertido España en el escenario de una combinación de factores que pocas veces se da en una economía:crecimiento, consumo y deflación. El PIB nacional aumenta al mayor ritmo desde que comenzó la crisis, hace ya siete años, las ventas en los comercios se dispararon en diciembre un 6,5%, la mayor subida en los últimos 11 años, la factura de la luz en las grandes empresas creció en 2014 un 3,1%, después de tres años de caída... Y todo ello convive con un IPC del -0,4% en noviembre, del -1% en diciembre y del -1,4% en enero. para los economistas no hay duda: España disfruta de lo que llaman deflación «de la buena».
«Que la tasa de IPC esté en negativo es una condición necesaria pero no suficiente para decir que estamos en deflación», asegura Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas. «En economía, hablar de deflación va más allá de una simple interpretación semántica. Un proceso deflacionario se da cuando los precios caen generalizadamente y, además, esto tiene un efecto en las decisiones de los consumidores y las empresas, que aplazan sus compras y sus inversiones a la espera de que bajen todavía más los precios. Esto no está ocurriendo en España», explica.
De hecho, los efectos están siendo beneficiosos. «La caída de los precios está permitiendo que se libere parte de la renta de las familias, que ha estado muy castigada en los últimos años. Además, como los salarios han caídola sensación es mucho más estimulante para el consumo, uno de los pilares de la economía nacional», añade el profesor del IESE, José Ramón Pin Arboleda. Pero, ¿qué diferencia la deflación «buena» de la «mala»? Su origen. Las últimas caídas del IPC se deben al desplome del precio del petróleo y no a la debilidad de la actividad. Laborda asegura que «tenemos una inflación importada porque pagamos menos por los productos que compramos a otros países».
No hay que remontarse mucho para encontrar un fenómeno similar, aunque sus efectos entonces fueron bien distintos. Desde mediados de los años 90 hasta el estallido de la crisis de 2007, la mayoría de las economías desarrolladas habían conseguido mantener su inflación estable, pese a estar incubando la mayor de las burbujas en mucho tiempo. Esta época ha sido bautizada por los economista como la «Gran Moderación». «En aquellos años, muchas empresas se llevaron la producción a China, donde los costes eran considerablemente más bajos. Como producían más barato, lógicamente se importaba con precios más bajos. Entonces se pensó, erróneamente, que banqueros centrales como Alan Greenspan habían encontrado la fórmula mágica. Pero en realidad es que la inflación se mantuvo estable porque era importada y la economía en realidad se estaba recalentando», apunta Laborda.
Los efectos de importar deflación son, en opinión de los analistas de Deutsche Bank, «aumentos salariales en términos reales, una demanda estable y un buen comportamiento de los activos financieros». En opinión de Pin Arboleda, para España pueden ir más allá. «La hostelería y el turismo van a resultar grandes beneficiados porque nos hacen ser un destino más atractivo que otros países de cara a la próxima campaña». La incógnita es hasta cuándo seguirá esta tendencia. «Los precios seguirán muy contenidos hasta la mitad de este año. Luego subirán algo, pero la inflación seguirá moderada en 2016», dice Pin Arboleda. «Al margen del petróleo, la inflación seguirá muy baja por lo menos dos año más», vaticina Laborda.

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