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viernes, 27 de febrero de 2015

 Esto es lo que tienes que saber para entender la crisis económica en Rusia

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Rublos rusos

La economía rusa está sufriendo las consecuencias de las represalias tomadas por la comunidad internacional a raíz del conflicto de Crimea, que podríamos definir como una guerra tibia, en la que los disparos apuntan a la línea de flotación económica que condiciona las decisiones políticas de los dirigentes de los países implicados, ante la incapacidad de llegar a acuerdos.
Cuando analizamos las raíces del conflicto nos encontramos con un problema profundo, que evidenció la división de la población ucraniana respecto a la posibilidad de alejarse de Rusia para reforzar su colaboración con Europa. Esto desembocó en las manifestaciones que han recibido el nombre de “Euromaidán“, que reflejó que los apoyos del frente europeista decrecían según nos acercábamos a la frontera rusa, donde se sitúa Crimea.

Todo empezó en las fronteras Rusas

La actual crisis económica en Rusia se fundamenta en el conflicto diplomático nacido a raíz del papel que asumió Rusia a la hora de apoyar a la oposición pro-rusa de Ucrania, que acabó en la independencia de Crimea, para erigirse como sujeto soberano dentro de la Federación de Rusia en tiempo récord.
Antes de este suceso la comunidad internacional ya pensaba que Rusia se estaba involucrando en la política ucraniana de una forma inaceptable, aumentando la inestabilidad en la zona y extendiendo el conflicto armado, pero al mismo tiempo Rusia consideraba que la injerencia venía por parte de los países occidentales.
Como consecuencia se produjo un conflicto armado con episodios tan dramáticos como el ocurrido en Odesa y otros movimientos políticos como la destitución del presidente pro-ruso Víktor Yanukóvich.
Por tanto, muchos ciudadanos ucranianos no solo se vieron en la disyuntiva de tener que elegir entre acercarse a Europa mediante el acuerdo de libre comercio o reforzar sus relaciones con Rusia, sino que afectó a sentimientos más profundos, capaces de mover fronteras gracias al apoyo del ejecutivo de Putin, como finalmente ocurrió en Crimea.
Su posición geoestratégica y los lazos históricos aceleraron la independencia y posterior anexión, solo reconocida por Rusia, pero al mismo tiempo se transformó el comienzo de un conflicto económico global y en el aumento de la tensión en otras regiones ucranianas.

Guerra internacional de sanciones económicas

En 2013, antes del conflicto de Ucrania, la economía rusa se había recuperado notablemente hasta convertirse en una de las mayores potencias del mundo, ganando un peso especialmente notable en un entorno europeo sumido en una larga crisis económica, pese a que dicho año el crecimiento de su PIB había perdido bastante velocidad respecto a 2011.
Todo esto se traduce en una mayor influencia en la economía mundial y en un mayor espacio de maniobra a la hora de plantear sus estrategias políticas. Para responder a la anexión de Crimea, reflejo de este poderío, EEUU y Europa decidieron aplicar sanciones que afectaran a la economía rusa, como forma de devolver la estabilidad en la zona y obligar a Putin a reconsiderar sus relaciones internacionales.
Para que ello tuviera efectos reales, era necesario la coordinación entre las mayores economías mundiales para atacar los sectores estratégicos rusos más relevantes, como así terminó siendo. De hecho, los inversores han reaccionado con temor ante el castigo y aislamiento del sector energético ruso.
Por su lado, Rusia respondió imponiendo sus propias sanciones a la comunidad internacional, especialmente en lo relacionado con la importación de alimentos.
Ninguna de las partes admitiría estar comenzando una guerra fría, pero de hecho las repercusiones han sido tan evidentes que podríamos definirlo como guerra tibia a base de sanciones.

EEUU golpea con el petróleo

Además de las sanciones impuestas, EEUU ha ido aumentado de forma notable el autoabastecimiento de petróleo gracias a tecnologías como el Fracking, con lo cual ha obtenido una mayor independencia en la toma de decisiones políticas respecto a Rusia, un gran productor tradicional.
Disponer de tanto petróleo que antes no estaba en el mercado (EEUU obtiene más de un millón de barriles de petróleo al día con el fracking) ha repercutido en una importante bajada de precios, que ha supuesto uno de los golpes más duros a la economía Rusa.
La economía de mercado ha resultado ser un arma extraordinaria, al aumentar la oferta por encima de la demanda, ya de por sí afectada por la crisis global, produciendo una baja en el precio del petróleo
De hecho, la presión mediante los precios se podría incrementar y seguir afectando a este y otros países productores durante un tiempo, ya que EEUU amenaza con superar a Rusia como productor en un plazo de cinco años.
El batacazo se hizo evidente el “martes negro” (16 de Diciembre de 2014), cuando el rublo se desplomó un 20% frente al dólar, siguiendo la tendencia negativa del lunes.
Por otro lado, la bolsa de Moscú llegó a caer más de un 11% pese a que el Banco de Rusia elevara los tipos de interés desde el 10,5% al 17%, asumiendo el riesgo a la recesión que puede suponer a medio y largo plazo.
Con esta medida se pretendía evitar la adquisición de divisas, disminuyendo la demanda para apreciar el rublo, pero aunque se haya podido minorar el daño, no ha podido calmar los temores de los ciudadanos, que se han volcado en la compra de monedas extranjeras más estables.
No solo eso, sino que muchos se han lanzado a gastar sus rublos antes de que estos pierdan más valor, impulsando un probable efecto inflacionista que se irá notando junto con el acaparamiento de enseres y alimentos por parte de los rusos, que representa más madera para lo que ya es definido como “tormenta perfecta”.
En el día a día en Rusia se traduciría como una pérdida de poder adquisitivo y un descenso en su nivel de vida, cuya bonanza ya había afectado positivamente a terceros países como España.

La carta del gas sigue en manos rusas

Rusia ha firmado un importante acuerdo de 30 años con China respecto al suministro de Gas, por lo que ya cuenta con una alternativa real para vender sus reservas. De esta forma, han reducido el peso que las exportaciones a Europa tienen para su economía, mientras que el viejo continente aún no ha logrado encontrar otras alternativas para completar su suministro.
Esto es un punto que podría representar un escalón más en la escalada de las tensiones internacionales, ya que Rusia aún no ha jugado la carta del gas. Pese a todo, también afectaría negativamente a su economía, por lo que no es una carta sencilla de sacar.
De hecho, el golpe americano en el sector del petróleo puede haber dejado K.O a Rusia, no siendo un momento adecuado para debilitar aún más sus sectores estratégicos mediante un movimiento tan arriesgado. De momento, la historia se sigue escribiendo.
 
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