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jueves, 28 de julio de 2016

Qué o quién es el mercado







Cada día escuchamos algo acerca de los mercados. El presentador de las noticias de las 6 en punto puede que diga: “El mercado tuvo un mal día.” El año pasado, el Presidente del Banco de la Reserva Federal, Alan Greenspan, habló acerca de la exuberancia irracional del mercado. Supongo que ahora diría que el mercado tiene un pesimismo irracional.
En la universidad, tu profesor pudo haberte dicho que no se puede confiar en el mercado y que por eso necesitamos al gobierno. Tu político puede que moralice: “A quién le toque recibir medicinas recetadas por un médico no es algo que debería dejarse a lo que decida el mercado.” Un líder de derechos civiles o un feminista puede que diga que el mercado es racista y sexista y posiblemente homófobo.
Esta es mi pregunta: ¿Quién es este tipo al que llamamos el mercado? Si  provoca tanto desorden en la vida de la gente, ¿no deberíamos encontrar una manera de hacer que se comporte bien? Si vamos a enderezar a este tipo o mercado, deberíamos empezar identificándolo primero.
Supongamos que cada estadounidense soltero simplemente se siguiera ocupando de sus asuntos personales cada día, mantuviese su dinero en su bolsillo y no tuviese absolutamente nada que ver con el mercado de valores. ¿Sería el mercado de valores exuberante o pesimista? ¿Qué diría un presentador de las noticias  sobre lo que hizo hoy el mercado? Creo que el mercado no haría nada. De hecho, el mercado de valores ni siquiera existiría.
Así que me preguntáis: “¿Cuál es tu razonamiento, Williams?”
Lo que llamamos el mercado de valores son literalmente millones de personas independientes en todo el mundo, que toman decisiones independientes.
Un ejemplo presentado de forma sencilla es este: Creo o preveo que aumentará el precio de las acciones de AT&T, de manera que quiero comprar cien de ellas. Otra persona puede que piense o prevea que disminuirá el precio de las acciones de AT&T, de manera que quiere vender sus cien. Pero hay un gran problema. Yo no sé donde está él y él no sabe donde estoy yo. No hay por qué sufrir al respecto. Hay especialistas que, por un precio, nos juntan a ambos para que podamos hacer la transacción. Les llamamos agentes de bolsa.
Los profesores de universidad son más importantes para la sociedad que jugadores profesionales de baloncesto. El hecho de que jugadores de baloncesto profesional ganen más dinero induce a alguna gente a condenar al mercado por no tener las prioridades correctas. La razón por la cual los jugadores profesionales de baloncesto ganan más dinero es un resultado de la realidad, así como de las decisiones tomadas por millones de consumidores.
La primera realidad es que el número de personas con habilidades para hacer lo que hace Michael Jordan es mucho más pequeño que el número de personas que poseen las habilidades de un profesor. La segunda realidad es que la contribución personal de Michael Jordan al provecho de la sociedad excede con mucho a la contribución personal de un profesor individual. La tercera realidad es que millones de estadounidenses quieren verlo jugar y ofrecen muchos dólares por verlo en acción.
Lo que llamamos el mercado es en realidad un proceso democrático que involucra a millones, y en algunos mercados a miles de millones, de personas tomando decisiones personales que expresan sus preferencias. Cuando oyes a alguien decir que no confía en el mercado y que quiere reemplazarlo por decretos gubernamentales, realmente está pidiendo un cambio de un proceso democrático por uno totalitario.
Un excelente ejemplo se produce cuando la gente exige que el gobierno confisque los ingresos de los estadounidenses más ricos para dárselos a los pobres. Michael Jordan es mucho más rico que yo, pero ¿quién o qué es lo que ha hecho que eso sea así? Son decisiones tomadas por millones de millones de personas que prefieren aflojar su dinero para verlo jugar baloncesto. Yo sería igual de rico si estuvieran dispuestos a hacer lo mismo por verme jugar a mí. Cuando gente condena las ganancias de Jordan, realmente está condenando las decisiones voluntarias tomadas por millones de personas.
Los tiranos siempre condenan y buscan sustituir al proceso del mercado por la coerción del gobierno, porque los tiranos no confían en que la gente, actuando voluntariamente, haga lo que los tiranos piensan que debería hacer.

Traducción por John Leo Keenan, el artículo se encuentra aquí.

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