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miércoles, 20 de julio de 2016

El Brexit y sus inesperadas consecuencias

Yves Longchamp



Todo iba bien. Y llegó el Brexit. De este modo se pueden re­sumir los acontecimientos financieros y económicos de junio. El crecimiento y la inflaciónson términos muy utilizados en economía. Si añadimos el calificativo bajo y baja,tenemos una buena descripción de la situación actual de la economía mun­dial. Sin embargo, un bajo crecimiento y una baja inflación son síntomas cuyas verdaderas causas son una productividad baja y las secuelas de la deuda. Frente a este tipo de problemas estructurales, la política monetaria no es un tratamiento eficaz, tan solo sirve para aliviar el dolor. Lo que se necesita para que la economía mundial vuelva a la la recuperación son las denominadas reformas políticas que pueden ser implemen­tadas por los benevolentes políticos que trabajan para el buen funcionamiento de las instituciones. Sin embargo, el problema con el Brexit es que añade nuevas olas recesivas y deflacionarias a una economía frágil y convaleciente, y debilita aún más el marco institucional de Europa (es decir, el continente y el Reino Unido, que realmente no lo está).
Con independencia de la dirección que se tome, primero necesitamos orientarnos. El impacto del Brexit, de momento, se reduce principalmente a Gran Bretaña. La onda de choque golpea las fronteras de Europa, pero sin ningún tipo de efecto de­vastador, y el mundo aún no se ha visto afectado. En nuestra opinión, existen tres posibles canales de contagio: la política, la economía y las finanzas. El financiero es el más sensible a cualquier tipo de perturbaciones, y ya ha alcanzado una di­mensión global. Los mercados están en modo de aversión al riesgo. Los mercados de valores se han desplomado, los rendimientos de la deuda pública han tocado nuevos mínimos y las divisas han reac­cionado contundentemente. La libra se ha debilitado frente al dólar y vuelve a tocar mínimos de 30 años, mientras que las divisas consideradas un refugio, como el yen y el franco suizo, se han apreciado notablemente. De los otros dos canales, el político es, de manera bastante inu­sual, un mecanismo rápido de transmisión.
Lo que se necesita para que la economía mundial vuelva a la la recuperación son las denominadas reformas políticas que pueden ser implemen­tadas por los benevolentes políticos que trabajan para el buen funcionamiento de las instituciones.
Sigo tratando de entender lo que los defensores de la salida de la UE querían decir cuando escribían que "vamos a recuperar el control". El Reino Unido está más cerca de la fragmentación que de cual­quier otro supuesto, como publicaThe Economist en portada (Anarquía en Reino Unido) en su último número. No podemos referirnos a anarquía en Reino Unido sin pensar en el movimiento punk de la década de 1970. El lema punk Sin futuro parece aplicarse bastante bien a la situación actual, ya que es inconcebible para Reino Unido seguir adelante en una situación tan caótica.
En caso de no lograrse cierta estabilidad política a muy corto plazo, podrían convocarse elecciones generales. Volviendo a la subcultura punk, y especialmente a la famosa música punk rock, su apogeo fue muy corto, irrum­piendo a mediados de la década de 1970 y desapareciendo a finales de esa misma década. Creemos que el caos político del Reino Unido y el movimiento punk tienen al menos una cosa en común: ambos son efímeros. La cuestión fundamental es si se invocará el Artículo 50, que fijaría el calendario de la salida del Reino Unido de la UE. Si bien la salida parece probable, unas elecciones generales podrían barajar de nuevo todas las cartas, aplazando el Brexit a la salida de Grecia.
El riesgo de desintegración europea no se ha materializado tras la votación. Los 27 países miembros han dado mue­stras de unidad, deteniendo la propagación de la conmoción política e institucional a través de las fronteras del continente. El riesgo político en Europa sigue siendo uno de nuestros principales peligros, y no queremos parecer demasiado complacientes, a pesar de acoger con satisfacción el repentino redescubrimiento de la unidad.
El último canal, la economía, está golpeando Reino Unido y su motor, Londres, de forma frontal. Las inversiones y el sector inmobiliario son las dos actividades que se han visto afectadas en el mismo momento de conocerse el resultado de la votación. La consecuencia más probable parece ser la recesión. El efecto sobre la actividad europea, aunque negativo, es más difícil de estimar. Según los econo­mistas, es probable que se reduzca medio punto porcentual el crecimiento, haciendo que la zona euro crezca un 1% en los próximos trimestres. Si esta previsión resulta ser exacta, la creación de empleo se debilitaría y el consumo privado se desaceleraría. Si el precio de la libertad es la recesión, las elecciones presi­denciales alemanas y francesas, que se celebrarán el próximo año, podrían conducir a resultados favorables al establishment, ya que una recesión derivada de la política segaría la hierba bajo los pies de los partidos independentistas y/o populistas.

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