A veces los extremos se tocan. El Brexit ha sido visto con buenos ojos por grupos ideológicos que se sitúan unos en las antípodas de otros. Así, por ejemplo, para los nacionalistas más de izquierdas, el Mercado Único Europeo no es sino la representación del poder al servicio de los mercados. Por otro lado, y para algunosliberales, el Brexit representa el deseo de un pueblo de zafarse de la regulación y del asfixiante poder del Estado (europeo) por lo que el resultado del referéndum ha sido recibido con ilusión y expectación. Sin embargo, y a pesar de su coincidencia en la lectura positiva del evento, sus respectivos argumentos son opuestos, y ambos en mi opinión, erróneos, tal y como voy a explicar a continuación.
La unión de mercados crea eficiencia y competitividad
En primer lugar creo firmemente en los procesos de integración económica como camino para incrementar el bienestar de los ciudadanos. La creación de un mercado único de 400 millones de personas no necesariamente tiene por qué perjudicar a los ciudadanos frente a las grandes corporaciones, como argumentan los críticos de la izquierda más combativa. Más bien al contrario. Como ya conté en este foro, la unión de mercados crea eficiencia y competitividad, lo que se traduce en menores precios y mayor calidad para el consumidor. Además eleva la variedad de productos, al reducir las barreras de entrada elevando a su vez la competencia. Todo ello implica que implícitamente son los consumidores los que adquieren poder de mercado. Es cierto, desde luego, que un mercado único es una oportunidad para que las grandes empresas alcancen mayores tamaños y aprovechen sus ventajas comparativas para acaparar mercado. Sin embargo, de nuevo, el mercado único permite una respuesta única y de nuevo más eficiente por cooperada a través de la creación y diseño de adecuados mecanismos de intervención para la defensa de la competencia, para el control de la colusión y contra la concentración de poder. Por último, la concentración y manipulación de los mercados por parte de las grandes corporaciones multinacionales puede ser inevitable incluso sin la existencia de un mercado único que lo abone. Pero unir políticas y aunar esfuerzos por parte de un grupo de países en su lucha contra el poder desmesurado de ciertas empresas puede ser más eficiente que la lucha aislada y separada.
En cuanto a los liberales pro-Brexit, de nuevo y en mi opinión, también se equivocan. Para estos, la defensa del Brexit se fundamenta a través de una sencilla regla de tres: si defendemos la libertad (individual) como base primordial para el bienestar humano, cualquier evento que conduzca a dicha libertad debe ser considerada con cariño y afectividad. Si el Brexit significa que los ciudadanos británicos van a vivir en más libertad, pues representa el amor por la desregulación frente a la imposición asfixiante de los tecnócratas de Bruselas, lo apoyaremos.
La ruptura de un mercado único no es positivo para una economía y no posee alternativa probable mejor
Una vez definida la posición y construidas las trincheras, se pasó a crear por parte de estos un texto argumentativo basado en razonamientos de causalidad difíciles de defender por varias razones. Para empezar, existen suficientes razones que nos hacen pensar que la ruptura de un mercado único no es positivo para una economía y no posee alternativa probable mejor, como explicaré más abajo. Ante ello, los liberales pro-Brexit razonaban que el Reino Unido tendría más libertad para manejar su política comercial, lo que compensaría la ruptura, y no necesariamente debería suponer un coste para los pródigos. En segundo lugar, se argumentaba que la salida de la Unión Europea (UE) les permitiría un manejo más discrecional de su política fiscal, materializada en una reducción impositiva que permitiría la llegada de capital productivo compensando el posible éxodo de parte de su actividad económica, todo ello magistralmente aderezado por el bálsamo de Fierabrás: la desregulación. Estas son las principales líneas de defensa de su postura. Sin embargo, como voy a explicar, tales defensas se construyen sobre premisas débiles difíciles de sostener y por varios motivos.
En primer lugar, no es posible compensar un mercado único con un tratado de libre comercio. Este es el argumento que más me cuesta explicar, pero del que estoy más convencido. Un mercado único no sólo implica la existencia de libre comercio de bienes y servicios, además de capital. También implica el libre movimiento de personas así como la unificación de reglas y normativas. La primera de ellas es fundamental para el buen funcionamiento del mercado. La razón es que con un comercio libre los desequilibrios internos y externos de las naciones que se integran pueden exacerbarse, amplificarse. La unión podría implicar divergencia en renta per cápita. El movimiento de personas genera una compensación a dichos desequilibrios asimétricos quitando presión a variables como el desempleo o la inflación, así como a los déficits en las balanzas comerciales. En segundo lugar, la igualación de normativas (tremendamente importante) permite la eliminación de barreras económicas no arancelarias que pueden llegar a ser más costosas que los tradicionales instrumentos de control del comercio como son los aranceles o las subvenciones. Un tratado de libre comercio simplemente no compensa la pérdida que supone crear barreras económicas basadas en la no libertad de movimiento de personas y la creación de una normativa diferenciada. Además, aquellos que crean que hay beneficio en el margen de bajada de aranceles a terceros países por parte de los británicos, que acudan a laOrganización Mundial del Comercio. Las tarifas arancelarias de la UE con el resto del mundo, salvo para ciertos mercados particulares como son los productos agrícolas y algunos servicios, son muy cercanos a cero (una media de entre el 3 y el 4 %). No existe un gran margen de ganancia firmando tratados de libre comercio más allá de lo que el Reino Unido ya tiene firmado a través de la UE. Resumiendo, el óptimo de bienestar pasa por el mercado único. Romperlo te aleja más de la cumbre de utilidad que el comercio internacional te facilita alcanzar.
El gran ejemplo utilizado por los liberales para explicar los beneficios de la rebaja fiscal, Irlanda, está en el Mercado Único
En segundo lugar, como he dicho, se sueña con la posibilidad de reducir los tipos impositivos, en especial los impuestos a las empresas, para así mediante un efecto llamada, compensar la posible salida de actividad productiva a otros países que estén “dentro “ del mercado único. Ahí tenemos el ejemplo de Irlanda o de cualquier otro paraíso fiscal. Pero cuidado con un detalle: resulta que el gran ejemplo utilizado por los liberales para explicar los beneficios de la rebaja fiscal, Irlanda, está en el Mercado Único. Es decir, ¿podemos argumentar que el desarrollo de la pequeña isla verde desde los noventa hubiera sido el mismo fuera de la Unión Europea? Permítanme que dude, y mucho. Además, tampoco veo a los hijos de la Reino Unido convirtiendo su nación en una especie de Islas Caimán del norte de Europa. ¿O es que piensan que los habitantes de la Región de los Lagos van a dedicarse al trading? Un país de casi 60 millones de habitantes no puede platearse una estructura productiva basada en una economía de paraíso fiscal. No, la econometría de un punto no sirve. No se puede trasladar tales experiencias por los motivos expuestos.
Además, cuidado. La propuesta británica no sólo propone una bajada de impuestos, sino además un aumento de la inversión pública. El crecimiento del déficit estaría garantizado. No veo a los liberales defendiendo coherentemente tal escenario.
Romper un mercado único implica asumir numerosos costes. No es una especulación. Es una predicción
Por último, romper un mercado único implica, como ya he argumentado, asumir numerososcostes. No es una especulación. Es una predicción con una probabilidad altísima de que sea tal y como lo digo. De hecho algunos argumentan que serían tan elevados que finalmente el Brexit no sería posible. Sin embargo, como ya he dicho, algunos confían en que la clase política británica compensaría desregulando, permitiendo a su economía una orientación más de mercado lo que compensar los costes de la ruptura. Sin embargo, esta opción exige confiar plenamente en la buena voluntad de una clase política. Algo, que personalmente, me cuesta ver. Además, no creo que sean los liberales quienes más confían en que los políticos hagan lo que creen es mejor para el mercado. Ya saben eso de “a pesar del gobierno”.
En resumen, los que ven el Brexit con simpatía lo hacen porque este representa de algún modo un camino que ellos creen es el adecuado para avanzar a una sociedad más justa y con mayores niveles de bienestar. El problema es que estos argumentos se basan en lógicas con grandes defectos. Más aún, y solo por cerrar, recordemos además que gran parte de la campaña de los “leavers” se ha fundamentado en razones XENOFOBAS, sobre las cuales tanto los críticos combativos de la izquierda como los liberales, rechazarían de plano al ser contrario a sus principios y valores.
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