El 29 de julio, la Autoridad Bancaria Europea (EBA), publicará los resultados de los test de estrés a los que somete periódicamente a los bancos europeos, y en los que pretende analizar la fortaleza de las entidades ante posibles escenarios adversos. En caso de detectar deficiencias, las entidades señaladas deben solventar los problemas y tomar medidas para incrementar su capacidad de resistencia: fundamentalmente, ampliar sus colchones de capital y ajustar el riesgo de sus balances.
Esta ocasión es, sin embargo, especial, porque puede arrojar algo de luz sobre el mecanismo que debe emplearse para recapitalizar el sistema financiero italiano que, a todas luces, requiere una estabilización y consolidación. El problema es básicamente cómo acometer este proceso y las divergencias de criterio son significativas. El Mecanismo Único de Resolución (MUR) del sistema bancario europeo establece que debe minimizarse el impacto de un rescate en las arcas públicas y, para lograrlo, impone pérdidas a los capitalistas y a algunos acreedores de los bancos, fundamentalmente accionistas, preferentistas y tenedores de deuda subordinada. Sólo en casos extremos, esta pérdida puede extenderse a bonistas ordinarios e, incluso, a los depositantes cualificados.
El problema viene porque una parte importante de esa deuda que generaría pérdidas significativas está en manos de ahorradores italianos, bien directamente, bien a través de vehículos de inversión. La perspectiva de aplicar quitas relevantes genera una fuerte resistencia por parte del Gobierno italiano, que prefiere una recapitalización directa que, en estos momentos, no está contemplada por la Directiva Europea, salvo en casos de excepcionalidad. Es claro que el Gobierno de Renzi no quiere asumir ese coste político en vísperas de varios procesos electorales importantes y con una presión clara al alza de opciones políticas más próximas a los extremos.
El devenir de este asunto va a estar muy presente en los mercados en las próximas semanas y, por supuesto, con un mayor impacto en el sector financiero europeo, que además de estar sujeto a incertidumbres políticas y regulatorias de distinto carácter, vive en un entorno realmente complicado para generar beneficio —y, por tanto, capital— por el entorno de bajos tipos de interés, que erosiona sus márgenes, y también por la ralentización de la recuperación económica, que complica la concesión de créditos ante la escasa —y menguante— demanda.
Es otra incertidumbre que se suma al Brexit, que empieza ya a mostrar efectos muy visibles, tanto en Reino Unido —fue muy pronunciada la caída en los indicadores de confianza publicados el pasado viernes, especialmente en el sector servicios, y apuntan a una recesión próxima— como en Europa, donde las revisiones a la baja del crecimiento ya han comenzado.
Por tanto, seguimos apostando por una posición cauta en los mercados de renta variable y especialmente en el sector financiero europeo. No dudamos de que una resolución positiva del crucigrama italiano puede generar un decidido movimiento al alza a corto plazo, pero el mapa general sigue invitando a la prudencia.
ALEJANDRO VIDAL ES DIRECTOR DE ESTRATEGIA DE MERCADOS DE BANCA MARCH.
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