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viernes, 22 de julio de 2016

Necedades económicas

 


Cada vez  que hay una reunión de la Organización Mundial del Comercio, del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, montones de idealistas, tontos útiles, aparecen para desmandarse y protestar contra lo que ellos llaman la globalización y explotación capitalista de la gente pobre del Tercer Mundo. Acusan a las corporaciones multinacionales occidentales de explotar a los pobres a través de salarios “de esclavitud” y el trabajo infantil. Examinemos este sinsentido.
De acuerdo a la revista The Economist, las corporaciones multinacionales normalmente pagan sueldos que son el doble de los sueldos locales en países del Tercer Mundo, pero que están muy por debajo de los que pagan en países más ricos. Eso, para los manifestantes, es evidencia de la explotación de los pobres, pero ¿es así?
Para explicarnos, supongamos que sin la presencia de una corporación multinacional, el mejor trabajo que puede conseguir alguien pobre y sin educación en Uganda, se paga a 2$ diarios. Una corporación multinacional construye una fábrica y contrata a ese ugandés por 4$ diarios, un sueldo muy por debajo de lo que paga a trabajadores en los Estados Unidos. El mero sentido común indica que el ugandés se ha beneficiado por la presencia de la corporación multinacional y que se vería perjudicado si esta fuese presionada políticamente para irse. ¿Qué sentido tiene calificar como explotación a una acción que hace más prospero a ese ugandés?
Podéis decir: “Vale, Williams, lo entendemos, pero ¿por qué llamaste tontos útiles a los manifestantes?” Los sindicatos de trabajadores de países ricos y algunas compañías se beneficiarían si se pudieran imponer mayores costos y restricciones legales a las multinacionales. Significaría que se irían menos trabajos al extranjero, permitiendo así que los trabajadores sindicales exijan sueldos más altos. Una cantidad menor de bienes de consumo baratos permitiría que algunas compañías cobraran precios más altos por bienes producidos nacionalmente. Los manifestantes idealistas, mal informados, son instrumentos útiles para conseguir tales objetivos de sueldos y ganancias.
Hablando de trabajos, el presidente Bush está siendo criticado por la debilidad de la economía: no está creando suficientes trabajos. Esa crítica no puede ser más ridícula. Los políticos no pueden crear trabajos. O, más precisamente puestos de trabajo: Sólo pueden crear un trabajo mediante la destrucción de otro.
Piensa en ello. Supón que el Congreso y el presidente gastan un millón de dólares en un “paquete de estímulo.” ¿Será el Hada Madrina, Santa Claus o el Conejito de Pascua quien les dé el dinero? Evidentemente, el dinero debe venir de algún sitio de la economía.
Como eso es verdad, debemos preguntarnos en qué se habría utilizado ese dinero si el Congreso no lo hubiese cobrado por medio de impuestos para un “paquete de estímulo”. La gente hubiera gastado el dinero comprando bienes que hubieran creado o sostenido al empleo. Si el Congreso se prestó a financiar el paquete de estímulo, ¿qué actividades tuvieron que recortarse debido a tasas más altas de interés, causadas por los prestamos públicos?
A propósito, si estáis en desacuerdo conmigo e insistís en que el Congreso y el presidente sí tienen poderes para crear trabajos, entonces Williams tiene idénticos poderes de creación de trabajos. Puedo crear muchos trabajos simplemente comprando centenares de palancas, distribuyéndolas a mis estudiantes de George Mason University y diciéndoles que vayan a romper parabrisas de automóviles.
Pensad en todos los trabajos que se crearían en talleres de reparación de autos. Pero esos trabajos vendrían a expensas de otros trabajos, porque la gente que tendría que gastar unos doscientos dólares para reemplazar sus parabrisas, no tendría los mismos dólares para llevar a sus niños a Disneylandia, asi que se reducirían los trabajos en Disneylandia.
En general, presidentes y congresistas tienen un poder muy limitado de hacer el bien a la economía y un tremendo poder para hacer el mal. Lo mejor que pueden hacer los políticos por la economía es dejar de hacer el mal. En parte, esto puede lograrse a través de la reducción de los impuestos y la regulación económica, y manteniéndose fuera de nuestras vidas.

Traducción por John Leo Keenan, el artículo se encuentra aquí.

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