Durante la guerra de 1973 entre árabes e israelíes, las fuerzas sirias sorprendieron a Israel y se acercaron rápidamente al borde de los escarpados Altos del Golán, que habían sido capturados por Israel durante la guerra de 1967. Parecía como si los blindados y la infantería Siria fuesen a retomar el Golán, para luego dirigirse hacia la Galilea israelí.
Los satélites de reconocimiento soviéticos observaron cómo Israel empezó a mover sus misiles nucleares Jericho, de 500 kilometros de alcance, fuera de sus cápsulas de protección y hacia sus plataformas de lanzamiento. Al mismo tiempo, observaron cómo Israel cargaba bombas nucleares en los cazabombarderos F-4 suministrados por Estados Unidos en la base aérea de Tel Nof.
Creyendo que Israel estaba a punto de usar armas nucleares contra Siria y Egipto, Moscú presionó fuertemente a ambos para frenar su avance. Damasco, ya dentro del alcance de la artillería israelí contra el Golan, ordenó a sus fuerzas blindadas en el Golán que se detuvieran, lo que permitió a Israel aumentar sus poderosos contraataques y volver a tomar las alturas estratégicas.
En 1981, Israel se anexionó formalmente la porción de 930 km cuadrados del ocupado Golán. Esta anexión ilegal fue condenada por las Naciones Unidas, Estados Unidos y las potencias europeas. Sin embargo, Israel se aferró al Golán y estableció allí a 50.000 personas en unos 41 asentamientos subvencionados.
El mundo prácticamente ha olvidado lo cerca que estuvimos de tener una guerra nuclear en 1973 por el Golán. Los altos se convirtieron en uno de los principales puntos calientes de riesgo nuclear junto con Cachemira, la alemana de Fulda, y el DMZ, la frontera interna de Corea.
El Golán reapareció recientemente en las noticias cuando el primer ministro de derechas de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo al presidente de Rusia, Vladimir Putin, que su nación nunca devolvería el Golán a Siria. En un discurso pronunciado poco después, Netanyahu prometió que Israel se mantendría en el Golán para “toda la eternidad.” También admitió por primera vez que Israel había hecho “docenas” de ataques transfronterizos contra Siria.
La larga meseta de basalto es de hecho un valioso premio. Se extiende desde el nevado Monte Hermon de 2.814 m de altura, en el norte, hasta el Mar de Galilea y el río Yarmuk, en el sur. El Golán suministra el 15% de la escasa agua de Israel y puede contener depósitos de gas o petróleo.
La artillería israelí del Golan puede golpear la capital Siria de Damasco; varios sensores electrónicos israelíes cubren Damasco y vigilan los movimientos militares sirios. Tras haber recorrido gran parte del Golán tanto en el lado sirio como el israelí, puedo dar fe de su notable importancia militar y de la efectividad de su defensa.
Tras la guerra de 1967, Israel limpió étnicamente el Golán, nivelando la capital, Kuneitra, con excavadoras y expulsado a casi todos de los 130.000 habitantes drusos y árabes del Golán. Y trajo colonos judíos para reemplazarlos. EE.UU. protegió a Israel de las acciones de la ONU y de las protestas en todo el mundo.
Antes del 2011, Israel dio a entender que devolvería l Golán a Siria como parte de un acuerdo de paz – a condición de que Damasco dejase de proporcionar apoyo a las reivindicaciones palestinas de sus tierras perdidas. Pero una vez que la guerra civil siria comenzó convenientemente, no se habló más del Golán.
De hecho, está bastante claro que Israel ha estado alimentando el conflicto sirio silenciosamente, proporcionando apoyo armamentístico y logístico a los llamados rebeldes sirios “moderados” y haciendo lobby en Washington a favor de la guerra y con los medios de comunicación estadounidenses. Netanyahu incluso ha llegado a decir – con la cara seria – que Israel no puede devolver el Golán o incluso negociar, hasta que la calma vuelva a Siria e Irak.
Netanyahu está siguiendo claramente la gran estrategia del fundador de su derechista Partido Likud, Zeev Jabotinsky, un militante sionista ruso. Jabotinsky afirmó que los estados árabes eran un mosaico artificial y frágil de tribus árabes hostiles.
Golpéalos con la fuerza suficiente, afirmó Jabotinsky, y se romperán en pequeños pedazos, dejando a Israel como señor del Levante (el mundo árabe central). La destrucción de Irak y Siria han confirmado la teoría de Jabotinsky.
En consecuencia, Israel está encantado de ver a Siria, uno de sus enemigos principales, en ruinas como resultado de una guerra civil instigada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Turquía y Arabia Saudí. Damasco no está en condiciones de exigir la devolución del Golán, y al resto del mundo no le importa.
La destrucción de Siria como un estado unitario, ofrece al expansionista del gobierno del Likud muchas oportunidades para extender su influencia en Siria – como ocurrió en el Líbano durante la sangrienta guerra civil de 1975-1990. O incluso podría hacerse con un poco más de territorio sirio “para proteger la seguridad de Israel.”
Aún resuenan las palabras del padre fundador de Israel, David Ben Gurion: el Estado de Israel es un trabajo en curso y sus fronteras no deben estar fijas ni definidas. Sobre todo las fronteras con Siria y Jordania.
Publicado originalmente el 29/04/2016.
Traducido del inglés por Verónica Santamaría, editoria de revista Libertario.es. El artículo original se encuentra aquí.
Traducido del inglés por Verónica Santamaría, editoria de revista Libertario.es. El artículo original se encuentra aquí.
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