Podemos se presentó en sus orígenes como un partido nuevo, sin ninguna clase de ataduras y con una firma voluntad de plantarle cara a los grupos de presión. A su vez, la formación morada también ha manifestado en numerosas ocasiones su voluntad de cambiar el modelo productivo de España dando un mayor peso a la innovación y a la llamada “economía colaborativa”. De ahí que el reciente posicionamiento del partido de Pablo Iglesias en contra de Uber o Cabify sea llamativo: “El conflicto actual entre UBER y Cabify con el sector de profesionales del taxi es un caso muy ilustrativo de la esencia del TTIP en España. Apoyamos al sector público del taxi frente a lobbies y multinacionales que no pagan impuestos en España”.
Pero el conflicto entre Uber o Cabify y los taxistas no tiene nada que ver con el TTIP (el cual ni siquiera se encuentra en vigor), sino con la aparición de tecnologías disruptivas que han revolucionado el sector del transporte de viajeros y que están dejando aceleradamente obsoleto el modelo de negocio tradicional del taxi. Uber o Cabify ponen en contacto a aquellos ciudadanos que necesitan alquilar un turismo con conductor y a aquellos otros ciudadanos que se ofrecen voluntariamente a prestar ese servicio: gracias a ello, cualquier persona puede potencialmente convertirse en un “taxista” salvo por las arbitrarias y gremialistas restricciones regulatorias que impone el Estado. Ante una legislación desfasada y exclusivamente dirigida a proteger los intereses de los taxistas, una formación política moderna, independiente e impulsora de la innovación tecnológica debería posicionarse sin ambages a favor del progreso y de la libre colaboración entre individuos. Pero el partido de Pablo Iglesias ha abrazado sin dudarlo los intereses corporativos del gremio del taxi, amenazando con perseguir legislativamente a dos brillantes start-ups que deberían servir de inspiración empresarial para miles de jóvenes españoles.
¿Y por qué adopta Podemos semejante postura? Muy sencillo: en España hay más de 70.000 taxis y quiere cazar su voto. El mensaje así lanzado a nuestra sociedad no puede ser más desazonador: sólo serán tolerados aquellos proyectos empresariales que contribuyan a apuntalar a Podemos en el poder. Ni innovación, ni economía colaborativa, ni emprendimiento: instrumentación de las instituciones para canalizar su ambición de poder repartiendo privilegios y recortando libertades. El nuevo modelo productivo de Podemos es el mismo viejo modelo productivo de España: una economía al servicio de la casta política. En este caso, de la nueva casta política de Podemos.
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