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miércoles, 15 de junio de 2016

España: Subempleo, más pobreza e invierno demográfico



La herencia que encontrará el próximo gobierno, si es que aparece alguien con suficiente categoría para merecerlo, se aproxima a un coctel explosivo que no explotará en cuatro años, pero sí seguirá minando la capacidad de crecimiento de la economía española.

Todas las variables se conjugan para reducir el crecimiento potencial de España

La falta de buenas estadísticas en general, y en materia laboral en particular, nos privan en España de conocer la tasa de paro real, lo que en EEUU se conoce como la U6, es decir aquella que mide no solo el paro clásico, sino incluyendo a aquellos ciudadanos que trabajan menos horas de las deseadas. En España, con la voladura descontrolada del mercado laboral llevada a cabo de forma coordinada por el PSOE y el PP, las empresas ya pueden emplear a trabajadores por menos horas de las deseadas, con salarios muy inferiores, aunque luego acaben trabajando en muchos casos, incluso más horas de las deseadas. Esta peculiaridad, consentida por una Inspección de Trabajo famélica, constituye una de las fuerzas motrices que ha permitido construir el falso mito del milagro económico español y presentar un balance de creación de empleo tan ficticio, como irresponsable.
Casi dos millones de personas se situarían en el oscuro mundo del subempleo, es decir un 27% del total de ocupados
El subempleo sigue creciendo a tasas exponenciales lo que elevaría la tasa de paro real al 24%-25%.
La primera pregunta, por tanto, es cuánto supone en España el subempleo. Como el INE no nos da esa cifra exacta, algunas estimaciones, apuntan a que casi dos millones de personas se situarían en el oscuro mundo del subempleo, es decir un 27% del total de ocupados. Ello nos situaría en el segundo puesto de la UE en esta estadística. Con ello, la cifra real de tasa de paro en España podría elevarse hasta el umbral del 24%, como en EEUU la sitúan en el 12%. Esta estadística no es muy utilizada por los economistas de moda, básicamente porque desmontaría la tesis liberal que cualquier empleo es mejor a no tenerlo, sin entrar a valorar las condiciones de empleo, salario y nivel de satisfacción del trabajador. Las empresas se benefician de una limitada capacidad del sector público para inspeccionar las prácticas abusivas que, en cualquier caso, tienen en muchos casos una cobertura legal auspiciada por los sucesivos cambios legislativos. Con ello, la cuenta de resultados de las empresas mejora vía costes laborales, y los más ingenuos apuntan a que gracias a ello, las empresas restituirán los derechos laborales y salariales, simplemente porque sus conciencias así se lo indican.

El maná del subempleo riega las cuentas de resultados al poder pagar menos por la misma jornada laboral real

La ausencia de cobertura de convenio colectivo en una mayoría de trabajadores, una conquista histórica de las tesis más liberales que el PP ha logrado sin apenas sangre, ha permitido configurar un panorama cada vez más desigual e insolidario. Mientras los trabajadores cubiertos por convenio han visto como, en media, sus salarios han crecido un 1,4%, el resto ha visto decrecer su masa salarial en un 0,3%. Esta perversión del modelo de relaciones laborales se deja notar especialmente en la hostelería y comercio, con sensibles descensos de la retribución, curiosamente en sectores en los que más ha avanzado el empleo, lo que sin duda confirma las peores sospechas: ha llegado para quedarse la desintermediación laboral. A partir de ahora, la empresa podrá negociar individualmente con el trabajador su salario y condiciones laborales, sin que nada, ni nadie se interponga en su camino. Incluso, se puede haber abierto la veda para pagar por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, incluso para jornadas a tiempo completo.
Se crea subempleo con bajo crecimiento y las empresas hacen y deshacen poco a poco sin las molestias sindicales
Los trabajadores no cubiertos por convenio acrecientan la deflación salarial

Hemos iniciado ya la era de los trabajadores pobres y subempleados, para regocijo de las tesis más liberales que siempre han defendido la ausencia de negociación colectiva, la reducción de salarios y la flexibilidad total de contratación por parte de las empresas, maldiciendo la existencia del SMI. Por fin, un gobierno se ha atrevido a abrir, de forma irreversible, la espita de las rigideces que suponían la existencia de sindicatos, normativa laboral, inspección de trabajo y salario mínimo rígido e inexpugnable. Una vez removidos todos estos obstáculos que imposibilitaban la contratación, el panorama se aclara, se crea subempleo con bajo crecimiento y las empresas hacen y deshacen poco a poco sin las molestias sindicales, todo ello con el regocijo de PP y Ciudadanos.

Dado que el empleo se va a crear de forma masiva apenas va a aportar crecimiento de la productividad, los camareros del Sur de Europa, los salarios se irán deslizando a la baja, algo que ya empezó con la llegada masiva de trabajadores inmigrantes durante el episodio de la burbuja inmobiliaria. Por ende, es crucial no engañar a los ciudadanos en esta tesitura electoral. Ningún partido será capaz de revertir la legislación laboral impuesta por el PP, con la ayuda de los satélites académicos de FEDEA y otros lobbys empresariales, ya que está suponiendo que puedan presentar resultados brillantes en materia de subempleo, deflación salarial y beneficios rápidos sin conflictos laborales. Sin negociación colectiva no hay combate entre partes, algo que Francia sí está soportando, dada la enorme conciencia social que aún perdura en el país vecino, algo impensable en nuestro paraíso cada vez más austriaco.

Ningún partido político se atreverá a tocar el paraíso de relaciones laborales que ha creado la reforma laboral

Sin crecimiento de la productividad, sin mejoras en la formación y con un drama demográfico latente, ¿qué oportunidades tiene la economía española a medio plazo? La respuesta es clara: muy pocas, por no decir ninguna. El viento de cola se acaba, especialmente la bonanza del precio del crudo, por lo que volveremos a ver reducida la capacidad de compra de los consumidores, y el subempleo con menores salarios seguirá aumentando como única fórmula para que las empresas tengan cuentas de resultados medianamente saneadas, particularmente aquellas que pueden garantizar volumen de contratación en los meses centrales del año.
La tasa de paro estructural, sin sumar subempleo, se estancaría en el 14,5%, sencillamente dramática
El gran problema surge a largo plazo, periodo no contemplado nunca por los partidos políticos, es decir lo que se conoce como el crecimiento potencial de una economía. La baja tasa de natalidad, el aumento de la esperanza de vida y el magro mercado laboral, junto a la deflación salarial, son el cóctel perfecto para el llamado invierno demográfico. Las últimas cifras del Banco de España ya estiman, con todos los problemas que tienen estas mediciones, que el crecimiento potencial de la economía española se sitúa en el 1,2% para el periodo 2020-2025, frente al 3% que se situaba una década antes de la crisis. Las causas son básicamente la reducción de la población, cuantificada en un 0,2% en dicho periodo de prospección, y el agotamiento de la incorporación de la mujer al trabajo que vivimos en las últimas décadas. Con la productividad estancada, a pesar del avance tecnológico no se logra una mejora en la retribución, y con la inversión constreñida por la restricción presupuestaria, nada hace pensar que tendremos un alivio que nos permita salir del marasmo en el que estamos y estaremos durante décadas. Más preocupante aún es que la tasa de paro estructural, sin sumar subempleo, se estancaría en el 14,5%, sencillamente dramática.

La tasa de paro estructural se sitúa en el 14,5%, sin subempleo, incompatible con la recuperación a largo plazo

Con este coctel ni siquiera otro shock derivado de la llegada de inmigrantes podría solventar la ruina esperada de nuestro sistema de pensiones, algo que tímidamente comienza a filtrarse entre la euforia irresponsable del gobierno en funciones, y el escenario imposible de cumplir por parte de la oposición, tanto el pacto burgués PSOE-Ciudadanos, como en la coalición Unidos-Podemos. En suma, si no crece la productividad ni la inversión, niveles de subempleo intolerables, reducción de salarios y no llegan masivamente inmigrantes, solo nos queda rezar porque la esperanza de vida se reduzca drásticamente. Algunos ya han empezado los ritos con el copago sanitario.

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