“Unidos Podemos promete suprimir los deberes de los estudiantes de Primaria”. “El gobierno de Cantabria aprueba que los alumnos (y sus profesores) disfruten de una semana de vacaciones por cada dos meses de clase”. Son apenas dos titulares que han saltado a la prensa durante las últimas semanas y que ponen de manifiesto que parte de nuestros partidos políticos tratan de introducir cambios estructurales en la organización tradicional de nuestro sistema educativo. La innovación no es negativa, especialmente en la enseñanza: los alumnos españoles siguen siendo coercitivamente instruidos (y, en demasiadas ocasiones, adoctrinados) por un modelo de educación engendrado en el s. XIX pero con el que quiere preparar para afrontar los retos del s. XXI. Por consiguiente, en principio constituye una buena noticia que los políticos hayan empezado a darse cuenta de que necesitamos transformar radicalmente las caducas bases de nuestro modelo de enseñanza.
Sin embargo, los parches propuestos por Unidos Podemos o por Miguel Ángel Revilla comparten la misma nefasta filosofía de fondo sobre la que se fundamenta la regulación actual de la educación: la fatal imposición de que todos los españoles deban someterse a un idéntico modelo de enseñanza planificado centralizadamente por el politburó educativo de turno (ya sea el del gobierno central o el de los ejecutivos autonómicos). La auténtica y genuina revolución que necesita nuestro sistema de enseñanza descansa sobre dos principios esenciales: la libertad de organización de cada centro de enseñanza y la libertad de elección de los padres. Sólo lograremos revolucionar verdaderamente la educación permitiendo que cada escuela, instituto o academia ofrezca su propia oferta lectiva (horarios de clase, calendario escolar, carga de trabajo dentro y fuera de la escuela, plan de estudios, itinerarios, lengua vehicular, actividades extraescolares, metodología, perfil de los alumnos por aula, diseño de las propias aulas, grado de integración de las nuevas tecnologías, etc.) y que cada pareja de padres seleccione aquella opción que considere mejor para las necesidades particulares de su hijo.
Quien debe escoger cuántos deberes deben llevarse a casa todos los alumnos de España no es Pablo Iglesias; quien debe escoger de cuántas vacaciones escolares han de disfrutar todos los estudiantes de España no es Miguel Ángel Revilla. La patria potestad sobre cada hijo les corresponde a sus padres y son éstos quienes deben elegir libre, responsable y diligentemente al respecto. Es hora de revolucionar la educación arrebatándosela a los políticos y devolviéndosela a los padres.
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