Las elecciones presidenciales en Estados Unidos generan políticas económicas realmente malas y 2016 es un año clásico. Bernie Sanders está resucitando socialismo y otros buscan superar le. Sin embargo, antes de bajar a los abismos de la retórica de campaña, advierto primero que ninguno de los candidatos actuales está haciendo lo que hizo Ron Paul durante su campaña de primarias presidenciales hace cuatro años: exponer las faltas del Sistema de la Reserva Federal.
Sin Paul, los candidatos aprueban la máquina eterna de burbujas de la Fed, que envía falsas señales de inversión, y dirige las malas inversiones del capitalismo de compinches, que o bien deberán ser liquidadas en el futuro o continuarán engullendo recursos de sectores rentables. De hecho, uno se pregunta si alguno de los candidatos se da cuenta del daño que está haciendo la Fed.
Bernie Sanders
Sobre esas premisas, nos volvemos hacia Sanders. En un artículo anterior sobre sus propuestas económicas, escribí que Sanders emula a Benito Mussolini, alguien a quien Sanders se supone que odia. Como Mussolini, (quien, como su aliado Adolf Hitler, copiaba los mercados libres y se calificaba a sí mismo como socialista) Sanders no busca que el gobierno se apropie realmente propiedades, sino que más bien busca una propiedad pública de facto a través de impuestos y regulaciones.
Sanders decididamente aumentará los impuestos. Por ejemplo, dice que gravará la “especulación” de Wall Street para allegar fondos para pagar matrículas “gratuitas” en instituciones públicas. Igualmente, quiere aumentar las tasas marginales máximas por encima del 50% y aumentar sustancialmente los impuestos sobre dividendos y ganancias de capital.
Sanders cree que la gente rica absorbiendo enormes aumentos de impuestos no cambiará su comportamiento, lo que demuestra la comprensión cero de Sanders de las finanzas o de la producción de bienes. De hecho, afirma que la clase media estadounidense se “crea” mediante transferencias de riqueza. Sanders declara: “Si se ha visto una transferencia masiva de riqueza de la clase media al décimo superior del 1%, se sabe que tenemos que transferir eso de vuelta sí queremos tener una clase media dinámica. Y se hacen muchas maneras. Indudablemente una manera es la política fiscal”.
En cierto sentido, Sanders tiene razón: hay una transferencia de riqueza de la clase media a los ricos, pero se está produciendo debido a las políticas que apoya Sanders. Si Sanders tiene alguna crítica hacia la Fed, es su creencia en que los tipos de interés deberían ser incluso más bajos. Apoya enorme subvenciones para los productores de “energías verdes”, lo que implica desvío de recursos de usos más valorados al menos valorados. Apoya políticas que subvencionan la propiedad de viviendas y apoya las enormes compras de deuda soberana del banco central que han atragantado la actividad económica productiva.
También menciono la abierta hostilidad de Sanders hacia libre intercambio, ya sea en el comercio nacional o en un puesto de limonada de un niño. Los socialistas no pueden comprender cómo el libre intercambio es mutuamente beneficioso, mientras que Sanders cree que los mercados libres son depredadores y la coacción del gobierno es libertad. (Es verdad que está hablando sobre acuerdos comerciales del gobierno, que no son “libre comercio” de ningún sentido de la expresión, pero tampoco Sanders ha expresado ningún apoyo a rebajar las barreras comerciales).
El economista Gerald Friedman, de la Universidad de Massachusetts-Amherst, afirma que las rentas “aumentarán” con las políticas de Sanders y que la pobreza se recortará a la mitad. ¿Cómo? Friedman dice que se haría “inyectando 14,5 billones de dólares en la economía” a través de subvenciones, obra pública, “ahorros” en atención sanitaria y nuevos impuestos. En otras palabras, Sanders haría desaparecer el coste de oportunidad.
Hillary Clinton
Como Clinton es la favorita para ganar las elecciones presidenciales de noviembre, sus políticas económicas propuestas importan más que las de Sanders (aunque es más divertido escribir sobre Sanders). Gracias al desafío de Sanders, sus discursos habituales están plagados de palabras contra Wall Street, lo que es irónico, ya queda ganado millones de dólares cobrando por discursos pagados por empresas de Wall Street y el mismo capitalismo de compinches que denuncia ha hecho muy ricos a Hillary y su marido.
Dudo seriamente que los directores de los fondos de inversión pagan menos impuestos de una enfermera o camionero medio (como ha afirmado en un discurso en Iowa), pero, al contrario que Sanders, un verdadero creyente del socialismo y su retórica de izquierdas, Clinton simplemente está tratando de ser elegida. Sin embargo, esto no significa que Hillary apoyan los mercados libres. Solo usada la retórica populista izquierdas para ganar las elecciones.
Si hay un modelo económico que siga Clinton, sería el actual de Barack Obama, pues Hillary es una candidata del status quo. A pesar de toda la retórica del “cambio” de Obama, su régimen económico real fue más de lo mismo, pero “más” llevaba mayúscula. La Fed continuó (y expandió enormemente) su política de la última era de Bush de comprar valores del Tesoro a largo plazo y títulos hipotecarios y una presidencia de Hillary probablemente elevaría los QE a la enésima potencia.
Cuando Clinton habla de “libre comercio”, no habla de intercambio libre, sino de “acuerdos” comerciales políticos en los que las empresas favorecidas políticamente reciben privilegios y beneficios al llegar a acuerdos con gobiernos extranjeros. En lugar de permitir sencillamente que los bienes cruzan las fronteras sin impedimentos, estos tratados como el NAFTA y el recién propuesto acuerdo comercial con China, son acuerdos Rube Goldberg en su máxima expresión.
¿Qué “nuevas” políticas podríamos esperar de una presidencia de Hillary? Según su sitio web, veríamos lo siguiente:
- Un salario mínimo de 12$ (Llamémoslo “Bernie light”).
- Nuevas “inversiones” en “infraestructura”, lo que es un eufemismo para obras públicas masivas, una vieja opción socialista.
- Aumentar los impuestos a las empresas y las rentas individuales.
Como Obama, afirma que creará una enorme economía de “energía limpia”, con “trabajos bien pagados”, aunque las actuales iniciativas de “energía limpia” estén destruyendo trabajos bien pagados obligando a los sectores relativamente ricos de la economía a subvencionar a los perdedores (como la energía eólica y el etanol). La destrucción amenaza en todo momento con sus políticas medioambientales, comas “objetivos” públicos impuestos a los estadounidenses sin calibrar las consecuencias. ¿y por qué no? Clinton, en el peor de los casos, se vería incómoda por esas políticas, pero los estadounidenses normales caerían en la pobreza.
El resumen, Hillary promete aumentar los impuestos, aumentar las cargas regulatorias sobre las empresas, forzar al alza los precios de la energía a través de regulación medioambiental y aumentar el salario mínimo de la nación en más de un 50%. Al mismo tiempo, animaría a la Fed al continuar su propia vía de destrucción económica, forzando la baja los tipos de interés y reforzando el régimen del capitalismo de compinches.
Donald Trump
Y luego esta Donald. Al contrario que Sanders y Clinton, Trump se ha dirigido a la gente que ha visto sus propias comunidades devastadas por la desindustrialización y han quedado atrás del auge de la alta tecnología. Los seguidores de Trump no trabajan para Apple y Google.
Con respecto a los impuestos, Trump no parece tener los mejores planes de los tres candidatos restantes. Llevar a cabo esa reforma fiscal requiere el consentimiento del Congreso, que tiende a adorar los tipos impositivos altos. Sin embargo rebajar tanto los tipos fiscales del impuesto de la renta como los impuestos a las empresas sería un buen inicio hacia la eliminación de algunos de los peores excesos de los años de la administración Obama.
Sin embargo, el Waterloo económico de Trump es el comercio. Trump siempre ha presumido de realizar negociaciones y tratos, pero un comercio sin cargas no necesita que el gobierno de EEUU llegue a “tratos” con otras naciones. Necesita que el gobierno se quite del camino.
Aunque Trump afirmé que sólo quiere “comercio justo”, está sin embargo jugando con la idea de crear algunos desastres comerciales en todo el mundo y la última vez que ocurrió esto a principios de la década de 1930, los resultados fueron catastróficos. Parte del problema es que Trump piensa como un mercantilista, creyendo que la supervivencia de una nación depende de que el valor de las exportaciones sea mayor que el de las importaciones.
Por ejemplo, afirma que el valor de la divisa de China, el yuan, es “demasiado bajo” en relación con el dólar de EEUU, así que declararía a China como “manipuladora de divisa”. Como os diría cualquier economista austriaco, no existe un tipo “óptimo” de cambio. Cada tipo tienen ventajas y desventajas, dependiendo de qué intereses estén en juego. Además, dado que la Fed realmente es una manipuladora de divisa, parece hipócrita acusar a otras naciones acusar a otras naciones lo que el gobierno de EEUU ya está haciendo.
Además, hay algo impropio en lanzar una campaña política contra otro país asiático más. En las décadas de 1980 y 1990, los políticos estadounidenses acusaron a Japón e incluso a Corea del Sur de cualquiera de los males económicos que tuviera este país. Durante más de una década, el hombre del saco ha sido China.
A pesar de todas las quejas acerca del “trabajo esclavo” en otros países, la principal razón por la que muchas de las manufacturas de bienes de consumo (y algunos bienes de capital) se han trasladado al extranjero se debe a que el clima político en EEUU es extremadamente hostil para la inversión nacional. El que políticos como Sanders sean extremadamente populares es inquietante para inversores potenciales, a los que no les interesa asumir enorme riesgos y luego ver que el gobierno confisca los beneficios.
Hay que reconocer que Trump es la única persona que queda en campaña que entiende realmente esto último. Dudo que Sanders tenga alguna idea sobre formación de capital y Clinton es demasiado cobarde como para preocuparse.
Pasadlo bien la cabina de voto.
Publicado originalmente el 3 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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