A principios de junio, se llamará a los suizos tomar una decisión histórica. Suiza es el primer país en el mundo en votar la idea de renta básica incondicional y el resultado de este referéndum establecerá un fuerte precedente y un hito en la evolución de este debate.
Los suizos tendrán que aprobar o rechazar un cambio en la constitución que permitiría la introducción de una renta básica incondicional (RBI) o renta mínima mensual establecida a pagar por el gobierno a todo adulto mi niño en el país, si sus rentas caen por debajo de un umbral concreto. Aunque los detalles de esta propuesta han sido pocos y dispersos, la cantidad citada más comúnmente de esta renta garantizada sería de 2.500 francos suizos para los adultos y de 625 francos para los niños. Los artífices de la propuesta destacan que este pago garantizado por el gobierno, al contrario que los programas actuales de prestaciones, sería completamente “sin preguntas”, es decir, no se probaría de ninguna manera y se aplicaría a toda persona que viva legalmente en Suiza.
Actualmente, estos son todos los detalles que los suizos tienen a su disposición para tomar su decisión. Hasta ahora no se ha presentado ningún plan para especificar cómo se financiaría una propuesta así, si se aplicaría un aumento en el impuesto de la renta o el IVA, a que programas sociales reemplazaría concretamente o cómo podrían evitarse las posibilidades de abuso tan evidentes de un plan así, sin ningún tipo de prueba de medios o sin “hacer ninguna pregunta”, de acuerdo con uno de los lemas la campaña.
El principal argumento de los defensores de esta iniciativa es que apoyaría a la gente que perdiera cuya hubiera perdido sus empleos por la automatización o el progreso tecnológico: un movimiento defensivo contra “el auge de los robots”, como dicen estos. También afirman que una medida así daría a la gente la oportunidad de crecer, de aprender y perseguir habilidades hubo objetivos profesionales que ahora le resultan prohibitivos por sus actuales empleos sin sentido y mundanos, a los que están obligados para simplemente pagar sus facturas. “¿Qué harías si alguien protegiera tu renta?”, preguntaba la campaña a favor de la RBI en Ginebra, con un póster que entró oficialmente en el libro Guinness de los récords como el más grande del mundo.
El almuerzo gratis: Una fantasía tan vieja como Matusalén
La promesa de un almuerzo gratis de ese modo alguno algo nuevo en política. Obtener “algo por nada” es un viejo anzuelo brillante que se ha puesto delante de los ojos de la gente desde tiempo inmemorial. De hecho, ha aparecido tan dolorosamente a menudo en nuestra historia política, sin parar a lo largo de los siglos, que se podría pensar que ya no funcionaria, no en 2016, sin duda. Y aun así lo hace. La RBI es la prueba de que siga habiendo gente que decide creer que las gratuidades y regalos “sin compromiso” son promesas en las que se puede confiar y sobre las que se puede construir una economía, especialmente cuando provienen del gobierno y los gobernantes.
Sin embargo, siempre hay algunos compromisos asociados a esos regalos y si la historia nos ha enseñado algo sobre esto, es la distinción entre un regalo y un soborno. Ideologías políticas insensatas y filosofías culturales catastróficas tienden a menudo a debutar delante del público escondidas dentro del regalo de un caballo de Troya. Promesas irrealistas aunque atrayentes han sido siempre una herramienta política fiable y nunca ha sido un gran reto estratégico corromper al pueblo concediendo a la mayoría algo que se robó a las minorías.
Podemos ver fácilmente el paralelismo en la promoción de la renta básica: Aunque los creadores de la RBI en Suiza, muy inteligentemente, omiten toda referencia a los aspectos realistas y estructurales de su plan, al final alguien tendrá que pagarlo. “¡Gravad al 1%!”, argumentan sus compañeros internacionales de viaje, que, muy predeciblemente, hacen a la RBI todavía más atractiva para una gran porción de la gente. Toda esta discusión acerca de la RBI nos recuerda la siguiente cita de Thomas Jefferson:
Un gobierno lo suficientemente grande cubo para darte todo lo que quieras es un gobierno lo suficientemente grande como para quitarte todo lo que tengas.
El argumento cultural del colectivismo
Personajes clave del bando a favor de la RBI se enorgullecen al afirmar que la principal motivación detrás de la campaña no es económica, sino cultural. Dicen que esta propuesta busca que la gente piense acerca de la naturaleza de la vida y del trabajo, es una forma de liberarla de empleos y no le gustan pero necesitan, una situación que los defensores del plan, bastante en contra de la historia, igualan a la indignidad el esclavitud. Por encima de esto, afirman, la RBI ayudará a la sociedad a sobrevivir al inminente apocalipsis del desempleo: creen que con la ayuda de la automatización y la inteligencia artificial, el 50% de todos los empleos existentes desaparecerán dentro de la próxima década, sustituidos por computadoras y maquinas.
Un argumento así podría parecer superficialmente racional, pero es más profundo que eso: Presupone que como seres humanos nos vemos degradados e igualados con una máquina, como sólo un engranaje más que puede ser sustituido en cualquier momento, en un sistema en el que el hombre se define literalmente como un recurso humano.
La verdad es que sí es un debate cultural, mucho más que económico. El único objetivo concebible de una propuesta objetivamente desquiciada e injustificada como esa sólo puede ser introducirla en la mentalidad del pueblo suizo en este momento. El resultado de este referéndum puede proporcionar una idea valiosa de la mentalidad suiza y de si los suizos prefieren realmente el colectivismo por encima del individualismo. Una señal de ese tipo podría servir como pista para un aumento en los poderes del gobierno: Después de todo, el sistema centralizado que se está derrumbando está condenado a mostrar síntomas de desesperación “redoblando” y acelerando y maximizando sus intentos centralizadores. Así que es inútil centrarse en los síntomas y efectos secundarios: solo puede producirse una diferencia real tratando la causa raíz, el propio sistema.
A pesar de los non sequitur económicos y el llano utopismo que reside en el núcleo de la idea de una renta básica universal, el concepto parece estar ganando popularidad en todo el mundo. Canadá está lista para realizar un experimento con esta idea este mismo año. La ciudad de Utrecht, en Holanda, está lanzando un programa piloto, Finlandia está planeando una prueba de dos años y una propuesta británica que está generando interés al empezar el grupo Give Directly sin ánimo de lucro a proporcionar una renta garantizada al 6.000 kenianos este mes en un programa planeado para una década y revisar los resultados. La idea parece estar afianzándose debido a los esfuerzos de la izquierda occidental, sin embargo las encuestas en Suiza muestran un panorama radicalmente diferente: la iniciativa de la RBI se prevé que sufra una derrota aplastante.
Un bastión de la libertad
Los suizos han estado votando contraintuitivamente durante años: Cuando tuvieron un referéndum a favor o en contra de seis semanas de vacaciones o cuando se les llamó a votar una iniciativa defendiendo menos horas laborales o incluso cuando tomaron su decisión sobre el asunto del salario mínimo, siempre ha habido resultados que parecieron sorprendentes al resto de Occidente, especialmente al resto de Europa. Hasta ahora, los suizos han rechazado constantemente la interferencia por parte del estado en lo que se refiere a esos temas y han rechazado conceder más poderes a su gobierno. Incluso en años recientes, cuando la tendencia a favor de un expansionismo estatal agresivo parece ser más fuerte que nunca, Suiza parece mantenerse firme como el último bastión de la libertad que permanece en pie.
¿Qué tienen entonces los suizos de diferente? Suiza es realmente muy diferente, porque se convirtió en acción por la propia voluntad de sus pueblos, basándose en un gobierno limitado, fuertes derechos de propiedad privada y una democracia directa basada en los principios de subsidiariedad. Esto ha requerido siempre un diálogo abierto y estar expuestos a distintas ideas y valores: Un debate vigoroso lleva de por sí a una sociedad ilustrada. Así que la diferencia esencial reside en que en la cultura, mentalidad y filosofía de la nación.
Los suizos han crecido en un entorno en el que el pueblo siempre fue capaz de decidir por sí mismo, pero también tienen una larga tradición de dudas y disensiones. Todo asunto crítico se discute y decide por parte del pueblo, las acciones del gobierno están sometidas al juicio de la ciudadanía y limitadas por esta. Se escuchan todos los puntos de vista, incluso las voces contra el establishment tienen voz y el pensamiento crítico proporciona la base para el futuro de la sociedad. Sin embargo, esto sólo es posible cuando la gente confía en su propia mente para pensar sobre los asuntos individual e independientemente.
Suiza es por tanto un territorio bastante hostil para aquellos que quieren promover “almuerzos gratis” y regalos “sin compromiso”. Una larga historia de pensamiento independiente, de análisis de las consecuencias y delimitación del gobierno hace muy fácil a los suizos ver pasar las promesas vacías alimentadas por el populismo y las artimañas publicitarias asociadas. El próximo rechazo de la propuesta de la RBI el 5 de junio servirá y debería servir como recordatorio de que los suizos siguen siendo la excepción a la regla.
Publicado originalmente el 3 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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