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martes, 10 de mayo de 2016

Servidores públicos: ¿Quién sirve a quién?



¿Cuándo fue la última vez que usasteis un “servicio” público? Quizá fuisteis a tráfico a renovar el permiso de conducir o tal vez firmasteis un nuevo plan de atención sanitaria usando Healthcare.gov (mejor que lo hagáis o sufriréis las consecuencias). Fuera cual fuera la transacción, había un empleado público en el otro extremo o, como a algunos les gusta decir, un servidor público.

Aunque la percepción del público del gobierno federal esté casi tocando fondo, sigue habiendo una opinión generalmente positiva de los funcionarios. Un post reciente del blog oficial de la Casa Blanca pide a los ciudadanos considerar “crear una diferencia como servidor público”, sabiendo que tu trabajo ayudaría “a hacer un poquito mejor la vida de alguien”. (Supuestamente, quienes no sean servidores públicos no realizarían trabajos que “crearan una diferencia” ni harían mejor la vida de nadie).

Hay incluso una semana de reconocimiento del servicio público durante mayo. De la declaración del presidente sobre el servicio público este mismo año:
Un gobierno de, por y para el pueblo se sostiene solo mediante el trabajo duro y el sacrificio extraordinario de millones de ciudadanos dispuestos a servir al país al que aman.
No me interesa juzgar los corazones de los funcionarios, pero ¿realmente los servidores públicos hacen “sacrificios extraordinarios” comparados con los demás?

Salarios

Un estudio de la propia CBO (Oficina de Presupuestos del Congreso) afirma que los empleados del sector público ganan más dinero y tienen más prestaciones que los empleados del sector privado, con la excepción de los que tienen un doctorado:

Average Compensation for Federal and Private-Sector Employees


El estudio dice que los trabajadores federales con grado profesional o doctoral son un 7% de los funcionarios federales. Por tanto el 93% de los de los trabajadores federales gana más salarios y tienen más prestaciones que trabajadores comparables en el sector privado. Sigo esperando al sacrificio extraordinario del que oímos hablar.

El Instituto Cato hace un descubrimiento similar: “En 2014, el salario federal total (paga + prestaciones] fue de media 119.934$, un 78% más que la media del sector privado de 67.246$”. Incluso el New York Times parece reconocer a regañadientes que los trabajadores de los gobiernos estatales y locales ganan más.

Tal vez la palabra servidor nos haga pensar en un mayordomo o doncella en algún gran estado europeo. Trabajan en tareas domésticas y poco gloriosas sin mucho reconocimiento.
¿Qué pasaría si los servidores ganaran más dinero que la familia para la que trabajan? ¿Seguirían siendo considerados servidores?

Servicios

Si su salario no es menor que el del sector privado, algunos pueden decir que los servidores públicos proporcionan servicios más importantes. Incluso en esto caben algunas dudas.

El pensionista medio 401k se prevé pesimistamente que obtenga en torno a un 4% de retorno anual, mientras que el retorno de la Seguridad social en “inversión” es menos que óptimo. Por ejemplo, una mujer soltera que cumpla 65 años en 2030 habrá pagado 411.000$ en Seguridad Social y solo recibirá 371.000$ en prestaciones. (Para los que no entendáis bien las matemáticas, es un retorno anual menor del 4%).

Indudablemente, la policía es un servicio público que da una seguridad valiosa a los civiles. Solo un vistazo a los titulares de los últimos años muestra que no siempre es así: Ferguson, Nueva York, Baltimore, etc. Entretanto, en el sector privado, la empresa de seguridad Threat Management en una década de funcionamiento afirma no haber tenido “ninguna muerte, ni lesión (ni a nuestros clientes ni a nuestra gente), ni acusaciones penales, ni demandas”. Por cierto, que Threat Management proporciona sus servicios a los pobres gratis.

Pero espera, diréis, ¿quién estudiaría entonces a la gamba ejercitándose? Indudablemente, esta es un área en la que destaca el gobierno. Podría seguir con esto.

“Servicio” de recaudación

Como explica Frédéric Bastiat, los miles y miles de millones de las nóminas de los servidores civiles no descienden milagrosamente sobre un rayo de luna a las arcas del gobierno. Vienen de los impuestos. Bastiat dice: “entender que una empersa pública es una moneda con dos caras. Una muestra a un empleado en su trabajo (…) es lo que se ve; la otra muestra a un empleado fuera de su trabajo, (…) es lo que no se ve”. Es decir, al dinero extraído de la economía libre a través de impuestos no se le permite ir a la inversión en la que lo hubieran usado los dueños de aquel, generado consecuentemente otro salario laboral.

Murray Rothbard hace una observación interesante en Poder y mercado, capítulo 4, acerca de los propios servidores públicos pagando impuestos:
Los burócratas son consumidores netos de impuestos [y] los burócratas no pueden pagar impuestos. (…) el burócrata que recibe una renta de 8.000$ anuales y luego devuelve 1.500$ al gobierno está realizando simplemente un transacción contable sin importancia económica (aparte del desperdicio de papel y registros que supone). Pues no paga ni puede pagar impuestos: simplemente recibe 6.500$ anuales del fondo fiscal.
Además, los impuestos son extraídos del público contra su voluntad, de los afortunados benefactores del servicio proporcionado. Es difícil negar que en otras relaciones en las que alguien reclama dinero a otro no llamamos servidor al reclamante. “Servicio de Ingresos Internos” [“Internal Revenue Service”] es el nombre de la Hacienda estadounidense. ¿A quién sirve?

Seguridad laboral

Esto apenas necesita mencionarse, pero es mucho menos probable que los servidores públicos sean despedidos que los trabajadores en el sector privado. Tras la Gran Recesión (2007-2009), el sector privado ha recortado un 3,5% de los empleos desde 2010. El sector privado (federal, estatal y local) solo recortó un 0,5%.

Del Federal Times, sobre empleo público en general:
La tasa de despidos se mantuvo en el 0,46% de la fuerza laboral en ambos años fiscales de 2013 y 2014, la menor tasa en 10 años.
El sector privado despide casi seis veces más empleados (en torno al 3,2%) según la Oficina de Estadísticas Laborales.

Conclusión

Para seguir con el argumento, supongamos que necesitamos empleados públicos para el mantenimiento del sector pesquero, correo e invasión de países de Oriente Medio. Bien. ¿Podemos por lo menos prescindir del equívoco nombre de servidor público? Un servidor que gana más dinero que los “servidos” (por la amenaza de la fuerza), proporciona un servicio inferior, elimina empleos y es inmune al despido no puede ser calificado apropiadamente como servidor.

Publicado originalmente el 9 de mayo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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