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martes, 10 de mayo de 2016

El Eurogrupo entra en bucle y es incapaz de dar una solución a la deuda griega


El Eurogrupo entra en bucle y es incapaz de dar una solución a la deuda griega

La deuda griega sigue siendo el talón de Aquiles del Eurogrupo. Los ministros de Finanzas del euro no encuentran soluciones para un volumen de deuda que es ya insostenible


Una bandera griega y una de la Unión Europea ondean junto a la Acrópolis de Atenas. (EFE)


Grecia vuelve a estar en el ojo del huracán seis años después del primer rescate. Pero ahora con una diferencia. El diseño de las políticas de ajuste aplicadas desde la primera ayuda financiera (52.900 millones la UE y 20.000 millones el Fondo Monetario) está en entredicho. Y hasta el FMI ha sugerido por carta de su directora gerente, Christine Lagarde, la necesidad de un 'alivio' de su deuda que, por el momento, no ha llegado -al menos en el Eurogrupo de este lunes- por la oposición de Alemania y, en particular, de su ministro Schäuble.

El Eurogrupo ha dejado bien claro en su comunicado que está en condiciones de negociar periodos más largos de refinanciación de la deuda, pero se cierra en banda a una reestructuración. O más concretamente, si Grecia quiere mayor flexibilidad, estará obligado a devolver íntegramente las cantidades prestadas.

A corto plazo, dice el Eurogrupo, se puede “optimizar” la gestión de la deuda. A medio plazo, se podrán explorar medidas específicas (como periodos de gracia más largos) que se podrán utilizar si es necesario, pero siempre condicionadas a la aplicación con éxito del programa pactado con Bruselas. Y a largo plazo, el Eurogrupo se compromete a aportar mayores fondos para asegurar que las necesidades brutas de financiación de Grecia permanezcan en una senda sostenible, aunque siempre condicionada al cumplimiento de las metas de superávit primario (sin el pago de intereses).




Ahora bien, la gran novedad es que, por vez primera, la sostenibilidad de la abultada deuda griega (el 182,8% del PIB en 2016, según las ultimas previsiones de la Comisión Europea) está en el centro del debate. Ya no se trata de aplicar solo nuevos ajustes, sino de evaluar si un país que adeuda casi dos veces el valor de su PIB es económicamente viable.

“Es el momento de discutir sobre la deuda griega”, dijo este lunes el comisario Moscovici al comienzo del Eurogrupo. Y en este sentido, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, dijo a sus compatriotas en medio de masivas huelgas: “Mañana [por hoy] es un día muy importante. Tras seis años [de crisis], el Eurogrupo se reunirá para abordar el aligeramiento de la deuda", subrayó Tsipras ante el Parlamento el domingo por la noche, justo antes de la votación de las reformas. Evidentemente, una esperanza más que una realidad.

Por el momento, nadie quiere hablar de reestructuración. Entre otras cosas, debido a que todavía queda por evaluar la marcha del tercer plan de rescate (86.000 millones de euros) pactado en julio del año pasado después de negociaciones al límite, y que exige duros ajustes para un país que ha sufrido como ninguno la intensidad de la crisis.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras. (Reuters)

Pero una cosa comienza a estar clara. Los ajustes fiscales que reclaman la Comisión Europea y el BCE no son suficientes para garantizar la sostenibilidad del endeudamiento. Bruselas y Berlín exigen, como se sabe, que ya este año Grecia alcance un superávit primario (restando el servicio de la deuda) equivalente al 0,5% del PIB, mientras que en 2017 ascendería al 1,75% y al 3,5% en 2018.

De hecho, ni cumpliendo este exigente calendario Grecia estaría en condiciones de rebajar su endeudamiento de forma relevante, lo que sitúa al país al borde del abismo de forma casi permanente. Es en este contexto en el que la directora gerente del FMI ha reclamado que el alivio de la deuda sea "puesto sobre la mesa de forma inmediata".
Superávit fiscal

El 'think tank' Bruegel, uno de los más influyentes en Europa, acaba de publicar un análisis en el que recuerda un informe del propio FMI en el que sus economistas explican ese impacto negativo de forma académica. Según ese trabajo, lograr un 3,5% de superávit fiscal primario sería contraproducente.

Como sostiene Bruegel, los economistas del FMI han aprendido de sus errores y recuerdan que en 2010, cuando se firmó el primer rescate, se llegó a exigir a Grecia un superávit del 6% que obviamente no se ha cumplido. En 2012, durante el segundo rescate (141.800 millones la UE y 12.000 millones el FMI), ya lo rebajó al 4,5%, y ahora se pide, en cambio, un 1,5%.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble (i), saluda al ministro de Finanzas belga. (EFE)

En 2013, un artículo de investigación del FMI encontró que el superávit primario promedio de 26 grandes reducciones de la deuda en las economías avanzadas en las últimas tres décadas había sido del 3,1% del PIB. Igualmente, superávits primarios mayores de 1,5% se mantuvieron en otros dos países de alta deuda de Europa: Bélgica tuvo un promedio de 4,3% entre 1987-2008, mientras que en el caso de Italia se redujo hasta el 3,1% entre 1992-2008. En los próximos años, sostienen los autores del estudio, muchos países europeos tendrán que alcanzar excedentes superiores al 1,5% del PIB para asegurar la sostenibilidad de la deuda. Entre ellos, España.

La Comisión Europea, de hecho, estima que el endeudamiento público de Grecia seguirá representando el 178,8% del PIB en 2017, todavía 20 puntos encima de los niveles alcanzados en 2012, lo que da idea de las dificultades del país para reducir su endeudamiento y, por lo tanto, recobrar su soberanía fiscal.

Y lo que no es menos significativo después de haber realizado durísimos ajustes, los últimos aprobados este fin de semana -en medio de grandes protestas- en materia de pensiones e impuestos. Atenas pretende un ahorro anual del 1% del PIB (1.800 millones de euros), elevando la edad legal de jubilación de los 63 años a los 67, además de la implantación de una pensión fija de 384 euros para aquellos que hayan trabajado, como mínimo, 20 años.

Grecia ha recibido hasta el momento 21.400 millones de euros correspondientes al tercer rescate, pero debe devolver 2.300 millones al Banco Central Europeo (BCE) antes del próximo 20 de julio. Es decir, vuelve una nueva carrera contra el tiempo como la que se registró hace ahora un año y que acabó en el límite. El bucle perfecto.

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