En un reciente artículo echábamos un vistazo a la visión de Ragnar Frisch (1895-1973) de la construcción del modelo econométrico. Como se mencionaba, Frisch fue el primer economista elegido por delante de Mises para ganar el premio Nobel en 1969. De hecho, hubo un segundo premiado ese mismo año. Frisch ganó el premio conjuntamente con el holandés Jan Tinbergen (1903–1994), que aplicó la econometría de Frisch por primera vez en modelos macro a gran escala a finales de la década de 1930.
En el primer tomo de su investigación de los ciclos económicos, encargada por la Sociedad de Naciones, titulado Statistical Testing of Business Cycle Theories, publicado en 1939, Tinbergen exonera al estadístico y econometra de su responsabilidad y explica:
El papel que puede desempeñar en estadístico en este proceso de análisis no debe malinterpretarse. Las teorías que somete a examen le son entregadas por el economista y con este debe permanecer la responsabilidad por ellas, pues ninguna prueba estadística puede demostrar que una teoría sea correcta.
Aunque los economistas clásicos y austriacos estarían de acuerdo en que la teoría económica no puede demostrarse empíricamente que sea correcta, no dejarían fácilmente que el estadístico quedara impune. De hecho, el econometra y el estadístico tienen cierta responsabilidad por las teorías económicas que llegan a ser aceptadas, especialmente si sostienen, como hace Tinbergen, que esas teorías pueden demostrarse “incorrectas, o al menos incompletas. Demostrando que no cobren una serie concreta de hechos”.
Es una vieja afirmación, ya que prácticamente cualquier teoría está incompleta, pero esto no significa que sea incorrecta. Evidentemente en ella hay un doble peligro: Una teoría errónea podría no demostrarse como errónea, aunque podría hacerse basándose en principios, y una teoría verdadera podría “demostrarse errónea” por error, porque es incompleta al no tener en cuenta alguna grupo concreto de hechos. El econometra por supuesto sería responsable de estos errores.
De hecho, la aplicación de métodos estadísticos para la falsación de teorías económicas no se justifica incondicionalmente. Dependiendo del tipo de teoría, hay carias condiciones necesarias, que normalmente no están suficientemente reconocidas o incluso se ignoran deliberadamente por los econometras modernos.
Resulta interesante que en una entrevista publicada en The Economic Journal en 1939, el propio “maestro”, Lord Keynes, daba una crítica completa de la obra de Tinbergen y proporcionaba una lista de algunas de estas condiciones. Cualquier economista honrado debe confesar que no está satisfecho con la abrumadora mayoría de los problemas económicos, especialmente los que son tan complejos como el ciclo económico.
Completitud: Tinbergen trata de cuantificar el grado en que diversos factores contribuyen al ciclo económico. Keynes apunta que hay que tener una lista completa de todos los factores relevantes para que esto sea posible realmente. Está claro que cuando falta un factor y no se tiene en cuenta, los cambios que cause este factor podrían interpretarse falsamente como los resultados de los factores que se están teniendo en cuenta.
Como mínimo, la economía ha de ser “homogénea” a lo largo del plazo de tiempo bajo consideración, lo que equivale a decir que los factores ignorados tiene que permanecer constantes, de forma que no alteren los descubrimientos empíricos. Aun así, no hay manera de asegurar esta constancia.
Mensurabilidad: Todos los factores relevantes tienen que ser medibles por principio y tenemos que “tener conocimiento estadístico adecuado de su medición” en la práctica. Keynes pregunta sobre “factores político, sociales y psicológicos, incluyendo cosas como políticas públicas, el progreso de la invención y el estado de las expectativas”. Estos elementos indudablemente tienen un impacto en el ciclo económico, pero ¿son cuantificables y medibles? Y si es así, ¿tenemos alguna forma de conseguir información estadística fiable sobre ellos? Probablemente no.
Independencia: Luego, Keynes señala que los factores tienen que ser independientes o de otra manera corremos el riesgo de encontrar correlaciones “espurias”. Tinbergen indudablemente es consciente de este problema y destaca en un momento que “hay que tener cuidado. “¿Pero se tiene?”, pregunta Keynes. Realmente no. Aunque Tinbergen menciona el propio problema, procede sin explicar cómo resolverlo.
Linealidad: El cuarto problema al que Keynes dirige nuestra atención es el de la linealidad. Tinbergen considera solo relaciones lineales. De hecho, las ecuaciones no lineales eran difíciles de manejar en ese tiempo y todavía no se había desarrollado la informática, pero esto no cambia el hecho de que los econometras en torno a Tinbergen falsaran teorías económica bajo la suposición cruda y extremadamente simplista de que solo son posibles relaciones lineales entre las variables relevantes. Como escribe Keynes:
Es un postulado muy drástico y usualmente improbable suponer que todas las fuerzas económicas son de este carácter, produciendo cambios independientes en el fenómeno bajo investigación que son directamente proporcionales a los cambios en ellos, de hecho, es ridículo.
Arbitrariedad: Además, Tinbergen añade demoras y tendencia a ciertas variables en su sistema. Sin embargo es se produce más o menos arbitrariamente, en un proceso de “prueba y error”, “es como decir que se mueve hasta que encuentra una demora que no se ajuste mal con la teoría que está examinando y con los presupuestos generales de su método”. No hay garantía de que estas demoras y tendencias no estén engañando al econometra y su audiencia acerca de graves defectos en el resto del modelo.
Aunque tengo que admitir que Tinbergen tiene mucho cuidado en no afirmar demasiado, su misión general era un empeño inútil. Keynes resume:
No he encontrado ningún pasaje en el que el propio profesor Tinbergen haga ninguna afirmación inductiva cualquiera. Parece estar solo preocupado por la descripción estadística. Pero el propósito final que indica Mr. Loveday en el prólogo es indudablemente inductivo. Si el método no puede probar o negar una teoría cualitativa y si no puede dar una guía cuantitativa para el futuro, ¿merece la pena? Pues está claro que no es una forma muy lúcida de describir el pasado.
Keynes afirma que la aproximación de Tinbergen, si se piensa lógicamente, debe llevar a “incoherencias devastadoras”. Propone una comparación bastante encantadora:
Es como esos rompecabezas para niños en los que escribes tu edad, multiplicas y sumas esto y aquello, restas otra cosa y acaba siempre dando de resultado en número de la bestia.
Murray Rothbard escribió una vez: “Hay algo bueno en Marx: no era un keynesiano”. También parece haber algo bueno en Keynes: no era un econometra en el sentido moderno.
Publicado originalmente el 5 de mayo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario