Y solo quedó uno.
Demostrando de nuevo que los apoyos de celebridades y deportistas son más importantes que los de los políticos, Donald Trump dominó las primarias de Indiana, dando lugar al final oficial de las campañas de Ted Cruz y John Kasich. Aunque su victoria signifique que el dolor de cabeza de la marca Trump continúe en los pasillos del poder en Washington DC, quizá no haya ningún área del país que tenga más que preocuparse por un presidente Donald Trump que Wall Street. De hecho, a pesar de la retórica de Bernie Sanders, el otro vencedor de Indiana, Wall Street probablemente preferiría “Feel the Bern” a “Make America Great Again”.
Después de todo, a pesar de todo el tiempo que ha dedicado Sanders (justamente) contra los bancos demasiado grandes para caer, nunca se ha acercado a diagnosticar su fortaleza: la Reserva Federal y las protecciones que recibe del gobierno federal. Por el contrario, la interpretación de Bernie Sanders de la crisis financiera tiene todos los matices de la versión teatral del meme de Facebook: los grandes bancos se volvieron avariciosos y el gobierno no hizo lo suficiente como para detenerlo, con recetas políticas para hacerlo.
Perdida en esta narrativa de tebeo hay algunos detalles importantes. El senador de Vermont ignora la corrupción y el riesgo moral de los gigantes públicos de la vivienda, Fannie Mae y Freddie Mac. Pasa por alto las consecuencias de la Ley de Reinversión en la Comunidad. No tiene ningún interés en reconocer que fueron los reguladores públicos y sus agencias de calificación elegidas las que rebajaron el riesgo estimado de las malas hipotecas. Lo más importante, no reconoce que fueron las acciones de la Fed de Greenspan las que inflaron directamente la devastadora burbuja inmobiliaria.
Aunque es verdad que una conocimiento sólido de la historia no es necesario para ser un azote de Wall Street, Sanders ya ha demostrado cómo un incomprensión histórica tiene un impacto directo sobre su aproximación a la reforma financiera.
Por ejemplo, Sanders votó a favor de la Ley Dodd-Frank. Aunque la legislación, irónicamente con el nombre de dos congresistas que personalmente tienen alguna responsabilidad por la crisis económica, se vendió como la solución del presidente Obama para resolver el problemas de las empresas demasiado grandes para caer, en la práctica tiene el efecto de consolidar más el sector bancario, limitando las decisiones de los consumidores y haciendo más grandes los grandes bancos. Las consecuencias de la Dodd-Frank han sido amplias,incluyendo aumentar las tasas de uso de cajeros automáticos contra lo que a Sanders le gusta arremeter ocasionalmente.
Además, mientras que Sanders ha sido defensor ocasional de auditar la Reserva Federal, su principal crítica de la Fed ha sido que no ha hecho lo suficiente debido a preocupaciones incorrectas sobre la inflación. Como explicaba C. Jay Engel en su desmontaje del artículo de Sanders en el New York Times, el senador demustra que ser “anti-Fed” no es bastante:
Todo el plan de Sanders se basa en la idea de que lo que necesita la economía es un influjo de nuevos préstamos: quiere que la Fed estimule (en lugar de desanimar) a los bancos comerciales a aumentar su extensión de préstamos. Pero esto es un modelo completamente equivocado. Lo que hace falta no es más deuda barata. Por el contrario, lo que hace falta es mejorar la formulación de capital. Lo que hace falta es desapalancamiento y liquidación.
Irónicamente, es esta política de tipos bajos de interés la que ha ayudado a Wall Street a ser más rica a costa de ahorradores y gente que no se puede permitir entrar en el casino de Wall Street. Asimismo, los efectos Cantillon del dinero que se ha creado durante la flexibilización cuantitativa significan que los principales benefactores de la Fed han sido las empresas de Wall Street y las áreas de la economía que en las que han invertido, como Silicon Valley (explicando en parte los altísimos precios de las viviendas en torno a Nueva York y San Francisco). De hecho, nuestra política monetaria ha sido una de las causas principales de la desigualdad de rentas que ha sido tan importante para el atractivo electoral de Sanders.
Por el contrario, Donald Trump ha identificado correctamente las consecuencias de los tipos de interés históricamente bajos de la Fed:
¿Sabéis a quién daña más? A la gente que sigue el sueño americano y hace lo que debería haber sido lo correcto, la agente trabajó 40 años de su vida y ahorró cien dólares cada semana [en el banco]. Trabajaron toda su vida para ahorrar y ahora lo que ocurre es que se ven empujados hacia un abolsa inflada y en algún momento se ven expulsados.
Además, ha identificado correctamente que mientras que los promotores inmobiliarios como él se benefician del ambiente actual, el país en su conjunto sufre por el fantasma de las burbujas crecientes:
Ahora mismo, tenemos tipos bajos. En términos inmobiliarios, si quieres construir (…) desde ese punto de vista, me gustan los tipos bajos de interés. Desde el punto de vista del país, simplemente no estoy seguro de que sea algo muy bueno, porque realmente sí creo que estamos creando una burbuja.
Donald incluso a alabado el patrón oro, diciendo en una televisión de Pittsburgh que:
En algunos sentidos, me gusta el patrón oro y hay algo muy bueno en el patrón oro. (…) Solíamos tener un país muy sólido porque estaba basado en un patrón oro y ya no lo tenemos.
En este caso el argumento no es que Donald Trump sea Ron Paul. Considerando sus opiniones sobre comercio, capitalismo de compinches y varias otras posturas esenciales, está claro que le iría bien leer con atención La libertad definida.
Pero al advertir acerca de los chanchullos de la Fed y mostrar una postura mucho más firme ante la amenaza que supone para las familias estadounidenses, Donald Trump ha demostrado una mejor comprensión de las verdaderas causas de la “economía manipulada” de Sanders, Un reto para el status quo de la política monetaria es una amenaza mucho mayor para Wall Street que cualquier cosa que haya propuesto Sanders.
Publicado originalmente el 5 de mayo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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