El nuevo presidente no ha perdido el tiempo y ya ha roto los pilares económicos del kirchnerismo.
El final de la Era Kirchner ha abierto un nuevo tiempo económico en Argentina. Si durante doce años la agenda impulsada desde la Casa Rosada estuvo marcada por un profundo afán de intervención en los mercados, el espíritu que desprenden las primeras medidas del gobierno deMauricio Macri es radicalmente opuesto.
Como explicó Libre Mercado, el nuevo mandatario tiene claro que Argentina necesita recetas de corte liberal para salir de la crisis y recuperar la senda del desarrollo. En este contexto se inscribe, por ejemplo, el fin del "cepo cambiario", anunciado el 10 de diciembre.
Desde 2011, ciudadanos y empresas han enfrentado profundas restricciones en el mercado de divisas que hacían casi imposible la compra-venta de dólares. Macri ha acabado con dicho sistema y ha recuperado para los argentinos la posibilidad de adquirir dólares sin restricción.
Otra declaración de intenciones es la que está preparando Macri en el campo comercial. Hasta ahora, casi 20.000 productos se beneficiaban de agresivas barreras proteccionistas; a partir de 2016, dicha cifra se reducirá significativamente, de manera que se limitará la aplicación de aranceles a 1.500 bienes.
Pero el que fuera presidente del Boca Juniors también quiere liberalizar el marco comercial con el que se enfrentan los sectores exportadores del país. En consecuencia, se eliminará el impuesto del 35% que aplicó el kirchnerismo a la venta de productos al extranjero. Además, se retirarán las cuotas máximas que se aplicaban a la exportación de ciertos alimentos.
Recorte del gasto público
El nuevo presidente latinoamericano, elegido por el partido PRO, también tiene claro que Argentina debe cuadrar las cuentas públicas para reducir su vulnerabilidad financiera y no depender de las condiciones de endeudamiento que le ofrezcan los mercados.
En esta línea va el plan de cortar el grueso de los subsidios a la energía, una medida que supondría un ahorro presupuestario comprendido entre el 2% y el 3% del PIB. Estas ayudas solamente se mantendrían en el caso de las familias más humildes. En consecuencia, el déficit público se reduciría casi a la mitad tras los ahorros generados por esta decisión.
Otro punto esencial para consolidar el recorte en el gasto público contempla un tajo a la burocracia. Durante los doce años de gobierno de los Kirchner, la plantilla de trabajadores del Estado se disparó un 50%, por lo que Macri ya baraja un recorte en este ámbito.
Control de la inflación
Otro problema con el que viene lidiando Argentina desde hace años es el de la inflación. De entrada, Macri quiere acabar con la manipulación de datos estadísticos que venían perpetrando instancias como el Instituto Nacional de Estadística y Censos o el Banco Central de Argentina. Para ello, se ha nombrado a nuevos equipos técnicos que ya trabajan en recuperar la normalidad y la transparencia.
Pero la lucha contra la inflación también comprende un repliegue en la estrategia de fijación de precios (hoy se aplican a 512 productos pero se espera una reducción inmediata para llegar al entorno de 370) así como un aumento de los tipos de interés (que se encuentran ya en niveles del 30%, siguiendo el dictado del nuevo gobernador del Banco Central, Federico Stuzenegger).
Nueva agenda exterior
Pero el nuevo gobierno de Argentina también tiene claro que su agenda de reformas económicas no puede quedarse "en casa". Es por eso que ya se ha planteado la reanudación del diálogo con los acreedores internacionales que rechazaron la "reestructuración de deuda" planteada por Néstor y Cristina Kirchner.
En paralelo, también está encima de la mesa una nueva estrategia exterior orientada a alejarse del "socialismo del siglo XXI" y centrada en favorecer las relaciones económicas con EEUU, Canadá, Japón o la Unión Europea.
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