Hay un puñado de temas por ahí sobre la reciente acción del mercado que o bien son completamente erróneos o bien altamente equívocos. Por ejemplo, con respecto al reciente desastre en los mercados, una dicotomía especialmente aparente se ha presentado ofreciendo dos alternativas relativas a qué está causando exactamente la dolorosa turbulencia.
Hay quienes, repitiendo íntegramente los titulares de las noticias, se apresuran a apuntar con el dedo tanto al petróleo como a China. Y aun así hay otros que apuntan a la Fed por “aumentar los tipos demasiado pronto”. Junto con los segundos está la observación de que “la inflación está totalmente desaparecida en combate” y por tanto era ridículo que la Fed sintiera la necesidad de “aumentar los tipos de interés”. Ambos tienden a expresar angustia sobre el “dólar fuerte”.
En ambos casos están completamente equivocados, incluyendo la causa del problema actual. Para empezar, es ridículo acusar al petróleo por los mercados a la baja, cuando la bajada del petróleo es exactamente lo que tiene que explicarse. Es completamente insatisfactorio explicar algo describiéndolo. Funciona bien para titulares y para trasladar la culpa lejos de a quien realmente le corresponde, pero hay que aprender a mirar más profundamente. No puede esperarse impresionar a nadie explicando que el avión se estrelló contra el suelo porque dejó de volar. ¿Cuál es la causa del enorme desplome del petróleo hasta el fondo? Esa es la verdadera pregunta.
Además, el problema con la “tesis china” es que tampoco explica nada. Simplemente observa una correlación en los mercados y por tanto hace enormemente cómodo echar la culpa a “los otros”. No me malinterpretéis: las economías de China y EEUU sin duda se influyen entre sí, especialmente en nuestra época de monedas fiduciarias fluctuantes. Pero en definitiva, tanto China como EEUU (en realidad el mundo entero) se ven arrastrados por acciones pasadas de sus respectivos bancos centrales y más concretamente por la ilusión de prosperidad a través de la expansión monetaria y crediticia.
Lo que nos lleva al segundo tema: echar a culpa a la Fed por “aumentar los tipos” demasiado pronto. Es decir, hay unos cuantos que argumentan que si la Fed no hubiera anunciado en diciembre que iba a buscar incrementos minúsculos en el tipo de los fondos federales, no habría tenido lugar ninguna de las recientes caídas del mercado. Dirían cosas como “la inflación nunca fue una amenaza, así que la Fed fue irresponsable al aumentar los tipos”.
Inflación de la oferta monetaria frente a “inflación” de precios
Esto es confuso. Primero, debe destacarse constantemente que el significado de la inflación, contrariamente a su uso dominante, se define más apropiadamente como un aumento en la oferta monetaria, no un “aumento de precios”. La razón por la que la Fed y los defensores de la banca centralizada prefieren la definición de “aumento de precios” es porque oculta el origen principal de nuestra condición económica actual. Aleja la culpa de la Fed hacia todo tipo de otras “fuerzas del mercado” y por tanto anima al banco central a lanzarse al rescate en lugar de ser objeto de graves sospechas. De hecho, como observaba Mises (página 420 de La acción humana):
Lo que hoy mucha gente llama inflación o deflación ya no es el gran aumento o disminución en la oferta monetaria, sino sus consecuencias inexorables, la tendencia general a un aumento o disminución de precios de productos y salarios. Esta innovación no es inocua en modo alguno. Desempeña un papel importante en fomentar las tendencias populares hacia el inflacionismo.Para empezar, ya no hay ningún término disponible para indicar lo que solía significar la inflación. Es imposible luchar contra una política que no puedes nombrar. (…)La segunda jugarreta es que los dedicados a intentos inútiles y desesperados para luchar contra las consecuencias inevitables de la inflación (el aumento en los precios) disfrazan sus esfuerzos como una lucha contra la inflación. Aunque se limiten a luchar contra los síntomas, simulan luchas contra las causas raíces del mal. Como no entienden la relación causal entre el aumento en la cantidad de dinero por un lado y el aumento de los precios por otro, en la práctica empeoran las cosas.
Los aumentos de precios pueden ser un resultado de la inflación pero no son en sí mismos inflación. Así que la inflación fue realmente muy alta en la última década debido a la QE y otros planes de política monetaria de la Fed. Segundo, nunca debería ignorarse que el “aumento de precios” puede encontrarse fácilmente en los propios mercados de capitales. No se necesita un gurú de la inversión para observar los impactantes niveles que han alcanzado los diversos índices del mercado. Rascando solo un poco más en la superficie, se revelan los precios absurdos para las acciones supuestamente mejor valoradas como Facebook, Amazon, Apple y otras.
A dónde fue todo ese dinero
Sin embargo es mucho más importante el hecho de que mucho del dinero recién creado ni siquiera se ha acercado a crear “una inflación [de precios de consumo] extendida”, debido a la estructura real del actual régimen bancario posterior a la crisis. De hecho, Jeffrey Snider, entre otros, ha argumentado que es literalmente imposible que tenga lugar “inflación de precios” como resultado directo de la QE, debido a la forma en que el dinero entra actualmente en el sistema como reservas. La “inflación de precios” necesitaría provenir de las acciones de los propios bancos individuales que actualmente son prudentes acerca de sus prácticas de préstamos de consumo. Por tanto, la Fed no está creando “inflación de precios”, sino algo mucho peor: mala asignación de capital.
Aquí se trata sencillamente de que quienes quieren que los tipos de interés estén continuamente suprimidos de forma que se estimule la actividad económica ni siquiera se den cuenta de que esta, y no la actividad económica productiva, es literalmente la causa de la creación de burbujas.
Bajo el modelo de reserva fraccionaria previo a la crisis, solía pasar que había cargas de malas inversiones como consecuencia de que los bancos creaban nuevos préstamos (tenía lugar nueva actividad económica y luego se desplomaba). Pero ahora se crea dinero, no por parte de los bancos comerciales, sino principalmente por la propia Fed. Lo que significa que, en expresión de David Stockman, el nuevo dinero está sencillamente derramándose en torno a los cañones de Wall Street e impulsando al alza los precios de valores y bonos, en lugar de llegar a la “economía real”.
La burbuja solo prolonga el problema
Así que, contrariamente a aquellos que culpan a la Fed por hacer que bajen las acciones al “aumentar los tipos” (sobre lo que reflexiona aquí Joe Salerno) queremos destacar el hecho de que, con tipos al alza, lo más que puede hacer la Fed es desenredar errores cometidos previamente. En otras palabras, no hay nada alabable en primer lugar acerca de niveles de bolsas elevados artificialmente. No tenemos ningún interés en alabar la longevidad de la burbuja, porque la burbuja es la enemiga de la economía sana. El desplome de las bolsas revela dónde se formaron las burbujas y que nuestra supuesta prosperidad es una ilusión. Y esto es precisamente lo que el antiguo presidente de la Fed de Dallas, Richard Fisher, decía en una conversación en la CNBC la semana pasada cuando confesaba: “Impulsamos una enorme subida del mercado para crear un efecto riqueza”.
Y así, la expansión monetaria debe inevitablemente seguir el ciclo a la baja. El propio Fisher admite: “y ahora es probable un incómodo periodo de digestión”. Lo que estaba inflado al máximo, debe ahora desinflarse hasta el suelo. Esa es la única manera de que se recupere una economía. Por desgracia, es verdaderamente dolorosa.
Este es el caso real del reciente desastre. El dólar se está “fortaleciendo” en virtud de nuestro sistema de crédito saltando por sus costuras. En otras palabras, el llamado “dólar fuerte” es solo un lado del movimiento pendular de un sistema bancario volátil en demolición. No debería suponerse que el dólar se está haciendo más sólido, no es así. Pero si podemos tener alguna vez una divisa sólida de nuevo, primero tenemos que seguir la música.
Y así también el petróleo, después de años ascendiendo hasta los cielos a través de los chanchullos monetarios de la Fed, está experimentando su propio declive inevitable. La ilusión se está haciendo patente.
Por desgracia, la Fed es un comodín, así que sigan conectados para saber si dejará que los mercados se recuperen o continuará el ciclo perpetuo de creación de dinero. Mi consejo para la Fed es ni “aumentar tipos” ni rebajarlos. Mejor que se vaya y deje que el mercado se corrija a sí mismo. Porque tenemos un montón de corrección por delante.
Publicado originalmente el 25 de enero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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