Escrito el 19 enero 2016 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española, Economía Global
En un ambiente de mucha preocupación tras los fuertes ajustes de los mercados en las primeras semanas del año, se esperaba con expectación la actualización de previsiones por parte del FMI, más por los mensajes implícitos que por las propias estimaciones. El FMI anticipa un escenario en el que la economía mundial aumentará su ritmo de crecimiento en los dos próximos años, si bien a un ritmo menor de lo estimado en octubre. De hecho, revisa a la baja, una vez más, el crecimiento mundial, tanto para 2016 (-0,2 p.p. hasta 3,4%), como para 2017 (-0,2 p.p. hasta 3,6%), tras estimar un 3,1% en 2015. Por tanto, el escenario central no es ni mucho menos el de un fuerte ajuste de la actividad a la baja.
Cuadro: previsiones del FMI
El escenario que maneja el FMI viene condicionado por tres factores clave: (i) desaceleración y reorientación del modelo productivo en China a uno menos basado en la inversión y la industria; (ii) el descenso en los precios del crudo y de otras materias primas; y (iii) el endurecimiento gradual de la política monetaria en EEUU en un contexto en el que los bancos centrales del resto de principales economías desarrolladas siguen aplicando medidas claramente expansivas.
Las economías desarrolladas ven recortado en 0,1 p.p. el crecimiento previsto tanto en 2016, como en 2017 (hasta 2,1%, en ambos), aunque todavía por encima del estimado en 2015 (1,9%). Para EEUU revisa a la baja en 0,2 p.p. el crecimiento para 2016 y 2017 hasta el 2,6% en ambos años, tras el 2,5% estimado en 2015. El recorte de previsiones se explica por el impacto negativo que la fortaleza del dólar tiene sobre el sector manufacturero y por el efecto desincentivador sobre la inversión en el sector petrolero de la corrección en los precios del crudo. Para la UEM, por el contrario, el FMI se muestra algo más optimista y revisa al alza en 0,1 p.p. el crecimiento estimado para 2016 (hasta 1,7%), mientras que mantiene en el 1,7% el de 2017. La revisión al alza para Alemania (+0,1 p.p. en 2016; y +0,2 p.p. en 2017, hasta 1,7% en ambos) y España (+0,2 p.p. en 2016 hasta 2,7%; y +0,1 p.p. en 2017 hasta 2,3%), más que compensa el recorte de las estimaciones para Francia (-0,2 p.p. en 2016 hasta 1,3% y -0,1 p.p. en 2017 hasta 1,5%).
Las economías emergentes habrían alcanzado en 2015 un crecimiento del 4,0%, el menor en cinco años. Además, el FMI confirma que se enfrentan a un nuevo escenario de crecimiento bajos a medio plazo: existen factores cíclicos y estructurales que limitan significativamente su capacidad de crecimiento. De hecho, se revisa en -0,2 p.p. el crecimiento estimado en 2016 y 2017 (hasta 4,3% y 4,7%, respectivamente). La revisión se concentra en aquellas economías.
Aunque el FMI todavía anticipa un escenario con un crecimiento al alza hasta 2017, advierte de que los riesgos se concentran a la baja. Entre éstos, destacan: (i) una desaceleración más acusada de lo esperado en China; (ii) el impacto negativo sobre los balances de las empresas y sobre las economías emergentes de una mayor apreciación del dólar; (iii) un aumento repentino de la aversión al riesgo, que intensificaría las depreciaciones y generaría tensiones financieras en aquellas economías emergentes más vulnerables; y (iv) una escalada de las tensiones geopolíticas en ciertas regiones, lo que afectaría a la confianza, al comercio y a los flujos financieros globales. En este contexto, el FMI incide en la necesidad de acometer reformas estructurales que eleven el crecimiento potencial.
España vuelve a ser una de las economías más favorecidas en la actualización de previsiones del FMI: el crecimiento estimado del PIB es ahora del 2,7% para 2016 y del 2,3% para 2017, cifras que superan las publicadas el pasado mes de octubre en dos décimas y una décima, respectivamente. Las previsiones del FMI para este año son menos optimistas que las del Gobierno (+3%), pero están en línea con las de otros organismos internacionales (la CE y la OCDE también prevén un 2,7%) o nacionales: el Banco de España señala un 2,8%, mientras que el consenso de analistas privados (Panel de FUNCAS) apunta a un 2,7%. En 2016 la actividad se verá beneficiada por las reformas aplicadas hasta el momento (alabadas por el FMI), la inercia positiva del consumo, la inversión y la creación de empleo, así como por las favorables condiciones de financiación y la intensa caída de los precios de las materias primas, especialmente del petróleo, factores clave dada nuestra dependencia del ahorro exterior y de las importaciones energéticas.
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