Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Como usted sabe, el precio del petróleo se ha desplomado. También es probable que haya escuchado que eso se debe a un exceso de producción, ya que las nuevas tecnologías aplicadas en EE.UU. le han permitido a ese país casi duplicar su producción de petróleo de 2008 en adelante, mientras que la OPEP no ha querido reducir la suya para no dejarles el mercado. Así es, el desarrollo tecnológico transforma la economía, una vez más.
Pero el tema es mucho más complejo de lo que parece. No es sólo que haya un incremento importante de oferta, sino que estamos enfrentando una caída en la demanda que creo que nadie ha percibido aún y que es muy interesante. Ese mismo desarrollo tecnológico que nos permite producir más petróleo también nos permite usarlo mejor, cada año. La eficiencia energética en el mundo mejora a un ritmo nada despreciable. En promedio, desde 1965 hasta 2014 cada año incrementamos la eficiencia en 1,5 por ciento. Es decir, podemos producir lo mismo utilizando 1,5 por ciento menos energía. En esos cincuenta años, eso implica producir lo mismo con la mitad de la energía. O visto al revés, usando la misma cantidad de energéticos, producir el doble. Por eso hoy podemos mantener precisamente al doble de seres humanos que hace 50 años sin problema. Es más, viviendo mucho mejor.
Pero lo interesante es lo siguiente. De 2000 a 2014 la eficiencia global deja de crecer. O más bien, lo hace a un ritmo mucho menor. En vez de mejorar 1,5 por ciento por año, lo hace apenas a 0,15 por ciento, la décima parte. Y por eso el crecimiento económico en esos años se tradujo en un mercado energético sumamente apretado y en precios de petróleo de 140 dólares por barril. La causa de la caída de eficiencia no es sino el ascenso de China y el jalón que le dio a otras economías emergentes.
Y es que esas economías son seriamente ineficientes en el uso de energía. Mire usted: Reino Unido produce casi 30 centavos de dólar de PIB por cada millar de BTUs de energía (BTU es una unidad de medida parecida a la caloría). Alemania y Japón producen 23 centavos. EE.UU. anda en 15 centavos. Todas estas economías han duplicado lo que pueden producir por unidad de energía de 1980 a la fecha. Nosotros llegamos a 13 centavos por millar de BTUs, lo mismo desde 1980. Brasil, que en 1980 andaba como nosotros, ahora sólo produce 10 centavos. Ha perdido 30 por ciento de su eficiencia energética en estos 35 años. China ha mejorado mucho: en 1980 producía un centavo por millar de BTUs, ahora produce cuatro.
Observe usted que para que China produzca el mismo PIB que EE.UU. tendría que utilizar tres veces más energía, y nos dejaría sin nada a los demás. Y eso sin contar el impacto que tiene en Brasil, que implica una pérdida neta de eficiencia global. El menor crecimiento de China y la recesión en Brasil tienen entonces un impacto todavía mayor en el consumo de energía global: lo reducen significativamente.
Hacia delante, si el PIB mundial crece 2,5 por ciento anual (estimación razonable), y el incremento en eficiencia energética regresa a 1,5 por ciento anual, entonces la demanda de energía crecerá sólo 1,0 por ciento cada año. La oferta de petróleo ha crecido 1,5 por ciento anual en las últimas décadas, lo que implica que estamos sobrados. Y eso sin contar el mayor uso de gas natural, y el muy pequeño, pero existente, crecimiento en energéticos renovables.
La edad de piedra, dicen, no acabó por falta de piedras. Ni la de bronce o hierro por el agotamiento de esos minerales. Al revés, se hicieron absurdamente baratos. Bueno, ya estamos en ese proceso con los combustibles fósiles. Pare de sufrir.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 19 de enero de 2016.
Pero lo interesante es lo siguiente. De 2000 a 2014 la eficiencia global deja de crecer. O más bien, lo hace a un ritmo mucho menor. En vez de mejorar 1,5 por ciento por año, lo hace apenas a 0,15 por ciento, la décima parte. Y por eso el crecimiento económico en esos años se tradujo en un mercado energético sumamente apretado y en precios de petróleo de 140 dólares por barril. La causa de la caída de eficiencia no es sino el ascenso de China y el jalón que le dio a otras economías emergentes.
Y es que esas economías son seriamente ineficientes en el uso de energía. Mire usted: Reino Unido produce casi 30 centavos de dólar de PIB por cada millar de BTUs de energía (BTU es una unidad de medida parecida a la caloría). Alemania y Japón producen 23 centavos. EE.UU. anda en 15 centavos. Todas estas economías han duplicado lo que pueden producir por unidad de energía de 1980 a la fecha. Nosotros llegamos a 13 centavos por millar de BTUs, lo mismo desde 1980. Brasil, que en 1980 andaba como nosotros, ahora sólo produce 10 centavos. Ha perdido 30 por ciento de su eficiencia energética en estos 35 años. China ha mejorado mucho: en 1980 producía un centavo por millar de BTUs, ahora produce cuatro.
Observe usted que para que China produzca el mismo PIB que EE.UU. tendría que utilizar tres veces más energía, y nos dejaría sin nada a los demás. Y eso sin contar el impacto que tiene en Brasil, que implica una pérdida neta de eficiencia global. El menor crecimiento de China y la recesión en Brasil tienen entonces un impacto todavía mayor en el consumo de energía global: lo reducen significativamente.
Hacia delante, si el PIB mundial crece 2,5 por ciento anual (estimación razonable), y el incremento en eficiencia energética regresa a 1,5 por ciento anual, entonces la demanda de energía crecerá sólo 1,0 por ciento cada año. La oferta de petróleo ha crecido 1,5 por ciento anual en las últimas décadas, lo que implica que estamos sobrados. Y eso sin contar el mayor uso de gas natural, y el muy pequeño, pero existente, crecimiento en energéticos renovables.
La edad de piedra, dicen, no acabó por falta de piedras. Ni la de bronce o hierro por el agotamiento de esos minerales. Al revés, se hicieron absurdamente baratos. Bueno, ya estamos en ese proceso con los combustibles fósiles. Pare de sufrir.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 19 de enero de 2016.
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