El incremento de las presiones bajistas sobre los precios complica aún más el trabajo a la Reserva Federal. El mercado buscará pistas este miércoles sobre las intenciones futuras de la entidad
Enero. Mes de cambios. Nuevo año. Nuevo calendario. Y nueva composición del Comité Federal del Mercado Abierto (CFMA), el órgano de la Reserva Federal (Fed) que define la política monetaria en EEUU. Cada enero, y siguiendo un sistema de rotación anual, cuatro presidentes de los bancos de distrito de la Fed se incorporan a ese Comité en sustitución de otros cuatro que les dejan su puesto. Y el destino ha querido que justo ahora, después de que el banco central estadounidense ejecutara en diciembre su primera subida de los tipos de interés desde 2006, los cuatro representantes que se incorporan tengan un sesgo más duro que sus predecesores, con lo que pueden ser más partidarios de dar continuidad a ese repunte del precio del dinero.
Los nuevos componentes son Loretta Mester, presidenta de la Fed de Cleveland; Eric Rosengren, presidente de la Fed de Boston; Esther George, presidenta de la Fed de Kansas City; y James Bullard, presidente de la Fed de St. Louis y una de las voces más influyentes en el mercado, especialmente en el de deuda. A priori, Mester, George y Bullard tienen más perfil de 'halcones', el sobrenombre que reciben los banqueros centrales más proclives a subir los tipos, que de 'palomas', los más inclinados a bajarlos.
El presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, en una intervención. (Reuters)
Los inversores tendrán su primer contacto con ellos, y con los otros seis miembros que integran ahora el CFMA, este miércoles, jornada en la que finalizará la primera reunión de política monetaria de la Fed en 2016. Esta vez no se esperan cambios en los tipos de interés. Tras elevarlos del 0-0,25% al 0,25-0,50% el pasado 16 de diciembre, en esta ocasión la entidad se quedará quieta.
Descontada esta decisión, la atención del mercado se centrará en el comunicado que la entidad difundirá a las 20 horas, y más en concreto en las pistas que pueda proporcionar sobre sus intenciones futuras con los tipos. En este sentido, el mercado prestará una especial atención tanto al contenido del comunicado, para detectar si es más o menos duro, como a la decisión sobre los tipos, para ver si se adopta por unanimidad o no.
Pocas prisas
A la espera de conocer ese comunicado, las expectativas no contemplan mayores urgencias por parte de la Fed por mucho que los nuevos miembros sean más duros que los antiguos. Sobre todo, después de todo lo que ha ocurrido en los mercados financieros tras la subida de los tipos de mediados de diciembre.
Desde entonces, el Dow Jones ha corregido un 9%, la bolsa china ha bajado un 20%, el rendimiento norteamericano a 10 años ha descendido del 2,26 al 2%, el petróleo ha reculado de los 38 a los 31 dólares por barril, el oro ha repuntado de los 1.060 a los 1.118 dólares por onza y el dólar ha marcado máximos históricos contra el rublo ruso o el rand sudafricano y de los últimos años contra la rupia india o el yuan chino. Casi nada. No es que esta secuencia sea consecuencia directa de la decisión que la entidad adoptó hace seis semanas, pero ese incremento del precio del dinero sí ha contribuido a la reciente dosis de incertidumbre sufrida en los mercados financieros desde entonces.
Este enrarecido entorno, al que se suma la incertidumbre sobre la economía mundial y sobre la propia solidez de la recuperación estadounidense, envuelve la primera reunión de 2016 y se proyecta a los pronósticos sobre sus intenciones futuras. Por el momento, el mercado no avista variaciones a corto plazo, con lo que tampoco intuye un mensaje duro que anticipe mayores prisas por parte de la institución monetaria. Cuando la Fed elevó los tipos en diciembre, el mercado concedía una probabilidad próxima al 70% a que los subiera de nuevo en junio de 2016. Actualmente, ese porcentaje ha menguado hasta el 46% y ha retrasado el siguiente repunte de los intereses hasta septiembre.
Entre la baja inflación, el petróleo y el dólar fuerte
Con estos cambios, el mercado ha incorporado a sus pronósticos las precauciones que la Fed demostró en las actas de la reunión de diciembre. Ese documento, cuyo contenido se conoció el pasado 6 de enero, evidenció que los miembros de la entidad se sienten preocupados por la baja inflación y las presiones desinflacionsitas imperantes.
Como en las últimas semanas el petróleo ha agudizado su descenso y el dólar se ha fortalecido contra la mayoría de las divisas, esa inquietud, lejos de disiparse, habrá crecido, con lo que resta opciones a que la Fed se arriesgue a precipitarse con la subida de los tipos. En la medida en que el comunicado oficial que anunciará hoy refleje una mayor preocupación por las presiones bajistas sobre los precios, la institución dará a entender que, en efecto, el siguiente aumento de los interés se hará esperar. En ese supuesto, el dólar podría depreciarse, la rentabilidad del bono seguiría bajando y las compras podrían volver a Wall Street. Si, por el contrario, la Fed rebaja sus temores sobre los precios y anticipa que sus intenciones pasan por subir los tipos antes de lo que ahora espera el mercado, el dólar subirá y los bonos y la bolsa podrían bajar.
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