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domingo, 27 de diciembre de 2015

Desigualdad de riqueza e ingresos



 

La desigualdad entre las personas en lo referente a riqueza e ingresos es una característica esencial de la economía de mercado.
El hecho de que la libertad es incompatible con la igualdad de riqueza e ingresos ha sido resaltado por muchos autores. No hay necesidad de entrar a examinar los argumentos emocionales introducidos en estos escritos. Tampoco es necesario plantear la pregunta de si la renuncia a la libertad podría garantizar por ello el establecimiento de la igualdad de riqueza e ingresos y si la sociedad podría o no subsistir en base a dicha igualdad. Nuestra tarea es describir el papel que juega la desigualdad en el marco de la sociedad de mercado.
En una sociedad de mercado, la coacción y coerción directas son practicadas sólo en aras de prevenir actos que perjudiquen la cooperación social. [p. 288] Por lo demás, las personas no son molestadas por las fuerzas policiales. El ciudadano respetuoso de la ley está libre de interferencias por parte de carceleros y verdugos. La presión necesaria para empujar a una persona a que contribuya con su participación en el esfuerzo cooperativo de producción es ejercida por la estructura de precios de mercado. Esta presión es indirecta. Pone en la contribución individual de cada individuo una prima ajustada en concordancia con el valor que los consumidores asignan a esa contribución. Recompensando los esfuerzos individuales de acuerdo con su valor, se deja a la libre elección de cada quien el empleo en mayor o menor grado de sus facultades y habilidades. Este método no puede, por supuesto, eliminar las desventajas inherentes a una personalidad inferior. Pero nos provee de un incentivo para todos a fin de emplear las facultades y habilidades al máximo
La única alternativa a esta presión financiera ejercida por el mercado es la presión directa  y coacción ejercida por la fuerza policial. A las autoridades se les deberá asignar la tarea de determinar la cantidad y calidad de trabajo que cada persona está obligada a realizar. Dado que los individuos son diferentes en lo que se refiere a sus habilidades, esto requerirá de un examen de  personalidad por parte de las autoridades. Las personas se convierten en presos de una penitenciaría, por así decirlo,  a quienes se les asigna un determinado trabajo. Si falla en la ejecución de lo que las autoridades le han ordenado hacer, es susceptible de ser castigado.
Es importante comprender en qué consiste la diferencia entre la presión directa ejercida en la prevención de un crimen y la que se ejerce por la extorsión para lograr un determinado resultado. En el primer caso todo lo que se requiere del individuo es que evite cierto tipo de conducta, determinada con precisión en la ley. Por regla general es fácil establecer si se ha cumplido o no tal norma. En el segundo caso el individuo está obligado a cumplir una determinada tarea; la ley lo fuerza hacia una acción indefinida, cuya determinación queda en manos del poder ejecutivo. El individuo está legalmente obligado a obedecer cualquier cosa que la administración le ordene hacer. Independientemente de que el mandato emitido por el poder ejecutivo sea adecuado o no a sus fuerzas y facultades y siendo extremadamente difícil establecer si él ha cumplido con ello en función de sus mejores habilidades. Cada ciudadano, en lo que atañe a su personalidad o cualquier manifestación de su conducta, está sujeto a las decisiones de las autoridades. En una economía de mercado, en un juicio ante la corte penal el fiscal está obligado a presentar suficientes evidencias de que el acusado es culpable, pero en temas de desempeño de los trabajos obligatorios corresponde al acusado probar que la tarea asignada está más allá de sus habilidades o bien que ha realizado todo aquello que se esperaba de él. Los administradores combinan en su persona los oficios de [p. 289] legislador, ejecutor de la ley, fiscal y juez. El acusado queda totalmente a merced de estos. Esto es lo que tiene en mente la gente cuando habla de falta de libertad.
No puede hacerse un sistema de división social del trabajo sin un método que haga responsable a las personas por sus contribuciones cuando se unen al esfuerzo productivo colectivo. Si esta responsabilidad no viene dada por la estructura de precios del mercado con la desigualdad de riqueza e ingresos que esto genera, deberá ser forzada por métodos de coacción como los que realiza la policía.

Este artículo se extrajo de La Acción Humana de Ludwig von Mises. Traducido del inglés por José Manuel García.

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